En el mes m¨¢s oscuro, aterrizamos en el norte en busca de los ciudadanos m¨¢s afortunados del planeta. ?Por qu¨¦ es este el pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo? Este es un viaje para conocer la respuesta.
Viajamos al lugar que invent¨® la sauna para descubrir por qu¨¦ es el pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo, seg¨²n Naciones Unidas, por segundo a?o consecutivo.
Aterrizo en Helsinki. Al intentar pagar el tren al centro, se me clava el fr¨ªo del and¨¦n. Olvid¨¦ mi vida ¡ªcarn¨¦, m¨®vil, billetera¡ª en el ba?o de llegadas del aeropuerto. No puedo volver a entrar. Corro a un mostrador. Una empleada me escucha, inmune a mi cara de terror. Telefonea. Espero. Vuelve a telefonear. Nada. Me manda a otra ventanilla. All¨ª, la mujer, impasible, hurga bajo la repisa y pregunta: ¡°?Ana?¡±. Levanta el DNI. El tel¨¦fono. La cartera. En Finlandia dejas tu identidad en el v¨¢ter y te la devuelven. Una revista abandon¨® 12 carteras en 16 ciudades. Helsinki result¨® ser la m¨¢s honrada del mundo. Aparecieron 11; en Madrid, 2. Al llegar al pa¨ªs plusmarquista en tantas cosas ¡ªel m¨¢s libre y estable del mundo y el que m¨¢s contribuye al bienestar de la humanidad¡ª me toca experimentar precisamente este r¨¦cord. Casi lloro de alivio. Ya puedo ponerme a buscar el secreto de la felicidad finlandesa.
-?Os acord¨¢is de aquellos turistas espa?oles?
Entre el vapor y la oscuridad de la sauna apenas se distinguen los rostros de una decena de hombres y mujeres. Salvo Ana, una joven mexicana que acompa?a a Riikka, la t¨ªa abuela de su hijo, son todos de mediana edad. Riikka cuenta que el ritual de sauna y ba?o en el mar le hace sobrellevar la largu¨ªsima ¨¦poca de oscuridad. A Outi, una jovial m¨¦dica en la cincuentena, le relaja. Un se?or revela que conoci¨® aqu¨ª a la sonriente mujer que se sienta a su lado. ?De qu¨¦ suelen conversar? ¡°Del tiempo. O de recetas de cocina¡±, dice Outi. Lleva 19 a?os viniendo aqu¨ª, pero no conoce el apellido de los otros socios. Ni su profesi¨®n. ¡°Existe una regla. No se habla ni de trabajo ni de pol¨ªtica¡±. Buen lugar para saborear esta igualitaria sociedad.
Sudar en un cuarto de madera es el gran pasatiempo (e invento) finland¨¦s. Hay 2,3 millones de saunas en este extenso pa¨ªs encastrado entre Rusia y Suecia con 5,5 millones de habitantes. Casi una por cada dos ciudadanos. En esa habitaci¨®n caldeada nac¨ªan los ni?os y se desped¨ªa a los muertos. Se antoja un s¨ªmbolo de ese n¨²cleo resistente, tremendamente pr¨¢ctico, de una naci¨®n sometida a adversidades de todo tipo ¡ªclim¨¢ticas, econ¨®micas, b¨¦licas¡ª y que ha viajado a velocidad supers¨®nica desde la penuria de una sociedad rural hasta la cumbre del desarrollo humano.
Un ba?ista descansa en un club de nataci¨®n de invierno en el centro de Helsinki tras sumergirse en el mar B¨¢ltico. El camino hacia el agua est¨¢ cubierto de una alfombra calefactada para evitar el hielo.
La sauna de un club de nataci¨®n de invierno en el centro de la capital finlandesa.
La nieve alivia la oscuridad en Helsinki.
En este club de Helsinki ¡ªun par de sencillas caba?as junto a un embarcadero¡ª, mujeres en el trance de desvestirse para correr hacia el mar azotadas por el aguacero preguntan: ¡°Pensar¨¢s que estamos locos, ?no?¡±. ?Y contentos? Finlandia es oficialmente el pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo por segundo a?o consecutivo, seg¨²n un informe de Naciones Unidas. Una se?ora entra en el vestuario con una diminuta toalla por toda indumentaria y responde: ¡°S¨ª, los finlandeses. Felices y desnudos, eso es lo que dicen, ?no?¡±.
Y lo que dice el ex primer ministro Antti Rinne es: ¡°En nuestra sociedad hay equidad, el Estado de bienestar significa que cada persona posee el mismo derecho a la educaci¨®n y a las prestaciones sociales. Es adem¨¢s un pa¨ªs seguro para todos. Creo que debido a esas dos cosas somos tan felices¡±.
