La rebeli¨®n de los hombres
Si Trump o Bolsonaro han situado al feminismo como su principal adversario pol¨ªtico es por la amenaza que representa para el orden patriarcal
Ese var¨®n altivo, que mira hacia el otro lado mientras una mujer en silla de ruedas le increpa, es hoy el rostro de la reacci¨®n frente a los avances del movimiento feminista. Ortega Smith, portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, fue incapaz de sostener la mirada a quien desde el dolor y la rabia le recriminaba que negara la existencia de violencia machista. Nadia Otmani era una v¨ªctima de esa violencia: se qued¨® en silla de ruedas por los disparos de su cu?ado al interponerse entre este y su hermana. El incidente ha recorrido todo tipo de pantallas y Ortega Smith ha tratado de contrarrestarlo y explotarlo present¨¢ndose como v¨ªctima de la ira feminista.
Esta es la gran trampa del discurso de Vox: presentar a los agresores como v¨ªctimas y a las v¨ªctimas como agresoras. Es la estrategia a la que recurre el neomachismo para defenderse. Si Donald Trump o Jair Bolsonaro, los l¨ªderes m¨¢s notorios de la nueva internacional reaccionaria, han situado al feminismo como su principal adversario pol¨ªtico es por la amenaza que representa para el orden patriarcal.
El patriarcado genera arquetipos y roles que tienden a perpetuar la dominaci¨®n masculina. El feminismo, en sus distintas oleadas, se ha rebelado contra ese orden y algunos hombres se sienten por ello atacados, heridos en su identidad. Vox, y particularmente sus mujeres, tratan de combatirlo afirmando que lo que buscan las feministas es un enfrentamiento entre mujeres y hombres. Pero el feminismo no lucha contra los hombres, sino contra el machismo. El problema no son los hombres, a los que entregamos nuestro afecto, nuestra amistad, nuestro cuidado, sino el patriarcado y todos aquellos que lo reproducen, sean hombres o mujeres.
La identidad de g¨¦nero es una construcci¨®n cultural. El orden patriarcal proporciona a los hombres privilegios, pero no es inocuo. Los atributos del macho alfa, del padre proveedor y del competidor agresivo proporcionan dominio, pero tambi¨¦n generan sufrimiento y frustraci¨®n. El viejo axioma de que los hombres no lloran, la represi¨®n de los sentimientos, la incapacidad para mostrar vulnerabilidad a pesar de serlo, acaba repercutiendo muchas veces en la salud f¨ªsica y mental de los hombres. Las mujeres han hecho su revoluci¨®n. Los hombres todav¨ªa no. ¡°?C¨®mo se explica que, en 30 a?os, ning¨²n hombre haya producido el m¨¢s m¨ªnimo texto innovador sobre la masculinidad?¡±, se preguntaba Virginie Despentes, autora de Teor¨ªa King Kong. Desde que ella escribi¨® ese libro, en 2006, han aparecido interesantes obras escritas por hombres que propugnan una nueva masculinidad. Quienes se identifican con ella se definen como ¡°hombres que no abusan de las mujeres, ni de su cuerpo, ni de su tiempo¡±. Parten, y hay que agradecerlo, de la complicidad con el feminismo. Son nuestros compa?eros de viaje, nuestros aliados. Autoras como Judith Butler, Rebecca Solnit y Caitlin Moran son tambi¨¦n referentes para estos hombres que empujan un cambio en la identidad masculina. Pero las mujeres necesitamos que muchos m¨¢s hombres se sumen a la rebeli¨®n contra el machismo que tan mala vida nos da a todos. Que cuestionen el patriarcado desde su condici¨®n de hombres y logren que la nueva masculinidad tenga m¨¢s visibilidad que Vox.
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