?Qu¨¦ esperar de un Gobierno de coalici¨®n?
Este tipo de Ejecutivos son la forma de gobierno m¨¢s extendida en las democracias desarrolladas aunque no est¨¢n exentos de problemas, pero es lo que la ciudadan¨ªa decidi¨® con su voto
En los ¨²ltimos a?os, nuestro sistema pol¨ªtico est¨¢ plagado de novedades, desmontando algunos de los supuestos que se ven¨ªan dando por hechos en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Con la misma ley electoral hemos transitado del bipartidismo al multipartidismo. O con el mismo dise?o institucional hemos pasado de la estabilidad a la inestabilidad. De hecho, Espa?a, junto con Luxemburgo, era una de las democracias con los Gobiernos m¨¢s duraderos de la OCDE. Pero desde hace cuatro a?os el pa¨ªs est¨¢ bloqueado por la incapacidad para estructurar una mayor¨ªa suficiente en el Congreso. Sin haber hecho reformas institucionales, mucha de nuestra realidad pol¨ªtica ha cambiado, siendo la ciudadan¨ªa la promotora de esta mutaci¨®n.
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Dentro de estas transformaciones, ahora asistimos a la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n. Aunque in¨¦dito a escala federal, esta forma de Ejecutivo ha sido muy frecuente en las comunidades aut¨®nomas y en los ayuntamientos. De hecho, un tercio de los Gobiernos auton¨®micos han sido de coalici¨®n. Si vamos fuera de nuestras fronteras y vemos las principales democracias desarrolladas, observamos que en los ¨²ltimos 60 a?os m¨¢s del 67% de los Gobiernos han sido multipartidistas. Es cierto que el Gobierno de coalici¨®n en minor¨ªa parlamentaria es una figura poco frecuente (casi el 11% de todos los Gobiernos de la OCDE), mientras que lo m¨¢s extendido es el Gobierno multipartidista con mayor¨ªa absoluta.
Cuando se plante¨® en los ¨²ltimos meses la posibilidad de formar este tipo de Ejecutivo, el debate p¨²blico fue m¨¢s bien nominalista. Los protagonistas trataban de responder a la siguiente pregunta: ?c¨®mo le llamamos? Se debat¨ªan entre la cooperaci¨®n y la coalici¨®n. Pero, seguramente, lo que m¨¢s le interesaba a la ciudadan¨ªa era las consecuencias de tener un Gobierno multipartidista, algo sobre lo que se ha hablado m¨¢s bien poco. Por ello, es muy pertinente preguntarse: ?qu¨¦ debemos esperar de un Gobierno de coalici¨®n?
Mientras que los Ejecutivos de un solo partido duran, de media, 719 d¨ªas, los de coalici¨®n lo hacen 568
El primer rasgo que observamos en los Gobiernos multipartidistas es que son m¨¢s inestables. Los datos de las democracias desarrolladas nos dicen que mientras que los Ejecutivos de un solo partido duran, de media, 719 d¨ªas, los Gobiernos de coalici¨®n reducen su estancia en el poder a los 568 d¨ªas. Adem¨¢s, esta inestabilidad es susceptible de aumentar cuando existe una proximidad ideol¨®gica entre sus miembros. En la medida que compiten por el mismo electorado, los integrantes de la coalici¨®n ser¨¢n compa?eros de viaje y, al mismo tiempo, adversarios electorales futuros. Esta situaci¨®n, desde luego, puede ser objeto de inestabilidad en la convivencia. No s¨®lo se disputar¨¢n el protagonismo o el poder, sino que conforme se acerquen las elecciones, las posibilidades de ruptura e inestabilidad aumentar¨¢n. Esta inestabilidad, adem¨¢s, puede ser mucho mayor si el futuro Gobierno de coalici¨®n no alcanza la mayor¨ªa absoluta de forma permanente. Esto significar¨¢ que pudi¨¦ndose pasar la investidura, la gobernabilidad ser¨¢ dif¨ªcil. Por lo tanto, el primer efecto de cualquier Gobierno de coalici¨®n es su menor durabilidad y la dif¨ªcil convivencia entre sus integrantes. Esta inestabilidad, adem¨¢s, ser¨¢ mayor cuando la coalici¨®n sea entre afines ideol¨®gicos y no cuentan con una mayor¨ªa suficiente en el Parlamento.