Si lanzas la pregunta a quienquiera que encuentres, arquear¨¢ las cejas. Probablemente ironice sobre la inclemente penumbra (poco m¨¢s de seis horas de luz) que nos rodea: ¡°?Bienvenida a Finlandia en noviembre!¡±, dir¨¢ con media sonrisa. Despu¨¦s responder¨¢ que m¨¢s bien se siente satisfecho con su vida. Citar¨¢ la educaci¨®n con toda seguridad. El Estado de bienestar. La igualdad. La confianza en los otros. Su creencia de que todo funciona. Algo as¨ª se refleja en el Informe sobre la felicidad en el mundo. No son los reservados finlandeses, modestos con sus logros, los que expresan m¨¢s emociones alegres. Pero sobresalen en constatar la escasa corrupci¨®n, la gran libertad de la que disponen para tomar decisiones sobre su vida, y que, en caso de necesidad, siempre pueden contar con alguien.
61 a?os, dise?adora gr¨¢fica
De octubre a abril, combina la sauna con sumergirse en el mar B¨¢ltico. ¡°Me hace sentir bien tanto f¨ªsica como ps¨ªquicamente. Despu¨¦s de ir al sauna (80 grados) y nadar en el mar congelado (ahora mismo ¨C1 C?) me siento valiente, limpia, fresca y serena. Todo lo dem¨¢s se olvida. El sentido del tacto, todo el cuerpo se sensibiliza. La circulaci¨®n de la sangre se acelera y me calienta. Me siento calmada, contenta y despierta¡±. Mientras se viste junto a la joven mexicana Ana Coudurier, la madre de su sobrino nieto, tan plet¨®rica como ella, asegura: ¡°Me ayuda a pasar los inviernos¡±. Ana, por su parte, relata que su mala circulaci¨®n ha mejorado con esta pr¨¢ctica. Riika bromea sobre la felicidad de sus compatriotas: ¡°Quiz¨¢ se les haya entrevistado justo despu¨¦s de salir del sauna y el avanto (nataci¨®n de invierno)...¡± Pero sin duda cree que su afici¨®n tiene que ver con la dicha finlandesa.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
El origen es un Estado democr¨¢tico establecido en una Constituci¨®n de gran calado tras finalizar la sangrienta guerra civil de 1918, considera el profesor de Historia del Derecho Jukka Kekkonen. Un momento para la reconciliaci¨®n del joven pa¨ªs, que hab¨ªa conseguido la independencia de Rusia en 1917. A partir de ah¨ª, lo que hace a Finlandia ¨²nica es ¡°la comprensi¨®n del significado de las coaliciones pol¨ªticas, el consenso y los compromisos en los grandes temas, adem¨¢s de la justicia e igualdad¡±. Esas amplias alianzas de fuerzas moderadas han sido fundamentales, cree, en la construcci¨®n de una sociedad no exenta de desaf¨ªos como guerras y escollos econ¨®micos: el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, coincidente con una gran crisis en los noventa; la ca¨ªda del gigante tecnol¨®gico Nokia y la Gran Recesi¨®n.
Cuando se hizo este reportaje, a finales de noviembre, Rinne era el primer gobernante socialdem¨®crata en 20 a?os, al frente de un Ejecutivo de coalici¨®n de centro izquierda. Hab¨ªa vencido por la m¨ªnima al ultra y xen¨®fobo Partido de los Finlandeses, aupado como su propia formaci¨®n por el descontento creado por la brecha social y los recortes del Ejecutivo anterior. Rinne cay¨® el 3 de diciembre, acusado de mentir en sede parlamentaria sobre la huelga del servicio postal.
Su dimisi¨®n provoc¨® un nuevo r¨¦cord nacional. La sucesora, Sanna Marin, se convirti¨®, a los 34 a?os, en la primera ministra m¨¢s joven del mundo, en medio de una situaci¨®n ins¨®lita: los cinco partidos del Gobierno est¨¢n liderados por mujeres, cuatro de ellas menores de 35. Una marca que se entiende mejor con un dato. Las finlandesas fueron las primeras del mundo en poder votar y presentarse a las elecciones, en 1907. Su presencia laboral es alt¨ªsima, con una tasa de empleo superior al 70%, ligeramente inferior a la masculina.
Finlandia, una econom¨ªa muy industrializada (con amplio m¨²sculo en electr¨®nica) y basada en el sector servicios, es una de las m¨¢s generosas de la OCDE en protecci¨®n social. Gasta el 30,9% de su PIB, con una renta per capita (42.340 euros) inferior al resto de los pa¨ªses n¨®rdicos. Ese paraguas de seguridad, que no se despleg¨® totalmente hasta los sesenta del pasado siglo, cubre ahora a Edvin, un pl¨¢cido beb¨¦ en brazos de su padre en el consultorio del centro de salud. Algo no va bien. La m¨¦dica le acerca un aparato que zumba a la oreja izquierda. Ni se inmuta. Toca la revisi¨®n de los ocho meses. La sanidad p¨²blica finlandesa est¨¢ tensionada por el ritmo r¨¦cord de envejecimiento (se ha colocado en 10 a?os casi a la cabeza de la UE, con el 21% de mayores de 65 a?os) y la baja natalidad. El Ejecutivo pretende enmendar los recortes del Gobierno conservador anterior ¡ªque cay¨® al pretender privatizar en parte la sanidad y recentralizarla¡ª a base de inyectar dinero, subiendo impuestos y generando m¨¢s empleo.
