Buscar f¨®siles humanos, ?y eso para qu¨¦ sirve?
El director de una investigaci¨®n en Guinea para buscar el origen del bipedismo explica que buscan "saber d¨®nde y c¨®mo se produjo la transformaci¨®n de los simios que dejaron paulatinamente la vida en los ¨¢rboles"
Tenemos los espa?oles una actitud algo renuente en reconocer los beneficios que genera la cultura cient¨ªfica. Desde el ya cl¨¢sico ¡°Que inventen otros¡±, hasta la incredulidad del ciudadano medio que se pregunta y nos pregunta: ¡°¡ y eso que hac¨¦is, ?para qu¨¦ sirve?¡±. Colectivamente, no tenemos muy clara la necesidad de invertir en investigaci¨®n b¨¢sica.
Con fondos de la convocatoria Explora Ciencia del Ministerio que se dedica a la promoci¨®n de la ciencia en Espa?a, cuya siglas mutan m¨¢s r¨¢pido que el ADN mitocondrial, hemos iniciado un proyecto de investigaci¨®n en el coraz¨®n de las selvas lluviosas del ?frica central, en la Rep¨²blica de Guinea Ecuatorial. Desde aqu¨ª nuestro agradecimiento a las instituciones cient¨ªfico-t¨¦cnicas ecuatoguineanas por su imprescindible ayuda log¨ªstica.
Buscamos responder a la pregunta de cu¨¢l fue el ecosistema original donde surgi¨® la locomoci¨®n b¨ªpeda, el rasgo humano por excelencia. Queremos saber d¨®nde y c¨®mo se produjo la transformaci¨®n de unos simios que dejaron paulatinamente la vida en los ¨¢rboles y comenzaron a caminar por el suelo vali¨¦ndose exclusivamente de las piernas. ?Ten¨ªa raz¨®n Darwin cuando predijo que los restos de nuestros antepasados prehumanos se deber¨ªan encontrar en regiones donde viven hoy los grandes simios africanos, gorilas y chimpanc¨¦s?
Parad¨®jicamente, toda la documentaci¨®n f¨®sil sobre la evoluci¨®n de los homininos anterior a los dos millones de a?os procede del este y sur de ?frica, y casi nada sabemos de lo ocurrido con los simios y humanos que habitaron las pluvisilvas del Congo y golfo de Guinea en los ¨²ltimos millones de a?os. Lo inexplorado de estas zonas, unido a la improbable conservaci¨®n de restos org¨¢nicos en los suelos de estos bosques, ha deparado la casi total ausencia de registros paleontol¨®gicos. Por eso, cualquier registro arqueo-paleontol¨®gico que pudi¨¦semos encontrar en estas zonas representar¨¢ un considerable avance en nuestro conocimiento de la evoluci¨®n humana. Es ah¨ª donde se inscribe nuestro proyecto. Siguiendo el encargo socr¨¢tico del ¡°con¨®cete a ti mismo¡±, nuevas evidencias nos ayudar¨ªan en la empresa de saber c¨®mo hemos recorrido ese largo camino evolutivo salpicado de procesos complejos, extinciones locales, adaptaciones, deriva gen¨¦tica e hibridaci¨®n entre especies. En resumen, servir¨ªa para saber m¨¢s de la naturaleza humana.
?Ten¨ªa raz¨®n Darwin cuando predijo que los restos de nuestros antepasados pre-humanos se deber¨ªan encontrar en regiones donde viven hoy los grandes simios africanos, gorilas y chimpanc¨¦s?
Y m¨¢s all¨¢ de todo eso, descubrir huesos prehist¨®ricos en el coraz¨®n de las selvas ecuatoriales y su posterior an¨¢lisis nos ayudar¨ªa a generar conocimiento en ese marco ancho e interconectado que llamamos cultura. En la tensi¨®n del inter¨¦s econ¨®mico entre lo material y lo cultural, la historia desvela una ecuaci¨®n sencilla: a mayor saber mayor bienestar y por ende mayor longevidad. Sencillamente porque algunos comprendieron que la ignorancia y los prejuicios culturales, las ataduras del alma, empobrecen y acortan la vida sin que nos apercibamos. Pero adem¨¢s, la historia tambi¨¦n nos proporciona ejemplos claros de los posibles beneficios materiales que genera la investigaci¨®n b¨¢sica paleontol¨®gica.
Pongamos un ejemplo. Durante d¨¦cadas, descubrir nuevos restos neandertales pudo considerarse un acto l¨²dico carente de toda utilidad material. A?os despu¨¦s, el avance de la biolog¨ªa molecular puso en la cabeza de unos visionarios la posibilidad de extraer ADN de aquellos huesos, los mismos que a los ojos de algunos no serv¨ªan para nada. Hoy sabemos que los seres humanos actuales nos hibridamos con especies humanas arcaicas (descubiertas solo gracias a la investigaci¨®n paleontol¨®gica) y que aquellas especies hoy extinguidas nos transfirieron algunos de sus genes; buena parte de los lectores de estas l¨ªneas tienen en sus cromosomas un 2% de ADN neandertal. Bien, posiblemente un conocimiento l¨²dico. Pero resulta que adem¨¢s esos genes afectan a nuestras vidas, se expresan en nuestro organismo y determinan parte de nuestra biolog¨ªa y patolog¨ªa. Ya existe toda una rama de las ciencias biom¨¦dicas que est¨¢ esclareciendo el modo en que la herencia de aquellos f¨®siles determina nuestro estado de salud. Una derivada de la paleontolog¨ªa¡
Desde un utilitarismo de corto plazo es posible que investigar sobre los f¨®siles tenga poco valor. Sin embargo, gracias a ellos nos enfrentamos a la profundidad del tiempo geol¨®gico y las escalas temporales en las que se desenvuelve la historia. En ¨²ltima instancia la realidad en la que vivimos, nuestro ser evolutivo, no es sino un mosaico de realidades imbricadas cada una proveniente de un tiempo distinto. Los huesos f¨®siles perdidos en las selvas sirven al empe?o de componer el mosaico de lo que somos.
Antonio Rosas es director del Grupo de Paleoantropolog¨ªa en el Museo Nacional de ciencias Naturales, CSIC.?
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