Cambio clim¨¢tico y seguridad internacional
El calentamiento global es imposible de afrontar solo a nivel nacional, exige una respuesta que pasa por la colaboraci¨®n de todos los pa¨ªses
El calentamiento del planeta, la disminuci¨®n de las precipitaciones y los fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos generan pobreza, provocan conflictos y ponen en peligro la supervivencia de pa¨ªses y poblaciones. El impacto del cambio clim¨¢tico es, por muchos motivos, un riesgo real que amenaza la seguridad internacional y de las personas.
El control del agua y la inseguridad alimentaria son dos desencadenantes de conflictos estrechamente ligados al cambio clim¨¢tico. La disminuci¨®n del suelo cultivable, las inundaciones y las sequ¨ªas prolongadas reducen las cosechas, aumentan el precio de los alimentos y limitan la disponibilidad de agua. En los pa¨ªses menos desarrollados, y aun en algunas econom¨ªas s¨®lidas, se producir¨¢n p¨¦rdidas econ¨®micas significativas, disputas por el acceso a los recursos y descontento social, lo que agudizar¨¢ los conflictos existentes y ocasionar¨¢ otros latentes. Una de las zonas de riesgo es Oriente Medio, donde su particular clima y la presi¨®n demogr¨¢fica han hecho del agua un bien especialmente valioso, origen de conflictos y ocupaciones territoriales. Es f¨¢cil imaginar las tensiones que se vivir¨¢n en la regi¨®n si el agua y los alimentos escaseasen por la nociva combinaci¨®n de cambio clim¨¢tico, aumento de la poblaci¨®n, mala gobernanza y falta de infraestructuras.
Habr¨¢ zonas en las que se producir¨¢n desplazamientos internos de poblaci¨®n y migraciones por causas ambientales, especialmente entre los sectores sometidos a malas condiciones sanitarias, desempleo o exclusi¨®n social. Los efectos perversos del cambio clim¨¢tico, junto con los desastres naturales y los conflictos armados, provocar¨¢n grandes flujos de desplazados y migrantes, sobre todo en las zonas m¨¢s inestables de ?frica. En consecuencia, las regiones de origen, tr¨¢nsito y destino ¡ªentre las que destaca Europa¡ª soportar¨¢n una fuerte carga migratoria sobre las econom¨ªas nacionales y crear¨¢, cuanto menos, inestabilidad y enfrentamientos.
Por su parte, los Estados d¨¦biles no podr¨¢n satisfacer las necesidades de la poblaci¨®n para superar las dificultades motivadas por el cambio clim¨¢tico. La incapacidad de los Gobiernos de estos pa¨ªses generar¨¢ frustraciones y tensiones entre grupos ¨¦tnicos y religiosos, desencadenando procesos de radicalizaci¨®n capaces de desestabilizar regiones enteras. De hecho, la pobreza extrema, el hambre y el crecimiento demogr¨¢fico desmedido, tan t¨ªpico de los Estados fr¨¢giles, son un caldo de cultivo id¨®neo para el radicalismo y el terrorismo. Por si esto fuera poco, se da la circunstancia de que las regiones de ?frica, Asia meridional y Oriente Medio donde se prev¨¦ un aumento considerable de la escasez de agua, son las mismas que albergan la mayor parte de los Estados m¨¢s fr¨¢giles del mundo. En particular, en pa¨ªses del Cuerno de ?frica ya se observan indicios que vinculan las sequ¨ªas y la variabilidad de los recursos h¨ªdricos con los conflictos entre comunidades de agricultores y pastores.
Las zonas costeras, donde vive la quinta parte de la poblaci¨®n mundial, son especialmente sensibles al cambio clim¨¢tico. Muchas de las grandes ciudades, con sus puertos, refiner¨ªas y dem¨¢s infraestructuras cr¨ªticas, se encuentran junto al mar o en la desembocadura de los r¨ªos, expuestos a la elevaci¨®n del nivel del agua y al incremento de la frecuencia e intensidad de las tormentas y riadas. M¨¢s all¨¢ de la conmoci¨®n que producen las inundaciones en Venecia, las zonas densamente pobladas de las costas orientales de China y la India, as¨ª como el Caribe y Centroam¨¦rica, quedar¨¢n seriamente afectadas si no se contiene la situaci¨®n emergencia clim¨¢tica. Particularmente dram¨¢tico es el caso de los peque?os Estados insulares que, sin casi contribuir al cambio clim¨¢tico, ser¨¢n sus primeras v¨ªctimas, hasta el punto de ver amenazada su existencia, como le ocurre a Vanuatu, Maldivas, Kiribati, Tuvalu y las Islas Salom¨®n.
El calentamiento global est¨¢ derritiendo ingentes masas de hielo polar. El retroceso del hielo abre una nueva dimensi¨®n en la competencia por los recursos naturales y, en el caso del ?rtico, tambi¨¦n por la apertura de v¨ªas mar¨ªtimas m¨¢s cortas y econ¨®micas que las actuales. Las nuevas v¨ªas y el deshielo en Groenlandia, por ejemplo, facilitar¨¢n el acceso a reservas de petr¨®leo, gas natural y tierras raras, mineral estrat¨¦gico del que China controla el 70% de la extracci¨®n mundial. Esto ha convertido a la segunda isla m¨¢s grande del planeta en un objetivo codiciado por China y Estados Unidos, pa¨ªs que recientemente ha vuelto a manifestar su inter¨¦s por la compra de la isla a Dinamarca, que antes que Donald Trump ya mostraron Harry Truman en 1946 y William Seward en 1867.
Todo lo planteado pone de manifiesto que el cambio clim¨¢tico es un factor desestabilizador de primer orden por su impacto directo sobre la seguridad internacional y de las personas. Desde una perspectiva pol¨ªtica, tiene una incidencia directa sobre los intereses nacionales y la propia supervivencia de pa¨ªses y territorios. Sin embargo, adem¨¢s de los da?os que ocasionar¨¢ su repercusi¨®n en los conflictos y en las tensiones econ¨®micas, culturales y sociales, hay una dimensi¨®n m¨¢s humana del problema, la que afecta a la vivienda, los medios de vida y la disponibilidad de alimentos y agua, sobre todo entre los m¨¢s desfavorecidos. Se trata, en definitiva, de un problema global, complejo e imposible de afrontar exclusivamente a nivel nacional, por lo que exige una respuesta que necesariamente pasa por la colaboraci¨®n internacional. No podemos olvidar que el cambio clim¨¢tico no respeta fronteras y que las consecuencias las sufrimos todos.
Francisco Rubio Dami¨¢n es colaborador experto del Observatorio Paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza.
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