Durante media hora la m¨¦dica, una enfermera y una estudiante pesan, miden y auscultan a Edvin. Escuchan y hablan. ¡°Tiene una infecci¨®n en el o¨ªdo. Le han prescrito antibi¨®ticos¡±, cuenta el padre, Juhana Tuunanen, diplom¨¢tico de 37 a?os, frente a un caf¨¦ al regresar a casa. Es un apartamento con una habitaci¨®n ¡ªy sauna, claro¡ª en una zona acomodada de Helsinki. Llueve, pero deja a su hijo en el balc¨®n. ¡°As¨ª duerme mejor la siesta¡±.
37 a?os, diplom¨¢tico
Disfruta mucho de estar en casa cuidando de su hijo Edvin, un beb¨¦ con la cara curtida por la intemperie a punto de cumplir ocho meses. Solo uno de cada cuatro padres se beneficia completamente de la baja paternal, de nueve semanas o de la denominada ¡°parental¡±, en la que uno de los dos c¨®nyuges asume un permiso pagado de seis meses m¨¢s. ¡°En algunas partes de la sociedad se ve que criar a los hijos es una tarea de las madres¡±, lamenta este padre dedicado, que tambi¨¦n cocina y se encarga de la limpieza, ¡°y en ciertos sectores es dif¨ªcil para los padres quedarse en casa¡±. Sobre la dicha en la que Finlandia destaca reflexiona: ¡°En invierno cuando voy en bici a trabajo me pregunto c¨®mo puedo ser feliz cuando no he visto el sol en dos meses y no para de llover. Tiene que ver con que el sistema funciona y nos da la posibilidad de ser felices¡±.
Hay fotos de Juhana con su esposa y su otra hija, de siete a?os, en la estanter¨ªa del sal¨®n. Sobre todos se vierte la protecci¨®n del Estado finland¨¦s. El recuento de beneficios parece infinito: por Edvin recibir¨¢n 105 euros al mes hasta que cumpla 17 a?os. Cuando naci¨® percibieron 170, el equivalente de lo que cuesta la famosa caja de cart¨®n que el Estado env¨ªa en cada nacimiento, con ropa y alimentos para los dos primeros meses. Ya disfrutaban de la de su hermana. La madre ha tenido cuatro meses de baja; ¨¦l, nueve semanas. Ambos se pueden repartir seis meses m¨¢s. Por eso ¨¦l cuida del beb¨¦, cocina y limpia. La ni?a ha asistido a una escuela infantil asequible (¡°cuesta entre 50 y 300 euros, dependiendo de los ingresos familiares¡±, dice ¨¦l) y a los cinco a?os ha comenzado la educaci¨®n preescolar gratuita que ofrece la capital. ¡°Tener hijos no significa un cambio dram¨¢tico¡±, dice. Influye que tanto su esposa como ¨¦l trabajan no m¨¢s de ocho horas diarias, algo habitual en Finlandia.
Edvin ha despertado. Su foco de atenci¨®n es el micr¨®fono que registra las palabras del padre. ¡°Bueno, los servicios p¨²blicos no salen de una caja m¨¢gica, tenemos que pagar una cantidad bastante alta de impuestos, yo estoy muy contento de pagarlos¡±, dice, repitiendo algo que te vas acostumbrando a escuchar, ¡°los recibo luego en servicios que para m¨ª son muy importantes¡±. La presi¨®n fiscal finlandesa es del 42,2% sobre el PIB, inferior al resto de los pa¨ªses escandinavos salvo Noruega. En Espa?a supone un 34,4%.
En la sauna, siguen con la historia de los espa?oles:
¡ªTen¨ªamos un agujero en el hielo para ba?arnos. Se acercaron a mirar, tanto, que el hielo se rompi¨® y cayeron al agua.
Acabaron metidos aqu¨ª, en este refugio asediado por la furia del chaparr¨®n, mientras su ropa se secaba.
La hija de siete a?os de Juhana ha empezado ya el colegio. Educaci¨®n se escribe aqu¨ª con may¨²sculas. P¨²blica y gratuita hasta el doctorado, es una de las mejores del mundo. Hanna, Evii, Harris y Aarhun gu¨ªan con cierta condescendencia la visita en el colegio Pukinm?enkaari, al norte de Helsinki. Aarhun ya ha cumplido los 16 a?os. Alto, moreno, se expresa en un ingl¨¦s rico. Su familia se ha mudado desde Azerbaiy¨¢n: ¡°Este colegio es mucho m¨¢s divertido¡±, explica. ¡°Los profesores te apoyan. Te dan las calificaciones que mereces, no te aprueban por llevar regalos al maestro o hacerle la pelota. Tenemos m¨¢s recreos y m¨¢s largos y puedes hacer un mont¨®n de cosas con tus amigos¡±. Lo que se ve en el paseo son aulas sin libros y con ordenadores, algunas con cojines en forma de cono por todo mobiliario y un ala con peque?os con graves discapacidades, permanentemente encamados o en sofisticadas sillas de ruedas, siempre con un profesor junto a cada uno de ellos.
Estudiantes del colegio Pukinm?enkaari,en una de las aulas.
