Los j¨®venes, ante las urnas
Dec¨ªa Napole¨®n que para saber c¨®mo es un hombre hay que preguntarse d¨®nde estaba a los 16 a?os, y no le faltaba raz¨®n
Las pasadas elecciones de Reino Unido lo volvieron a hacer expl¨ªcito: j¨®venes y mayores votan por preferencias cada vez m¨¢s alejadas. Esta din¨¢mica es tendencia en infinidad de comicios y se trata de algo relativamente reciente. Antes de la crisis econ¨®mica la edad no era tan buen predictor del voto como lo es ahora.
Sin embargo, lo que no se encuentra es una pauta com¨²n. Por ejemplo, los j¨®venes por debajo de 35 a?os prefirieron a Jeremy Corbyn en Reino Unido, pero tambi¨¦n optaron por Le Pen en la primera ronda de la presidencial francesa, en Italia han basculado hacia el Movimiento 5 Estrellas, en Alemania prefieren a los Verdes y en Eslovaquia o Hungr¨ªa a los partidos de extrema derecha. Incluso entre los propios j¨®venes, cuando se escinde por otros rasgos, afloran diferencias llamativas. Por ejemplo, en Austria los hombres j¨®venes prefieren a la extrema derecha, pero las mujeres j¨®venes a los Verdes.
En cualquier caso, esta brecha generacional queda matizada por las peculiaridades del voto joven. Primero, porque los j¨®venes tienen un escaso peso num¨¦rico, ya que en el censo electoral los menores de 35 son la mitad que los mayores de 55 a?os. Segundo, porque son un colectivo tradicionalmente abstencionista, cosa universal que se mitiga con la edad. Y, por ¨²ltimo, porque los j¨®venes son particularmente evanescentes: su movilizaci¨®n electoral se da en contextos puntuales y dista de ser sostenida. Tres factores combinados que explican por qu¨¦ el debate p¨²blico no suele centrarse en ellos; no son decisivos para ganar elecciones.
Dec¨ªa Napole¨®n que para saber c¨®mo es un hombre hay que preguntarse d¨®nde estaba a los 16 a?os, y no le faltaba raz¨®n. Ciertamente, aquellos sucesos que nos ocurren en la juventud, los que nos pasan en nuestros ¡°a?os impresionables¡±, dejan una marca en nuestras actitudes pol¨ªticas que nos dura de por vida. Es la idea de generaciones pol¨ªticas. De ah¨ª que no sea descabellado pensar que muchos de los j¨®venes actuales, socializados en un entorno vol¨¢til, convulso, de crisis econ¨®mica, tendr¨¢n actitudes y comportamientos diferenciados de manera sostenida en el tiempo.
Eso s¨ª, con una curiosa paradoja. Uno pensar¨ªa que generaciones socializadas en crisis abandonar¨ªan lo cultural y postmaterial (valores como el pacifismo o medioambiente) en favor de lo material y lo tradicional (como la econom¨ªa, la estabilidad). Sin embargo, este reflujo dista de ser evidente. Hoy vemos j¨®venes en un contexto de privaciones con actitudes mucho m¨¢s abiertas al feminismo y al ecologismo. Por tanto, para las nuevas generaciones lo material y lo cultural se entrelaza, aunque no lo hagan desde las mismas coordenadas, ya sea con valores libertarios o autoritarios. De pol¨ªticas que combinen redistribuci¨®n y reconocimiento depender¨¢ que se anclen en un polo o en otro.
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