Constituci¨®n anal¨®gica, pol¨ªtica digital
La gran cuesti¨®n es si hoy, en este mundo tecnol¨®gico tan propenso a las salidas populistas, podemos sumar los necesarios consensos para reformar la Carta Magna
![manuel vicent adolfo suarez puente diciembre](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LL4OVTKQIWCE2BFBLG3T3ZX2SQ.jpg?auth=a372b5c36ee2f7e5107f2f64b3655e846897a6f0948354133e3f37db91e02ee8&width=414)
?C¨®mo era el mundo de la pol¨ªtica cuando se aprob¨® la Constituci¨®n hace 41 a?os y c¨®mo es en la actualidad? Esta es la cuesti¨®n fundamental cuando se suscita el debate sobre su m¨¢s o menos necesaria reforma. Porque estamos hablando de dos realidades absolutamente diferentes. Para empezar, hace cuatro d¨¦cadas hab¨ªa una hoja de ruta perfectamente trazada para cualquier pa¨ªs que quisiera abandonar un r¨¦gimen autoritario. Era un objetivo sin ambivalencias, donde los medios para conseguir el fin se nos presentaban limpios y ordenados. Enseguida vimos que hab¨ªa que optar entre dos modelos de sociedad, el liberal capitalista o el autoritario de econom¨ªa planificada. Dado nuestro entorno geogr¨¢fico, la elecci¨®n obvia fue adscribirnos al modelo occidental y aspirar a integrarnos en la Europa comunitaria. Luego hubo que adoptar otra serie de decisiones fundamentales para poder superar los demonios familiares de nuestra historia: evitar una ruptura dr¨¢stica con lo anterior ¡ªde aqu¨ª viene la monarqu¨ªa¡ª, la ingobernabilidad y el fraccionalismo, y apostar por un modelo de Estado descentralizado con pleno reconocimiento de la diversidad del pa¨ªs, y acentuar los rasgos propios de un Estado social. Hab¨ªa un mapa con un itinerario meridiano y con todas las fuerzas pol¨ªticas m¨¢s importantes dispuestas a seguirlo. Y llegamos a la meta.
Hoy, por el contrario, las sociedades occidentales, y por tanto Espa?a, ya no saben bien d¨®nde se encuentran ni hacia d¨®nde se dirigen. El mundo de lo pol¨ªtico ha perdido su anterior coherencia. La globalizaci¨®n y la europeizaci¨®n restringen el marco de decisiones pol¨ªticas, las ideolog¨ªas se han despedido de su anterior nitidez y los cl¨¢sicos ejes sobre los que se articulaba el enfrentamiento pol¨ªtico se han hecho m¨¢s plurales y difusos. Esto ha conducido a una creciente fragmentaci¨®n del sistema de partidos y ha provocado una crisis de representaci¨®n de caballo. En parte por el tr¨¢nsito desde una pol¨ªtica cada vez m¨¢s tecnocr¨¢tica a otra m¨¢s emocional-identitaria. Pero tambi¨¦n por las formas a trav¨¦s de las cuales se expresa la conversaci¨®n p¨²blica. Aunque m¨¢s que de una conversaci¨®n habr¨ªa que hablar del ensordecedor griter¨ªo de las redes. (Por cierto, ?hubiera sido posible alcanzar el consenso de la Transici¨®n bajo las condiciones que impone esta nueva esfera p¨²blica?) La gran transformaci¨®n la ha producido el cambio tecnol¨®gico, que est¨¢ revolucion¨¢ndolo todo.
Bajo ese trasfondo, nuestra Constituci¨®n, por muy representativa que sea del mundo que hemos perdido, todav¨ªa sirve como un eficaz mecanismo de reducci¨®n de la complejidad y de la imposici¨®n de un orden. Al menos, mientras sigamos sin saber qu¨¦ queremos ser de mayores. Lo que m¨¢s urge, sin embargo, es resolver lo que ella misma nos dej¨® a medias, la organizaci¨®n territorial del Estado. La gran cuesti¨®n es si hoy, bajo las pr¨¢cticas de la democracia digital, con su propensi¨®n a las salidas populistas, estamos en condiciones de sumar los necesarios consensos para ello. En este caso yo abogar¨ªa por intentarlo antes que aferrarnos a lo existente como lo ¨²nico posible. Ning¨²n dique acaba soportando la fuerza torrencial de algunos cambios.
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![Fernando Vallesp¨ªn](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F1548af62-c01b-47d2-91b5-3d5f144c0f5d.png?auth=cf2d3a85042a39c86987f841fc3c73255517a57b90b19f1ef649ea9e58dbdc9d&width=100&height=100&smart=true)