El socialdem¨®crata Antti Rinne, fotografiado como primer ministro en sus oficinas. D¨ªas despu¨¦s de la entrevista, dimiti¨®.
La ministra de Educaci¨®n, Li Andersson, de 32 a?os, tambi¨¦n l¨ªder de la Alianza de la Izquierda, uno de los cinco partidos del Gobierno. Todos ellos est¨¢n dirigidos por mujeres, la mayor¨ªa, menores de 35.
Escolares en el colegio Pukinm?enkaari, en el norte de Helsinki.
Lo que no se ve es que todos los maestros tienen un m¨¢ster en la materia que ense?an y que ejercen una de las profesiones m¨¢s deseadas, que hay un plan contra el acoso copiado en todo el mundo, que los horarios son cortos, que se trabaja por proyectos y que los 960 alumnos apenas se llevan deberes a casa. Buen lugar para evocar al profesor Pasi Sahlberg, experto en el sistema educativo del pa¨ªs: ¡°Finlandia parece haber encontrado un equilibrio dorado entre presi¨®n y libertad para que sus alumnos consigan buenos resultados¡±. Todo ello, dice, es el resultado de medio siglo de evoluci¨®n social en el que se prima la colaboraci¨®n entre escuelas y la educaci¨®n individualizada. ?Es este excelente sistema una de las razones de la dicha de sus compatriotas? ¡°Absolutamente¡±, responde. La joven ministra de Educaci¨®n y Cultura, Li Andersson, tambi¨¦n asiente: ¡°Da igual que hablemos de empleo, felicidad, igualdad, creatividad o crecimiento. Todas esas cosas tienen su origen en lo bien que funciona el sistema educativo: eso, y el conocimiento, otorga a la gente herramientas para enfrentarse a lo que tenemos alrededor¡±.
Precisamente la gran baza del Ejecutivo para el crecimiento econ¨®mico pasa por la educaci¨®n, zarandeada por los recortes, a la que planea inyectar 2.000 millones de euros en cuatro a?os, y lo m¨¢s importante: ¡°En 2022 todos los alumnos han de estudiar secundaria (desde los 16 a?os) obligatoriamente¡±, anuncia, rotundo el ex primer ministro Rinne. Es f¨¢cil de entender, dice. A m¨¢s cualificaci¨®n, m¨¢s empleo.
— Suelta el aire. Espira mientras bajas. As¨ª. Tranquila.
La monitora de nataci¨®n de invierno P?ivi P?lvim?ki hace equilibrios sobre el hielo que tamiza el muelle mientras da instrucciones. Verla en ba?ador y tocada con gorro de lana resultar¨ªa gracioso si tu cabeza no estuviese ocupada en sobrevivir. Miles de agujas se clavan en las piernas. Es importante acordarse de respirar con el agua a cuatro grados.
45 a?os, monitora de nataci¨®n de invierno
Dej¨® su carrera en arte y teatro por estar en la naturaleza, junto al agua. Trabaja en los parques nacionales finlandeses. ¡°Estoy satisfecha con mi vida¡±, dice despu¨¦s de una sesi¨®n de ba?os a cuatro grados, combinados con sauna en el parque Nacional de Nuuksio, ¡°y tambi¨¨n con los est¨¢ndares que tenemos en este pa¨ªs. He vivido fuera y puedo comparar. La naturaleza se nos acerca continuamente. El Estado de bienestar te da oportunidades y es una gran base para ser feliz¡±. Sumergirse en agua helada, algo que practican regularmente 150.000 finlandeses, ¡°rebaja la tensi¨®n arterial¡±, asegura, ¡°mejora el sue?o y genera una inyecci¨®n de hormonas del bienestar¡±.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
Una luz mortecina descubre los abetos que abrazan la laguna. Amanece en el descomunal escenario del parque nacional de Nuuksio, a solo media hora de Helsinki. El bosque, cuajado de lagos, es la esencia de Finlandia. El mayor recurso natural, bandera de exportaciones y ese lugar al que siempre se vuelve. Ocupa casi tres cuartas partes del pa¨ªs. La mitad de sus ciudadanos dicen que lo que m¨¢s les gusta es hacer ejercicio en la naturaleza, como a P?ivi. ¡°Nadar en invierno me dispara la energ¨ªa, es una experiencia extrema, una especie de meditaci¨®n¡±. Para la periodista Katja Pantzar, hundirse en agua helada es un s¨ªmbolo de sisu, un t¨¦rmino fin¨¦s que describe una fortaleza casi sobrehumana y que est¨¢ en su ADN. La que repeli¨® a ¨C40 grados al equipad¨ªsimo y superior Ej¨¦rcito sovi¨¦tico en 1939, o la que mostr¨® Lasse Vir¨¦n tras caer en los 10.000 metros en M¨²nich 72, levantarse y vencer batiendo un r¨¦cord mundial.
Nos refugiamos, solas, en la sauna de una cabina. Es f¨¢cil imaginarse en una de esas caba?as de vacaciones a las que todo el mundo se escapa. Hay una por cada 2,5 edificios de viviendas. ¡°Nos gusta la vida simple y contemplar lo que pasa en las diferentes estaciones¡±, dice.
