Carmena y el sexo
La sexualidad afecta a la relaci¨®n que tenemos con los otros, en t¨¦rminos de violencia y poder
"Nos acostamos a las nueve y tembl¨¢bamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empec¨¦ y al cabo de un cuarto de hora la romp¨ª, y en esta ocasi¨®n no pudimos derramar ninguno de los dos". Con esta naturalidad describ¨ªa Carlos III a sus padres, en una carta fechada en 1738, su noche de bodas con Mar¨ªa Amalia de Sajonia, quien no hab¨ªa tenido a¨²n su primera regla aquel d¨ªa. Y con esta carta arranca Manuela Carmena, en 2019, su libro titulado A los que vienen, con un cap¨ªtulo entero hablando sobre sexo y educaci¨®n. A sus 75 a?os Manuela Carmena se sorprende de que los procesos educativos sigan "omitiendo el aprendizaje sobre uno mismo". Y cree que eso tiene que ver con que m¨¢s del 60% de los j¨®venes espa?oles aseguren que no les gusta estudiar, seg¨²n cuenta en el libro.
Esta reflexi¨®n es especialmente pertinente cuando nuestro pa¨ªs est¨¢ estancado en el nudo de su ombligo y los l¨ªderes que aspiran a gobernarnos no levantan jam¨¢s la cabeza de lo inmediato, no sea que se encuentren con el horizonte y sientan la tentaci¨®n de actuar con grandeza. Por lo dem¨¢s, el hecho de que los j¨®venes no tengan ni voz ni apenas voto (son pocos y cada vez nacen menos) est¨¢ necesariamente relacionado con la impunidad con que los pol¨ªticos omiten cualquier idea relacionada con el largo plazo.
Qu¨¦ curioso que sea precisamente Carmena quien salte a la palestra para articular un di¨¢logo con los m¨¢s j¨®venes. Una mujer de 75 a?os que est¨¢ ya fuera del circuito pol¨ªtico. Como si el urgente di¨¢logo entre generaciones solo fuera posible en la periferia del sistema, all¨ª donde ya no importa. Y qu¨¦ raro resulta que decida empezar hablando antes que nada, de sexo.
"Los hombres sienten el orgasmo cuando descargan semen a trav¨¦s del pene", explica Manuela a los j¨®venes. "Las mujeres sentimos el orgasmo a trav¨¦s de la excitaci¨®n del cl¨ªtoris, por medio de la penetraci¨®n o de otros medios. Por eso las mujeres nos podemos masturbar acarici¨¢ndonos con los dedos. Ya habr¨¦is notado el gusto que puede dar". Leerla resulta si no perturbador cuando menos extra?o en el discurso de un l¨ªder pol¨ªtico.
Sin embargo, creo que es realmente interesante la elecci¨®n del sexo como punta de lanza de su exposici¨®n. No solo porque es un asunto del que depende la vida de muchas mujeres, en un momento en que la violencia sexual sigue siendo asesina. Sino tambi¨¦n porque aborda la relaci¨®n de los j¨®venes (chicos y chicas) con su cuerpo y la forma en que se sienten en ¨¦l. Ya que de esta relaci¨®n nacer¨¢n un cierto tipo de personas y un cierto tipo de ciudadanos. La sexualidad ha sido una herramienta de control social desde que el papa Gregorio Magno, all¨¢ por el siglo VI, incluyera la lujuria entre los pecados capitales. Y a¨²n hoy sigue siendo un arma eficaz de control social. Sin embargo, la educaci¨®n sexual ni est¨¢ en las aulas ni se la espera, reducida en el mejor de los casos a alguna charla espor¨¢dica. Y ese hecho es pol¨ªtico. Lo lejos que ha quedado la intimidad de las instituciones tambi¨¦n lo ser¨¢n. Igual que lo ser¨¢n sus consecuencias.
Nos hemos acostumbrado a que nuestros cuerpos solo entren en el debate pol¨ªtico cuando el Estado propone ejercer formas de control sobre ellos, da igual que hablemos del aborto, la natalidad, la prostituci¨®n o de la ingenier¨ªa gen¨¦tica. Y es especialmente curioso que el sexo est¨¦ presente de una forma u otra en todos estos asuntos. Nos hemos acostumbrado a que la intimidad y la subjetividad queden fuera de cualquier espacio institucional y estamos empezando a ver como algo aceptable que la intimidad quede tambi¨¦n fuera del espacio sexual. A quienes tengan dudas sobre esto ¨²ltimo les invito a navegar un ratito en PornHub, la web de porno m¨¢s grande del mundo y la preferida por los j¨®venes seg¨²n sus propias estad¨ªsticas. Un para¨ªso del porno violento.
La forma en que abordamos la sexualidad y la relaci¨®n misma con nuestros cuerpos afecta a la relaci¨®n que tenemos con los otros, en t¨¦rminos de intimidad, violencia y poder. No es lo mismo sentir que el Estado puede ejercer control sobre nuestros cuerpos, que sentir que cada uno de nosotros debemos conocer y entender c¨®mo nos sentimos en nuestro cuerpo, comprender nuestra sexualidad y la de quienes nos rodean.
El asunto no es menor. Cuando el poder pol¨ªtico decide apropiarse de nuestros cuerpos, la intimidad se desdibuja poco a poco. Para el Estado cada vez tenemos menos cuerpo y es posible que dentro de poco seamos todos fantasmas. Por eso, cuando una abuelita nos habla con tanta naturalidad, como si los cuerpos fueran nuestros y fueran adem¨¢s un asunto pol¨ªtico, es posible que muchos no entiendan siquiera de qu¨¦ demonios nos est¨¢ hablando.
Nuria Labari es escritora y periodista, autora de 'La mejor madre del mundo' (Literatura Random House).
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