La cumbre de Londres y la crisis transatl¨¢ntica
El principal problema de la OTAN es de naturaleza pol¨ªtica: la falta de confianza entre socios y aliados
Los d¨ªas 3 y 4 de diciembre se celebra en Londres la Cumbre de la OTAN, que, tal y como ha sido habitual en los ¨²ltimos a?os, ha estado marcada por la controversia antes de empezar. En esta ocasi¨®n, las principales divergencias han sido ocasionadas por el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, a ra¨ªz de una reciente entrevista realizada para The Economist, donde calificaba el estado de la OTAN de ¡°muerte cerebral¡± y planteaba algunos cambios en el marco de las relaciones con Rusia.
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Estas declaraciones, de claras resonancias gaullistas, se convirtieron en una nueva fuente de divisi¨®n europea, siendo criticadas tanto por la canciller alemana, Angela Merkel, como por la nueva presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, adem¨¢s de por el secretario de Estado, Mike Pompeo y por los l¨ªderes de Polonia o Turqu¨ªa.
Con todo, Macron no es el ¨²nico motivo de disputa. Las discrepancias relativas a la ofensiva turca en Siria o la ya tradicional disputa sobre las contribuciones de los aliados a la defensa com¨²n seguir¨¢n presentes en el marco de una cumbre que pretende centrarse en diferentes ¨¢mbitos como el de la incorporaci¨®n del espacio al per¨ªmetro de defensa de la Alianza, la actualizaci¨®n del plan de acci¨®n contra el terrorismo, los desaf¨ªos de seguridad planteados por Rusia y, como aportaci¨®n destacada, las implicaciones de seguridad derivadas del ascenso de China y su creciente presencia en Europa a trav¨¦s de diferentes v¨ªas, tanto pol¨ªticas como geoecon¨®micas.
No hay que olvidar que la potencia asi¨¢tica ya ha sido identificada por la Uni¨®n Europea como un ¡°competidor econ¨®mico¡± y un ¡°rival sist¨¦mico¡±. Esta preocupaci¨®n estar¨ªa motivada por el creciente protagonismo de China en el ¨¢mbito tecnol¨®gico o del ciberespacio, su creciente presencia en escenarios como los Balcanes o el ?rtico y su pol¨ªtica de comercio e inversi¨®n en sectores estrat¨¦gicos. Es tambi¨¦n un ¨¢mbito divisivo entre los aliados, como muestra la incorporaci¨®n de Italia al proyecto One Belt One Road.
Tratando de evitar nuevas discrepancias con el presidente estadounidense, el Secretario General, Jens Stoltenberg, ha reivindicado el incremento de un 4,6 % del gasto en defensa global por parte de los aliados de Estados Unidos, entrando en las previsiones que 18 de los 29 aliados cumplan con el objetivo del 2% de Cardiff para 2024, entre los cuales no es previsible que est¨¦ Espa?a. Alemania ha confirmado que llegar¨¢ a la meta del 2% en defensa, si bien para 2031, y ha planteado aumentar su aportaci¨®n al presupuesto central de la Alianza, facilitando la reducci¨®n de la aportaci¨®n estadounidense.
La Uni¨®n Europea est¨¢ preocupada por el creciente protagonismo de China en el ¨¢mbito tecnol¨®gico o del ciberespacio, su creciente presencia en escenarios como los Balcanes o el ?rtico y su pol¨ªtica de comercio e inversi¨®n en sectores estrat¨¦gicos
Este es un movimiento inteligente que permite al presidente estadounidense reivindicar pol¨ªticamente el logro de algunas de sus demandas electorales originales, a menos de un a?o de las elecciones presidenciales y en un momento sensible en el que afronta un proceso de impeachment. La inclusi¨®n de China en la agenda ser¨ªa otro aspecto positivo desde la perspectiva estadounidense.
M¨¢s all¨¢ de los objetivos centrales de la cumbre, los crecientes acontecimientos han demostrado que la principal problem¨¢tica en torno a esta organizaci¨®n y a la relaci¨®n transatl¨¢ntica que la sostiene, son de naturaleza pol¨ªtica antes que militar. Entre ellos, el m¨¢s relevante es el de la creciente falta de confianza entre los aliados y no solo entre Estados Unidos y sus aliados europeos, sino tambi¨¦n entre los propios europeos. Un elemento, sin duda, vital.
Esta vez la divisi¨®n entre los aliados viene tanto por intereses y valores crecientemente divergentes como por su visi¨®n en relaci¨®n a cu¨¢l debe ser el rol que la relaci¨®n transatl¨¢ntica est¨¢ destinada a ocupar. Francia se situar¨ªa entre los pa¨ªses m¨¢s cr¨ªticos, y los del Este, entre sus principales defensores. Otros pa¨ªses como Alemania, Italia o Espa?a han adoptado una posici¨®n de mayor prudencia.
La llegada de la Administraci¨®n de Trump y su consideraci¨®n de la OTAN como ¡°obsoleta¡±, revertida al llegar al poder, ocasion¨® ciertos movimientos internos entre los aliados europeos que llevaron a plantear una incipiente pol¨ªtica de defensa com¨²n y una vaga ¡°autonom¨ªa estrat¨¦gica¡±, especialmente evocada por aquellos pa¨ªses que se consideraron sus principales beneficiarios, como es el caso de Francia.
M¨¢s all¨¢ del aumento de recursos, estos movimientos no pueden sino ser observados con escepticismo como posible alternativa, pero pueden suponer una aportaci¨®n complementaria muy deseable si conducen a una mayor coordinaci¨®n entre los aliados y contribuyen a recuperar la tradici¨®n olvidada del pensamiento estrat¨¦gico europeo y forjar un necesario consenso sobre las amenazas a la seguridad de la regi¨®n.
La Alianza Atl¨¢ntica, cuya historia est¨¢ jalonada de crisis recurrentes con apariencia de novedad, tiene garantizado el futuro al carecer de alternativas realistas, pero har¨ªa bien en encarar los desaf¨ªos pol¨ªticos que afronta, restaurando la confianza entre los aliados. Solo entonces podr¨¢ afrontar con ¨¦xito los numerosos e importantes desaf¨ªos de seguridad del sistema internacional que forman parte de su agenda.
Juan Tovar Ruiz es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos.
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