56 a?os, ingeniera e investigadora
Estudi¨® ingenier¨ªa forestal, pero se decant¨® por el dise?o de los espacios verdes en las ciudades, algo en lo que la capital finlandesa es pionera. Dirige un equipo en el Instituto de Recursos Naturales de Finlandia que estudia el impacto de la naturaleza sobre la salud. ¡°Con tan solo 15 minutos en el bosque ya hay se?ales fisiol¨®gicas que indican que se rebaja es estr¨¦s. Si se permanece m¨¢s tiempo, crecen las emociones positivas¡±, dice en los alrededores del parque Nacional de Nuuksio en una ma?ana en que la helada dificulta el paseo, ¡°Los finlandeses se sienten en casa cuando est¨¢n en el bosque, por eso hay tantas caba?as de vacaciones. Son directos, honestos y muy pr¨¢cticos¡±
Finlandia tiene adem¨¢s el aire de mejor calidad del mundo y ciudades atravesadas de verde. Un buen sitio para Liisa Tyrv?inen, que investiga el efecto de los bosques sobre la salud. ¡°Basta una visita de un cuarto de hora para rebajar los marcadores de estr¨¦s¡±, comenta. Supervisa un proyecto con un bosque terap¨¦utico dentro de un hospital. ¡°Este pa¨ªs es ¨²nico en su relaci¨®n con la naturaleza. El 96% de sus ciudadanos la visita¡±, dice. ¡°Y est¨¢ demostrado que cuando est¨¢s en contacto con ella te comprometes con la sostenibilidad¡±. En los ¨²ltimos comicios la mayor preocupaci¨®n de los electores fue el cambio clim¨¢tico. Finlandia quiere ser neutra en carbono en 2035, un objetivo m¨¢s ambicioso que el europeo. El plan incluye rebajar combustibles f¨®siles, producir energ¨ªa solar y e¨®lica, y electrificar calefacci¨®n y transporte.
Un parque de Helsinki al amanecer.
Platos del restaurante Gron, especializado en ¡°comida salvaje¡±, elaborada con bayas, setas y otras plantas silvestres.
Sauna en una cabina junto a un lago en el Parque Nacional de Nuuksio, cerca de Helsinki.
La ley permite adentrarse y acampar en cualquier arboleda privada. Y recoger setas o frutos rojos. Hay restaurantes de ¡°comida salvaje¡± que ofrecen platos con bayas, hongos y plantas silvestres. Uno de ellos es Gron, un diminuto local de Hel?sinki que expone su estrella Michelin en el retrete. ¡°Recogemos 800 kilos de vegetales que preservamos¡±, informa con aire solemne el camarero al servir un men¨² en el que la cebolla se combina con flores de ajo, y el postre est¨¢ elaborado con estambre de pino y brotes de abeto.
P?ivi nada en el silencio del alba. Al emerger parece otra. La visitante entiende por qu¨¦. Hundirse en agua helada y brillar, met¨¢fora de Finlandia
— Dicen que lo ¨²nico que falta en Kauniainen es un campo de golf porque no cabe.
Lo cuenta Christoffer Masar, alcalde de esta ciudad de 9.700 habitantes y solo seis kil¨®metros cuadrados, al volante de su coche. La lluvia desdibuja las luces del atasco de las cuatro de la tarde. Ya es de noche. La mayor¨ªa de los vecinos trabajan en Helsinki, que est¨¢ a 15 kil¨®metros, o en la vecina Espoo. En Kauniainen no habr¨¢ campo de golf, pero hasta tiene una escalera que no lleva a ning¨²n sitio porque solo se construy¨® para hacer ejercicio.
38 a?os, alcalde de Kauniainen
Abogado y funcionario p¨²blico, responde tanto ante los pol¨ªticos (de centro derecha) elegidos para el Ayuntamiento de la ciudad m¨¢s feliz de Finlandia como ante sus convecinos, que pueden hablar por tel¨¦fono con ¨¦l con normalidad. Las largas horas de trabajo le impiden ver a su hijo reci¨¦n nacido. ¡°M¨¢s que felices, estamos satisfechos¡±, asegura el gestor, ¡°tenemos educaci¨®n gratuita, sanidad pr¨¢cticamente gratis, has de pagar muchos impuestos pero la mayor¨ªa de las cosas funcionan, ¡°aqu¨ª todos creen que forman parte de la sociedad y que nadie se queda atr¨¢s¡±. El Estado del bienestar es el factor m¨¢s importante para la felicidad, asegura, ¡°pero es probablemente un producto de nuestra historia y de una naturaleza que no perdona. Finlandia es durante una gran parte del a?o un lugar fr¨ªo y oscuro, as¨ª que un prerrequisito para sobrevivir y prosperar es trabajar juntos. Sin m¨¢s recursos que los bosques, el agua limpia y el espacio, tenemos que invertir en la gente, a trav¨¦s de la educaci¨®n y la sanidad¡±.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
Si Finlandia es el pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo, este pu?ado de casas dispersas entre los ¨¢rboles, indistinguibles casi en la eterna oscuridad de noviembre, es la comunidad m¨¢s dichosa, seg¨²n una encuesta de 2017. ?La raz¨®n? ¡°Es una comunidad de vecinos ricos, muy formados, eso es importante¡±, explica el puntilloso regidor, de 38 a?os. Es un funcionario, como todos los alcaldes finlandeses, a las ¨®rdenes de los pol¨ªticos electos. Para saber m¨¢s porqu¨¦s sobre esta felicidad hay que enterrarse. Literalmente.
