Plurinacionalidad o federalismo

En otra fecha quise explicar por qu¨¦ catalanismo y federalismo representan ideales a la larga incompatibles: en esencia, porque el federalismo quiere un reparto equilibrado de poderes con el nivel central o federal de gobierno; el catalanismo, en cambio, acrecer eternamente el autogobierno catal¨¢n, dejando sin margen ni sentido la existencia de lo federal (Federalismo o catalanismo, 9 de abril). Tambi¨¦n, que plurinacionalidad es lo contrario que pluralismo: si este invita a la mezcla, aquella nos convierte en un archipi¨¦lago de identidades uniformes y yuxtapuestas (Pluralismo o plurinacionalidad, 11 de junio). Triangulemos ahora y abordemos un ¨²ltimo malentendido: que el federalismo debe abrazar la plurinacionalidad. Lo contrario es lo correcto.

Empecemos por algo en lo que parece haber acuerdo: para que haya federalismo, tiene que haber lealtad. Pero ?qu¨¦ es la lealtad, cabe preguntarse, sino la naci¨®n? La naci¨®n pol¨ªtica que inventa la modernidad sirve para saber a qu¨¦ instituciones, como ciudadanos, debemos lealtad, y quienes son los otros que merecen nuestro afecto y solidaridad de conciudadano. Es decir, para saber a qu¨¦ comunidad pol¨ªtica pertenecemos (y hubo un tiempo en que la izquierda cre¨ªa que el progreso era ampliar, y no reducir, el radio de esa comunidad). Declarar la plurinacionalidad es sembrar la duda sobre a qu¨¦ comunidad pol¨ªtica se debe lealtad, hacia d¨®nde se debe redistribuir la riqueza, a qui¨¦n daremos voz y voto en el debate. Una receta para la discordia y la desintegraci¨®n.

Pero es que, adem¨¢s, la plurinacionalidad trabaja en contra de la idea federal de distribuir los poderes. Porque el poder solo puede repartirse a fondo all¨ª donde la comunidad no est¨¢ en duda. Por eso los Estados federales m¨¢s avanzados se apoyan en una idea de naci¨®n unitaria (Estados Unidos, Alemania) y los que se declaran ret¨®ricamente plurinacionales (Bolivia, Rusia) no conocen un reparto real del poder. Si en Espa?a se quisiera profundizar en el federalismo y dar, por ejemplo, plenas competencias educativas a las autonom¨ªas, s¨®lo podr¨ªa hacerse si hay certeza de que el nuevo poder conferido no se usar¨¢ para educar en una conciencia de pertenencia separada, cosa dif¨ªcil si hemos dado como v¨¢lido que vivimos en comunidades nacionales distintas.

Esto es as¨ª porque modernamente naci¨®n no es un dato de geograf¨ªa humana, sino un concepto normativo que equipara al conjunto de ciudadanos con el conjunto de nacionales, constituy¨¦ndolos en comunidad de derecho (igualdad), decisi¨®n (soberan¨ªa) y reparto (redistribuci¨®n). Estado-Naci¨®n no es el ¡°Estado que contiene una naci¨®n¡±, sino el que ha tejido su propia naci¨®n pol¨ªtica y que ¡ªexigencias de la democracia¡ª la ha hecho inclusiva de sus diferencias ideol¨®gicas y culturales. Sin ese ideal integrador no hay comunidad y el Estado solo aguanta unido lo que disponga la inercia. Y si los espa?oles hemos dejado de ser una naci¨®n, la tarea, si queremos permanecer unidos, es trabajar para volver a serlo: he ah¨ª el verdadero ideal federal.