Asuntos pendientes
Las agendas pol¨ªtica, econ¨®mica y territorial marcar¨¢n el juego pol¨ªtico de los pr¨®ximos a?os
M¨¢s all¨¢ de los posibles acuerdos alcanzados, el actual debate sobre las negociaciones de gobierno esconde otro importante de fondo: el de los conflictos que van a estructurar la competici¨®n pol¨ªtica de los pr¨®ximos a?os. El escenario en el que nos sit¨²a un Gobierno apoyado por la izquierda y los regionalismos con los partidos de derechas como oposici¨®n, es muy distinto al escenario que nos dibuja un Gobierno apoyado por los dos grandes partidos, con Podemos, Vox y los regionalismos como oposici¨®n. Y lo es tanto por las din¨¢micas de competici¨®n que se podr¨ªan generar, como por el tipo de pol¨ªtica que se podr¨ªa desarrollar.
Simplificando mucho, la teor¨ªa econ¨®mica de la democracia de Downs nos dice que para que una democracia funcione, el Gobierno debe recaer sobre aquellos que defienden la posici¨®n del votante mediano. Es decir, la posici¨®n de aquellos votantes que tienen el mismo n¨²mero de votantes a su derecha y a su izquierda. Una posici¨®n privilegiada desde la que cualquier intento de mover el Gobierno hacia la derecha/izquierda perder¨¢ por el voto contrario de todos los votantes a la izquierda/derecha del votante mediano m¨¢s el del propio votante mediano, generando una mayor¨ªa suficiente de votos para evitar que el Gobierno cambie. Las coaliciones de Gobierno, pues, van a necesitar siempre del partido al que pertenezca el votante mediano.
Sin embargo, los votantes no estamos ordenados en una sola dimensi¨®n de conflicto, por eso no hay un solo votante mediano. La persona que defiende la posici¨®n central en el nivel de impuestos que debe cobrar el Estado, no es necesariamente la que defiende la posici¨®n central en el nivel de descentralizaci¨®n que debe tener el Estado. Y, como demostr¨® el tambi¨¦n te¨®rico William Riker, cuando el escenario tiene m¨¢s de una dimensi¨®n de conflicto no hay equilibrio. Cualquier Gobierno que se pueda formar ser¨ªa sustituible por otra coalici¨®n desarrollada en base a otro conflicto y con otro votante mediano como clave, una situaci¨®n que har¨ªa imposible formar Gobiernos estables. Sin embargo, las democracias funcionan y los Gobiernos tienden a ser relativamente estables en el tiempo. ?C¨®mo conseguimos que no se generen coaliciones alternativas constantemente?
La respuesta es que, aunque a nivel te¨®rico toda oposici¨®n deber¨ªa ser capaz de romper el Gobierno con un nuevo conflicto que genere una nueva coalici¨®n, en realidad las coaliciones de Gobierno tienden a sentarse en los conflictos que se consideran m¨¢s importantes para los votantes. Consecuentemente, los partidos de la oposici¨®n no pueden cambiar el debate y generar un Gobierno alternativo en base a otro conflicto f¨¢cilmente. Los votantes y sus l¨ªderes tienden a ser muy conscientes de que en otro conflicto sus alianzas, lealtades y comportamientos ser¨ªan distintos, pero priorizan los temas que prefieren que estructuren sus comportamientos y est¨¢n dispuestos a asumir las divergencias y desencuentros que puedan tener con sus aliados en otros conflictos secundarios. Solo cuando el nuevo conflicto es percibido como m¨¢s relevante y de mayores consecuencias que el viejo, observamos un cambio en el comportamiento y aparecen nuevas pautas de coalici¨®n y sistemas de partidos.
Sin embargo, la teor¨ªa de Riker nos muestra una cosa importante para entender la situaci¨®n actual: es imposible generar mayor¨ªas inequ¨ªvocas en espacios con m¨¢s de una dimensi¨®n pol¨ªtica y, por lo tanto, los votantes y los l¨ªderes tienen que apostar por cu¨¢l es el conflicto en el que van a tejer las alianzas y tambi¨¦n cu¨¢l es el votante mediano que marcar¨¢ el Gobierno. Consecuentemente, se definir¨¢n tambi¨¦n qu¨¦ conflictos no van a poder tener este rol y, por lo tanto, van a ser poco relevantes para la agenda pol¨ªtica. Ello, tanto a la hora de marcar las coaliciones de Gobierno que se formen, como las pol¨ªticas p¨²blicas que salgan de estas coaliciones.
Lo hemos visto en Catalu?a, la prevalencia del conflicto sobre la independencia ha obligado al Gobierno catal¨¢n a surgir de una confluencia de sensibilidades muy distintas en t¨¦rminos econ¨®micos y sociales. Una situaci¨®n que ha complicado mucho el desarrollo de propuestas en estos segundos conflictos, dificultando los cambios en el modelo econ¨®mico y centrando la acci¨®n del Gobierno en la agenda independentista.
Poner el tema territorial, el pol¨ªtico o el econ¨®mico como conflicto que estructura y dar¨¢ coherencia al Gobierno no es, pues, un tema balad¨ª. Es una decisi¨®n que marcar¨¢ la l¨®gica del debate y las herramientas que tendr¨¢n los Gobiernos a la hora de dar respuestas a los principales retos del pa¨ªs. Y es una decisi¨®n que saldr¨¢, en gran parte, de la coalici¨®n de Gobierno que se acabe formando y el debate mediano que defina sus l¨ªmites; de si se opta por priorizar una alianza sobre el tema territorial, o si se prioriza el econ¨®mico y social.
Berta Barbet es investigadora posdoctoral en el ¨¢rea de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y editora de Politikon.
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