Los miembros de un club de esqu¨ª entrenan en un rock¨®dromo subterr¨¢neo en Kauniainen. Las agrupaciones deportivas son financiadas en parte por el Ayuntamiento.
Una patinadora se ejercita en la pista de hielo de Kaunianen.
Integrantes de un club de gimnasia entrenan en las instalaciones de un b¨²nker de protecci¨®n civil en la ciudad de Kauniainen. Sus habitantes se declaran los m¨¢s satisfechos dentro de todos los municipios de Finlandia.
Un partido de balonmano en Kauniainen, La cancha est¨¢ construida dentro de un refugio de protecci¨®n civil, obligatorio en todo el pa¨ªs. Se pueden utilizar para diferentes actividades pero deben acondicionarse en 72 horas para acoger a la poblaci¨®n.
Un port¨®n franquea la entrada a un b¨²nker excavado en una colina. Ah¨ª empieza la vida. Hay chiquillos a la carrera por un t¨²nel que parece no tener fin; balonmano juvenil en una cancha cubierta por roca; acrobacias de gimnastas adolescentes y la excitaci¨®n de trepar por un roc¨®dromo subterr¨¢neo. Los primeros refugios civiles se construyeron en 1938, antes de la guerra contra la vecina Uni¨®n Sovi¨¦tica. Desde los a?os cincuenta las ciudades y edificios poseen refugios antib¨¦licos. Hay 45.000 en todo el pa¨ªs, un hormiguero de pistas deportivas, aparcamientos o trasteros que en 72 horas deben ser habilitados para acoger a la poblaci¨®n. Kauniainen alberga 100 clubes y asociaciones de todo tipo, financiados en parte por el Ayuntamiento. Muchos de ellos entrenan en estas curiosas instalaciones.
El municipio gasta alrededor de 300 euros al a?o por habitante en actividades deportivas, el triple que la media de otros Ayuntamientos. Tambi¨¦n invierte el triple en educaci¨®n de adultos y m¨¢s que otros en educaci¨®n infantil. Y eso que los impuestos municipales son los m¨¢s bajos del pa¨ªs. Pero tener un grueso de contribuyentes ricos implica recaudar mucho.
La trepidante actividad intramuros se repite en las tres plantas del centro de educaci¨®n de adultos, que recibe a 4.000 estudiantes al a?o. Atte Saari, 80 a?os, grande, compacto, sale de clase de estonio. Dice que le da pereza pedalear los 100 kil¨®metros diarios que sol¨ªa y solo sale a caminar. ¡°No tengo nada de lo que quejarme¡±. Paga una tercera parte del coste de la clase. El resto lo sufraga el Gobierno (24%) y el Ayuntamiento (43%), explica satisfecho el director de la escuela, Roger Renman. Se puede estudiar casi cualquier cosa, incluso sugerirlo.
Dos mujeres j¨®venes, vestidas de blanco, se disponen a entrar en la clase de yoga kundalini al tiempo que Lars Chvister Johans, un espigado consultor retirado de 76 a?os, y Tarja Liljavista, de 63, terapeuta de una residencia de mayores, salen de ?gimnasia de la parte superior del cuerpo! ?Son felices? ¡°Este es el sitio en el que, cuando tienes un problema y llamas al Ayuntamiento, te pasan con la persona que te lo soluciona¡±, dice ¨¦l, ¡°hasta te ponen con el alcalde. Todo funciona¡±. Ella pondera los colegios y la naturaleza. ?l habla de los impuestos: ¡°Me dan mucho por lo que pago¡±.
Es viernes por la tarde y un ne¨®n gigante color rojo ilumina con cinco letras ¡ª sauna¡ª a cuatro hombres semidesnudos sentados en fila en un repecho de la calle. Componen la estampa de la dicha, acogedores e inmunes al br¨ªo de la nevisca. ¡°Estuve dos d¨ªas sin dormir por un encuentro de programadores¡±, relata Claudio, un joven italiano de ancha osamenta, temblando un poco, ¡°y aguant¨¦ porque vine a la sauna¡±. Su veterano colega finland¨¦s ¡ªtrabajan juntos en una empresa de software (el tecnol¨®gico es un gran sector en el pa¨ªs en el que nacieron los Angry Birds)¡ª enuncia, divertido: ¡°Se dice que si algo no se cura con sauna o alcohol, seguro que es mortal¡±. Carlos cruza los brazos sobre sus tatuajes y apura un cigarro con la sonrisa de fin de semana. Naci¨® en El Salvador y es profesor. En la penumbra caliente se habla. Incluso hay un D¨ªa de la Sauna: ¡°Vas a un sitio con gente que nunca hab¨ªas visto, te desnudas y sud¨¢is juntos¡±, se r¨ªe Jaakko Blomberg, el inventor de la celebraci¨®n, en la que las saunas privadas se abren a todos. All¨ª, dice, se ataja esa proverbial dificultad finlandesa de hablar con desconocidos. Y la fiesta, asegura, entronca con una divertida tradici¨®n: ¡°Jugar en campos de f¨²tbol embarrados, acarrear a las esposas o el lanzamiento de Nokias [la emblem¨¢tica marca finlandesa de m¨®viles, cuya abrupta ca¨ªda lastr¨® la econom¨ªa nacional]¡±. Es un hombre alto que se mueve en bicicleta y tiene un aire de adolescente eterno. Ha organizado el Cleaning Day, en el que todo el mundo est¨¢ invitado a vender lo que no usa, y tambi¨¦n exposiciones de arte en casas. ¡°En otro sitio esto ser¨ªa un problema, aqu¨ª no. La gente conf¨ªa en los dem¨¢s¡±.
