Represi¨®n china
Pek¨ªn debe poner fin a la pol¨ªtica de vigilancia y confinamiento de los uigures
El Gobierno chino debe poner fin inmediatamente al masivo y sofisticado sistema de represi¨®n de la minor¨ªa uigur que, con el pretexto de fomentar la ¡°transformaci¨®n ideol¨®gica¡± de este grupo ¨¦tnico y religioso, se ha traducido en una persecuci¨®n a gran escala sin parang¨®n en el planeta.
Las pruebas conseguidas por 17 medios internacionales, entre ellos EL PA?S, documentan la utilizaci¨®n por parte de China de un macrosistema de vigilancia y procesamiento de datos personales que ha permitido la creaci¨®n de una estructura represiva que se inicia con la identificaci¨®n de personas ¡°sospechosas¡±, contin¨²a con la detenci¨®n por miles de ellas y finaliza con su internamiento, sin juicio ni garant¨ªa alguna, en campos denominados en la jerga del Partido Comunista Chino ¡°centros de educaci¨®n ideol¨®gica y entrenamiento profesional¡±. M¨¢s de un mill¨®n de uigures ¡ªgrupo formado por 11 millones de personas, la mayor¨ªa musulmanas y situadas al oeste del pa¨ªs¡ª permanecen o han pasado por estos campos. Y otros siguen siendo internados en este mismo momento. Una pr¨¢ctica intolerable bien avanzado el siglo XXI en la segunda potencia mundial que aspira a ampliar su ¨¢rea de influencia global.
Los uigures son ciudadanos chinos que est¨¢n siendo tratados de forma discriminatoria por raz¨®n de su raza, religi¨®n y cultura. Se trata de una situaci¨®n que viola flagrantemente las convenciones de Naciones Unidas de las que Pek¨ªn es signatario y donde goza de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, incluido el derecho de veto. Un sill¨®n desde el cual, por ejemplo, Pek¨ªn vota a menudo a favor de resoluciones condenatorias por la violaci¨®n de derechos humanos en diversas partes del planeta. En cambio, obvia esas mismas violaciones en su propio territorio.
Resulta particularmente inquietante que en la construcci¨®n de su sistema represivo, Pek¨ªn se est¨¦ valiendo de la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada: interpretaci¨®n de metadatos, seguimiento de aplicaciones de tel¨¦fonos m¨®viles o sistemas de reconocimiento facial, entre otros. Un modelo que, una vez ensayado y perfeccionado con los uigures, es f¨¢cilmente exportable tanto al resto de la poblaci¨®n como a cualquier otro pa¨ªs. No hay que olvidar que China es puntera en la investigaci¨®n del 5G, la siguiente generaci¨®n de transmisi¨®n de datos que va a revolucionar la vida cotidiana en todo el planeta. Las revelaciones publicadas muestran una peligros¨ªsima utilizaci¨®n para las libertades individuales de las ventajas que ofrece la tecnolog¨ªa actual.
Antes de adoptar el sistema de internamiento masivo, Pek¨ªn ha tratado de difuminar la identidad uigur de varias maneras. Entre otras trasladando forzosamente a millones de ciudadanos chinos de la etnia han ¡ªla que tradicionalmente coincide con la imagen occidental que se tiene de los chinos¡ª a su territorio. La medida ¨²nicamente ha servido para crear un conflicto donde antes no lo hab¨ªa y para reforzar la identidad uigur. Es cierto que, sin recurrir a ninguna medida violenta, China puede hacer tambalearse la econom¨ªa mundial. Pero la comunidad internacional democr¨¢tica est¨¢ moralmente obligada a hacerle saber a Pek¨ªn que lo que est¨¢ haciendo con los uigures no es tolerable en ning¨²n caso. Y menos en un mundo globalizado en el que China pretende ser actor protagonista.
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