Un posible segundo efecto estar¨ªa relacionado con su capacidad de gesti¨®n. Los datos nos dicen que este tipo de Gobierno no tiene consecuencias econ¨®micas relevantes: ni la inflaci¨®n, ni el desempleo, ni el crecimiento econ¨®mico muestran diferencias significativas con los gabinetes formados por un solo partido. Es decir, las cifras macroecon¨®micas no distan entre s¨ª y no cabr¨ªa esperar por parte de un Ejecutivo multipartidista unos peores resultados econ¨®micos. As¨ª, aunque observemos nubarrones en el horizonte, los datos nos dicen que el balance econ¨®mico no tiene por qu¨¦ ser muy diferente a lo que observar¨ªamos con un Gobierno de un solo partido.
Se ha hablado m¨¢s bien poco de las consecuencias de tener un Gobierno multipartidista
En cambio, donde s¨ª que vemos diferencias significativas es en la gesti¨®n del gasto p¨²blico. La idea principal es que los miembros de una coalici¨®n suelen tener capacidad de veto a la hora de modificar un presupuesto. Por lo tanto, reducir el gasto es una decisi¨®n complicada de adoptar. Pero tampoco se pueden aumentar las partidas presupuestarias alegremente. El resto de integrantes del Ejecutivo tambi¨¦n pueden bloquear estas peticiones. Por ello, en situaciones de ajuste, los Gobiernos de coalici¨®n producir¨¢n m¨¢s d¨¦ficit que los Gobiernos monocolor. Pero en escenarios de crecimiento econ¨®mico, los Gobiernos multipartidistas no podr¨¢n incrementar excesivamente el gasto, puesto que todos los miembros del gabinete querr¨¢n aumentar sus partidas. Dicho en otras palabras, cuando la situaci¨®n econ¨®mica requiera de ajustes en el gasto p¨²blico, el d¨¦ficit ser¨¢ m¨¢s elevado del que observar¨ªamos en Ejecutivos monocolores. En cambio, en una situaci¨®n de expansi¨®n econ¨®mica, los incrementos presupuestarios ser¨¢n menos probables que los que muestran los Gobiernos unipartidistas.
La tercera consecuencia es democr¨¢tica. Desde hace mucho tiempo, se ha considerado a los Gobiernos de coalici¨®n m¨¢s dif¨ªciles de controlar que los Ejecutivos de un solo partido. Si por algo se caracterizan los sistemas democr¨¢ticos es por la asignaci¨®n de responsabilidades. Es decir, la ciudadan¨ªa usa su voto para premiar o castigar a los que est¨¢n en el poder. Cuando s¨®lo hay un partido en el Gobierno es muy sencillo asignar las responsabilidades: esta formaci¨®n asumir¨¢ toda la culpabilidad o todo el premio de la gesti¨®n. En cambio, cuando el Gobierno es de coalici¨®n: ?qui¨¦n es el responsable de la situaci¨®n econ¨®mica: el partido del ministro de Econom¨ªa, el partido del primer ministro o los socios menores que condicionan la pol¨ªtica econ¨®mica? ?A qui¨¦n premiaremos por los incrementos en las becas: al partido del ministro de Educaci¨®n o al partido minoritario que condicion¨® sus apoyos parlamentarios a esta medida? La ciudadan¨ªa puede estar confusa sobre el papel que juega cada partido en la coalici¨®n. De hecho, lo que muestra la evidencia emp¨ªrica es que el partido del primer ministro acaba asumiendo toda la responsabilidad de la gesti¨®n, mientras que el resto de formaciones aparecen como ¡°irresponsables¡±. Es, por lo tanto, un desaf¨ªo para el funcionamiento de la democracia.
En definitiva, los Ejecutivos de coalici¨®n son la forma de Gobierno m¨¢s extendida en las democracias desarrolladas. Esto no significa que est¨¦n exentos de problemas: son m¨¢s inestables, muestran m¨¢s d¨¦ficit p¨²blico cuando son necesarios los ajustes y es m¨¢s dif¨ªcil para la ciudadan¨ªa asignar responsabilidades. Es indudable que hemos entrado en una nueva etapa en nuestro sistema pol¨ªtico, donde los Gobiernos de coalici¨®n aparecen ya como una realidad a escala federal. Van a implicar problemas, pero es lo que la ciudadan¨ªa decidi¨® con su voto cuando opt¨® por el multipartidismo.
Ignacio Urquizu es profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid (en excedencia), diputado en las Cortes de Arag¨®n por el PSOE y alcalde de Alca?iz (Teruel).
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