36 a?os, activista urbano
Est¨¢ detr¨¢s de iniciativas como el D¨ªa de la Sauna, en el que las saunas privadas se abren. He hecho lo mismo con las casas de sus compatriotas, que reciben visitantes para ver exposiciones u obras de teatro. ¡°La confianza es algo muy importante aqu¨ª, la gente conf¨ªa en los otros y en lo que dicen. Eso te ayuda a hacer muchas cosas, como las muestras en los hogares, abren sus salones a centenares de personas. Eso no ha sido un problema, en muchos pa¨ªses s¨ª lo hubiera sido¡±. Cree que sus compatriotas son pragm¨¢ticos. ¡°Hacen m¨¢s que hablan¡±. Con uno de sus muchos proyectos ha conseguido que 50 artistas hayan decorado los muros de hormig¨®n de su barrio de Helsinki, Pasila, construido en los a?os 70.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
Kotiharjun, a cuyas puertas est¨¢n sentados los cuatro hombres, es una de las pocas saunas p¨²blicas de le?a que quedan en Helsinki. Abri¨® en 1929, cuando este barrio hoy bohemio, Kallio, era un enclave obrero y el ba?o de vapor el lugar para lavarse. All¨ª naci¨® hace 63 a?os Martti, ojos azules permanentemente aguados. Huidizos. Al abrir la puerta de su casa, sorprende tanto el olor a tabaco como la pulcritud del humilde espacio cuadrado, con una cama sencilla, una colecci¨®n de botellas vac¨ªas y cosas importantes colgadas en la pared. Un recorte de peri¨®dico en que se ve la iglesia en la que se casaron sus padres. Dos casetas de madera unidas. Como aquellas en las que pescaba en una isla cuando era un ni?o.
¡ªEsto no es una habitaci¨®n. Esto es una casa, la mejor que he tenido.
Lo que dice parece no enjugarle el gesto amargo, el ladeo esquivo de la cabeza. Viv¨ªa en casa de su t¨ªa y tuvo que irse cuando muri¨®. Recorri¨® los albergues de Helsinki trasegando alcohol. En otro lugar del mundo seguramente estar¨ªa muerto.
No en Finlandia, el ¨²nico pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que proporciona una casa a quien no la tiene como primer escal¨®n para recuperar su vida brind¨¢ndole adem¨¢s apoyo con el engranaje p¨²blico de asistencia. El sistema Housing First (la casa primero), adoptado como estrategia nacional, ha conseguido reducir en un 35% el n¨²mero de personas sin hogar entre 2008 y 2013. De 18.000 en 1987 a 5.500 ahora.
As¨ª, mientras en los pa¨ªses del entorno crece el n¨²mero de esos otros Marttis, despe?ados en la periferia del sistema, el castigado electricista ya incapacitado para trabajar habita desde hace tres a?os en este apartamento y perge?a test para el peri¨®dico de la asociaci¨®n Vva Ry, que gestiona la casa. En el mismo edificio de ladrillo y cristal, 28 viviendas iguales a esta acogen a hombres solos, mayores. Pagan 900 euros al mes. Siempre hay un asistente social de guardia. Los ayudan en lo que necesiten.
En el descansillo, un hombre de rostro enrojecido se tambalea y grita. Acaba de llegar de la calle, amarrado a una lata de cerveza. Es uno de los residentes. El alcoholismo est¨¢ en descenso en Finlandia, pero entre los hombres dobla la media europea. Pese a las duras estrategias nacionales ¡ªbeber es m¨¢s caro aqu¨ª que en ning¨²n pa¨ªs de la UE¡ª, la mitad de los finlandeses varones (44,7%) declara que consumi¨® alcohol en grandes cantidades al menos una vez en el ¨²ltimo mes. Tampoco perder¨¢ la casa el vociferante por su estado.
