La ¡°extraordinaria¡± conga de unas chimpanc¨¦s y el origen del baile en los humanos
Las ra¨ªces de la danza estar¨ªan ya en un ancestro com¨²n hace seis millones de a?os, seg¨²n dos estudios
Durante a?os, Holly y?Bakhari repitieron el mismo comportamiento para disfrute de los visitantes del zoo de San Luis (EE UU). Sin que conozcamos las causas, sin que nadie les ense?ara, las dos chimpanc¨¦s se coordinan de forma extraordinaria para caminar por su recinto en lo que los humanos llamar¨ªamos una conga. Andan una detr¨¢s de otra, sincronizando al mil¨ªmetro el ritmo y la velocidad de sus pasos, aunque encuentren obst¨¢culos en su camino. Los primat¨®logos que ahora las han estudiado consideran que es "extraordinario" y que ofrece claves muy interesantes sobre la evoluci¨®n humana m¨¢s all¨¢ del regocijo que provoca verlas en acci¨®n.
El baile habr¨ªa surgido por parejas en un comportamiento que reconforta: la danza tendr¨ªa una funci¨®n reparadora y de fortalecimiento de lazos sociales
Al mismo tiempo, unos cient¨ªficos japoneses pon¨ªan a prueba el sentido del ritmo de un grupo de chimpanc¨¦s criados en cautividad. Al sonar las notas del piano, los simios se balanceaban al ritmo, sobre todo si se encontraban sobre dos patas. De nuevo, estos especialistas consideran que estos balanceos son mucho m¨¢s que un juego. Dado que humanos y chimpanc¨¦s nos separamos de un ancestro com¨²n hace unos seis millones de a?os, es probable que las ra¨ªces del baile y el ritmo nos acompa?en desde entonces.
"Nuestros resultados muestran que uno de nuestros parientes vivos m¨¢s cercanos puede moverse en una cadencia r¨ªtmica precisa y hacerlo en sincronizaci¨®n con un compa?ero social movi¨¦ndose tambi¨¦n al mismo ritmo; por lo tanto, compartido", explica Adriano Lameira. Este primat¨®logo es uno de los autores del estudio que analizaba los movimientos de Holly y Bakhari y que han publicado en Scientific Reports. "Hasta ahora, no hab¨ªa evidencia de que los grandes simios pudieran hacer esto, especialmente en ausencia de entrenamiento o estimulaci¨®n humana", a?ade Lameira. El cient¨ªfico considera que este raro comportamiento social ofrece un vistazo "de c¨®mo podr¨ªan haber sido las primeras etapas de la evoluci¨®n de la danza, as¨ª como de las primeras funciones que el comportamiento podr¨ªa haber tenido".
Lameira, de la Universidad de Warwick, y sus colegas estudiaron la veintena de v¨ªdeos que hay disponibles del comportamiento de las dos chimpanc¨¦s, incluyendo un minucioso an¨¢lisis computacional de sus movimientos. La chimpanc¨¦ Holly muri¨® de c¨¢ncer el a?o pasado, por lo que no se puede seguir estudiando su conga. Estas hembras se coordinan totalmente, y no pierden el ritmo ni la sincronizaci¨®n aunque aceleren o aminoren la marcha en su avance por el recinto, con una precisi¨®n que les obliga a trabajar con todo el cuerpo a la vez (ver v¨ªdeo).?
Estos cient¨ªficos viajan hasta lo m¨¢s profundo de la psicolog¨ªa de estas chimpanc¨¦s para explicar el origen de su conga y, tambi¨¦n, para especular sobre el baile en humanos. Holly y Bakhari nacieron en 1998 con solo un par de semanas de diferencia, en zoos distintos, y fueron trasladadas al de San Luis sin sus respectivas madres, lo que les provoc¨® indudables carencias sociales y afectivas. Solas y de la misma edad, las chimpanc¨¦s tejieron una fuerte relaci¨®n. De ah¨ª pudo surgir esta conga: es habitual que animales con este tipo de carencias reproduzcan gestos estereotipados y movimientos repetitivos. Esa danza ser¨ªa, por tanto, un comportamiento que las reconforta y proporciona cierta paz: el baile tendr¨ªa una funci¨®n reparadora y de fortalecimiento de lazos sociales.
"El balanceo r¨ªtmico inducido por la m¨²sica est¨¢ profundamente arraigado en la evoluci¨®n y existi¨® hace aproximadamente seis millones de a?os", concluye Hattori
Lameira y su equipo piensan, por tanto, que el baile no surgi¨® en los humanos directamente como una actividad ritual de grandes grupos, sino por parejas. "Nuestro hallazgo muestra que un ritual social con las caracter¨ªsticas distintivas de la danza, ritmo preciso y sincronizaci¨®n, puede ocurrir en los grandes simios simplemente porque dos individuos ya obtienen beneficios al realizar el comportamiento", afirma en un correo electr¨®nico. Y a?ade: "Los cient¨ªficos ahora pueden comenzar a considerar posibles escenarios para la evoluci¨®n de la danza, donde las formas m¨¢s tempranas pueden haber estado basadas en parejas en lugar de asumir que la danza necesariamente ten¨ªa que ser un comportamiento comunitario".
Otro estudio, publicado en el ¨²ltimo n¨²mero de PNAS, plantea una nueva reflexi¨®n sobre el origen de la danza al desligar por completo el sentido del ritmo de la capacidad oral de los animales. Comenzaron poniendo ritmos musicales generados con piano a un grupo de chimpanc¨¦s en la Universidad de Kioto, lo que gener¨® balanceos r¨ªtmicos entre los chimpanc¨¦s machos y apenas en las hembras, que los primat¨®logos del estudio atribuyen al tipo de sociedad patriarcal en la que viven. Entre los chimpanc¨¦s m¨¢s bailongos destac¨® el macho Akira, por lo que el resto del estudio se centr¨® en sus reacciones (ver v¨ªdeo). A Akira no solo no le molestaban los ritmos, sino que se acercaba a la m¨²sica, y no pod¨ªa evitar moverse en cuanto se escuchaban los atronadores acordes, incluso siguiendo el ritmo solo con la mano, como hacemos los humanos.
Lo m¨¢s llamativo fue que cuando Akira escuchaba los ritmos estando sobre dos patas su movimiento era m¨¢s receptivo al tempo que marcaban esas notas. "En una postura b¨ªpeda, el cuerpo puede moverse con mayor flexibilidad que en una postura cuadr¨²peda", explica el primat¨®logo Yuko Hattori. Y a?ade: "Al igual que los humanos sincronizan los movimientos del cuerpo con el tempo o el ritmo de la m¨²sica, los chimpanc¨¦s tambi¨¦n realizan movimientos r¨ªtmicos de manera flexible en cierta medida seg¨²n el tempo en una postura b¨ªpeda".
Estos cient¨ªficos llegan a la misma conclusi¨®n que Lameira y su equipo, aunque por otro camino bien distinto: que?algunos fundamentos biol¨®gicos para la m¨²sica y la danza pueden estar profundamente enraizados en el ancestro com¨²n compartido por chimpanc¨¦s y humanos. Y que, dado que los chimpanc¨¦s no pueden hablar, esta capacidad no estar¨ªa ligada a la capacidad de vocalizar, que algunos estudiosos proponen teniendo en mente ¨²nicamente a humanos y aves. "El balanceo r¨ªtmico inducido por la m¨²sica est¨¢ profundamente arraigado en la evoluci¨®n y existi¨® hace aproximadamente seis millones de a?os, mucho antes de que los humanos adquirieran la habilidad del lenguaje", concluye Hattori.
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