Las formas
Las f¨®rmulas extravagantes de los nuevos parlamentarios al asumir su cargo revelan una puerilidad terminal, pero tambi¨¦n algo peor: un narcisismo tan centrado en la autoafirmaci¨®n que reniega de la funci¨®n p¨²blica
Uno de los lemas m¨¢s repetidos en el 15-M fue aquel de ¡°no nos representan¡±. Me pareci¨® desacertado porque precisamente lo malo de esos pol¨ªticos contra los que se protesta es que a efectos pr¨¢cticos claro que nos representan. Si no, poco nos importar¨ªan... Al cirujano torpe que me est¨¢ operando es in¨²til que le niegue mi reconocimiento como doctor, porque seguir¨¦ en sus manos: lo urgente es que me agencie otro. Sin embargo, ahora, despu¨¦s de ver a los parlamentarios tomar posesi¨®n de sus cargos con promesas estramb¨®ticas, debo admitir que tiene sentido negar que nos representen, no porque sean m¨¢s o menos ineptos, sino porque su investidura no se hizo en la forma debida. ?Bah, la forma, qu¨¦ importa la forma! Pues en este caso es lo que m¨¢s importa.
El lenguaje performativo no describe o expresa la realidad, sino que la transforma: es un hacer con palabras. Decir a alguien ¡°te quiero¡± cambia nuestra relaci¨®n con ¨¦l; y ¡°prometo¡±, ¡°juro¡± o ¡°acepto¡± son hechos, no solo dichos. Por eso hay un delito de perjurio, pero no de descripci¨®n paisaj¨ªstica. El uso performativo exige un gran rigor formal: ante el altar hay que decir ¡°s¨ª, quiero¡±, no ¡°bueno, de momento va a ser que s¨ª, pero luego ya veremos lo que sale¡±, porque entonces no te casas. Las f¨®rmulas extravagantes de los nuevos parlamentarios al asumir su cargo revelan una puerilidad terminal, pero tambi¨¦n algo peor: un narcisismo tan centrado en la autoafirmaci¨®n que reniega de la funci¨®n p¨²blica. Imposible representar la soberan¨ªa popular si no se es capaz de dejar las ganas de lucirse a un lado mientras se dicen cuatro palabras como es debido. En efecto, est¨¢ visto que no nos representan, ni quieren representarnos. Son demasiado suyos...
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