Esa maldad infantil y absurda
La izquierda cham¨¢n cree que las emociones correctas (?las suyas!) llevan a la verdad siempre que la verdad le haga la vida m¨¢s f¨¢cil
Hemos visto Historia de un matrimonio, una pel¨ªcula que gira sobre si es m¨¢s importante no haber pasado tiempo en Los ?ngeles cuando dijiste que lo har¨ªas, o quedarte a vivir all¨ª cuando se te esperaba en Nueva York. Se ha hablado de sus semejanzas con Kramer contra Kramer, pero yo por momentos ve¨ªa claramente un T¨² a Boston y yo a California. No haber pasado tiempo en Los ?ngeles se lo reprocha ella a ¨¦l; no haber vuelto a Nueva York, ¨¦l a ella. El desamor empieza normalmente con una avalancha de reproches que se van eliminando de manera autoconsciente hasta que queda el sustancial, que siempre es el m¨¢s est¨²pido y por tanto el m¨¢s caro. De eso viven los abogados, de los que sale esta frase: ¡°Los penalistas ven a lo peor en lo mejor; los matrimonialistas, a lo mejor en lo peor¡± (?la pronuncia Alan Alda o Laura Dern?, ojal¨¢ haya sido Alda: qu¨¦ mejor homenaje expl¨ªcito a Woody Allen entre tantos impl¨ªcitos).
El primer gran momento pol¨ªtico de la pel¨ªcula es cuando el personaje de Adam Driver (Charlie) le grita fuera de s¨ª al personaje de Scarlett Johansson (Nicole) que ojal¨¢ tuviese un accidente de tr¨¢fico y se muriese; la pen¨²ltima declaraci¨®n de amor suele ser de odio: es imposible pronunciar esa frase sin estar perturbadoramente enamorado y es imposible sufrir m¨¢s tras pronunciarla sin ser consciente de que ese amor est¨¢ perdido irremediablemente. Driver tira los cabos del barco; esa maldad infantil y absurda es el ¨²ltimo canto del cisne. Ella lo consuela: todo se ha ido a la mierda y Nicole es la ¨²nica que sigue en pie. ?l cree tener raz¨®n gracias a la pureza de sus sentimientos y ella somete sus propios sentimientos a an¨¢lisis: por culpa de ellos se est¨¢ quedando sin vida, as¨ª que los sacrifica para inventar unos nuevos. ?l es la izquierda cham¨¢n que cree que las emociones correctas (?las suyas!) llevan a la verdad siempre que la verdad le haga la vida m¨¢s f¨¢cil; ella es aquella izquierda en Espa?a que se guiaba menos por el ego¨ªsmo de los sentimientos que su abandono en favor de su progreso. Es dif¨ªcil no ponerse de parte de ¨¦l ¡ªde su dolor y su sufrimiento¡ª por una raz¨®n: el populismo. Involuntario, pero populismo al fin y al cabo. Por eso maldecimos un poco a Nicole: porque nos han hecho trampa. Nos han enga?ado. Nos han vendido que el que sufre tiene autom¨¢ticamente la raz¨®n o, peor a¨²n, el que mejor expresa su sufrimiento la tiene.
El segundo gran momento pol¨ªtico es una escena facilona e inveros¨ªmil que ocurre al final; nosotros lloramos, por supuesto. Llorar y re¨ªr no convierte algo en bueno, a veces s¨®lo es triste o feliz; incluso lo feliz nos hace llorar y lo triste re¨ªr, dependiendo de la genialidad. Por eso hay que ver pel¨ªculas que hacen re¨ªr, llorar y pasar miedo. Porque a veces no puedes llorar en p¨²blico por cosas en tu vida que te empujan a llorar, ni re¨ªr por algo por lo que no debes re¨ªrte en p¨²blico, ni decir que tienes miedo por cosas que te averg¨¹enzan, as¨ª que hay que poner una pel¨ªcula o leer un libro y hacer todo eso aclarando que lo haces por lo que est¨¢s viendo o est¨¢s leyendo para que la ficci¨®n salga al rescate, que es exactamente lo que ocurre en la pol¨ªtica espa?ola: que las emociones reales se acomoden al relato ficticio.
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