Para Londres, ning¨²n sentimentalismo
La ¨²nica estrategia posible de la UE es hacerse respetar
El vicepresidente de la Comisi¨®n Europea Frans Timmermans, holand¨¦s y socialista, es un tipo formidable. Lo demostr¨® su dureza contra el totalitarismo del Gobierno polaco y contra la deriva putchista del secesionismo catal¨¢n. Pero incluso los mejores cometen sandeces. Lo es su reciente y lacrim¨®gena carta de amor al Reino Unido. Los dem¨¢s no tenemos la culpa de su cari?o filial por haber estudiado en un colegio brit¨¢nico de Roma.
Y sobre todo, en momentos de alta tensi¨®n negociadora, su pretensi¨®n de que ¡°los lazos familiares nunca pueden cortarse¡±, adem¨¢s de ignorar la vida real y sus divorcios, resulta un brindis al pa¨ªs separatista que est¨¢ del todo fuera de lugar. Peor: su presunci¨®n de que ¡°siempre ser¨¢ bienvenido¡± si decide regresar a la UE es est¨²pida. Menos mal que su jefa, la democristiana alemana Ursula von der Leyen, exhibe firmeza cuestionando si las negociaciones ¡°son posibles en tan poco tiempo¡±.
Incluso quienes deploramos, y mucho, que el Brexit depare da?os irreparables a la UE, porque es un socio clave y le a?ade valores (el parlamentarismo, la dimensi¨®n de seguridad, el cosmopolitismo, la cultura liberal), no podemos ocultar que entra?a costes ocultos, am¨¦n de los obvios: econ¨®micos, al degradar la marca UE; de oportunidad, porque exige dedicar energ¨ªas a un asunto idiota en vez de a proyectos inteligentes; terap¨¦uticos...
La ¨²nica estrategia posible de la UE es hacerse respetar. Miren a Washington: Donald Trump, el mellizo rubio de Boris Johnson, ya le ordena que no colabore con la tecnol¨®gica Huawei, so pena de que la dictadura china le robe sus secretos nucleares y de espionaje, ese modo de advertir de que igual deja a Londres en la estacada cuando se largue de Europa: ?la excolonia que se rebela y ejerce de metr¨®poli, cuando esta pretende volver a ser imperio! Divertida comedia de enredos.
Sepan los brit¨¢nicos que Timmermans yerra. Que ser¨¢n o no bienvenidos de nuevo a la UE, seg¨²n lo que ocurra. Que si su Gobierno chantajea a Europa, como ahora, negando una posible ampliaci¨®n del plazo de negociaci¨®n del tratado futuro, agitando el fantasma de un Brexit salvaje, o con est¨¢ndares de competencia desleal laboral, fiscal o medioambiental al modo de un siniestro Singapur vecino, topar¨¢n con una dureza infinita.
Su pa¨ªs ser¨¢ ¡°rival¡±, como describi¨® la canciller Merkel. Y en caso de duda, siempre quedar¨¢ Francia. Y la unanimidad como requisito para aceptar a cualquier nuevo socio del club.
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