Uno de los inventores del sistema finland¨¦s es Juha Kaakinen, consejero delegado de la ONG Fundaci¨®n Y, el principal casero de esta red, que compra casas para alquilar barato con el dinero que gana el Estado con los juegos de azar. ¡°Si Housing First fuese un f¨¢rmaco¡±, afirma, ¡°tendr¨ªa que ser prescrito como el tratamiento b¨¢sico para esta enfermedad llamada sinhogarismo¡±. Una receta que ha necesitado m¨¢s viviendas p¨²blicas, reconvertir los albergues en complejos de apartamentos y no dejar a nadie solo. Una f¨®rmula magistral que pretende hacer desaparecer la dolencia en 2027. Este sistema es ¨¦tico, dice, y hasta ventajoso. ¡°El ahorro anual por persona es de al menos 15.000 euros¡±, asegura, ¡°porque se utilizan menos los servicios sociales, de emergencia, la polic¨ªa o la justicia¡±.
65 a?os, director de Y Foundation, principal casero del sistema Housing First
Licenciado en Literatura, trabajaba en una compa?¨ªa p¨²blica financiada por los ayuntamientos cuando se convirti¨® en el secretario del comit¨¦ de sabios que Finlandia convoc¨® para solucionar el problema de las personas sin hogar. Previamente hab¨ªa trabajado con indigentes en Helsinki durante 10 a?os. ¡°Vimos que en los albergues la gente volv¨ªa una y otra vez, no dejaban de ser sin techo¡±, asegura Kaakinen en la sede central de la fundaci¨®n, el principal casero del sistema, con 6.000 viviendas para personas sin hogar alquiladas en colaboraci¨®n con otras instituciones, que tambi¨¦n se encargan dar apoyo. Cuatro de cada cinco personas han conseguido mantener su casa. ?En qu¨¦ consiste la manera finlandesa? ¡°Somos pr¨¢cticos, nos gusta resolver los problemas. Si algo no funciona, buscamos otra soluci¨®n¡±. La felicidad, dice, es algo muy subjetivo, ¡°pero hay cuatro elementos b¨¢sicos: la gente (seres queridos, familia, amigos), trabajo y aficiones, naturaleza y Estado de bienestar¡±.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
?Es este medicamento prescribible a sociedades distintas y m¨¢s pobladas? ¡°Por supuesto¡±, responde, ¡°pero has de tener al Gobierno, Ayuntamientos y ONG trabajando con el mismo objetivo y aportando fondos. Y luego necesitas casas, claro¡±.
Por extensi¨®n, y llegamos a una cuesti¨®n recurrente, ?es aplicable el Estado de bienestar finland¨¦s a otros pa¨ªses? ¡°Los Estados de bienestar son conjuntos complejos donde se combinan pol¨ªticas, regulaciones, prestaciones y servicios en ¨¢mbitos diferentes (relaciones laborales, sanidad, vejez). Por tanto, no se pueden exportar como exportamos el aceite de oliva desde Espa?a¡±, explica el profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Le¨®n Luis Buend¨ªa, autor del libro ?Es exportable el modelo n¨®rdico? Igual que no construyes una democracia, dice, solo con convocar elecciones. Has de instaurar libertades y separaci¨®n de poderes. Pero cree el docente que s¨ª se puede aprender y mucho.
En esta p¨¢gina, tres usuarios de la sauna de le?a Kotiharjun se refrescan bajo la nevada en el barrio bohemio de Kallio, en Helsinki.
Martti, uno de los residentes del programa Housing First, en su casa de la capital finlandesa.
La asunci¨®n de que los Estados de bienestar solo son viables en pa¨ªses poco habitados no es correcta: ¡°No es cuesti¨®n de la cantidad de poblaci¨®n. Es la voluntad de comprometerse, de que funcionen bien las instituciones y sobre todo la igualdad de oportunidades para todos los ni?os¡±, dice el profesor finland¨¦s Jukka Kekkonen. ¡°Suecia tiene aproximadamente los mismos habitantes que Grecia o Portugal. Los Estados de bienestar de estos son muy diferentes, parecidos al espa?ol, que tiene mucha m¨¢s poblaci¨®n¡±, lanza Buend¨ªa. ¡°Lo que apunta a una historia compartida: los tres vivieron dictaduras con represi¨®n de los movimientos obreros y de izquierda cuando el resto de Europa consolidaba y extend¨ªa sus Estados de bienestar¡±.
Si dices que viajar¨¢s a Finlandia es com¨²n o¨ªr una frase similar a esta:
¡ªNo ser¨¢n tan felices si son los que m¨¢s se suicidan, ?no?
Los finlandeses tienen una tasa de suicidios tres puntos superior a la media europea (14 por cada 100.000 habitantes) y es tremenda entre los hombres, pero la han reducido a la mitad desde 1990. El catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa de la Universidad de Helsinki, Erkki T. Isomets?, explica c¨®mo: ¡°Fuimos el primer pa¨ªs del mundo en elaborar un plan de prevenci¨®n, se investigaron todos los suicidios durante un a?o y luego se impuls¨® la disponibilidad y calidad del tratamiento de las enfermedades mentales¡±. Otra demostraci¨®n de la pericia finlandesa: una web, Mental Health Hub, ofrece orientaci¨®n y tratamientos virtuales en todo el pa¨ªs.
No hay que invocar como origen de los suicidios la climatolog¨ªa extrema, dicen los expertos, ya que hay m¨¢s en este pa¨ªs que en el resto de los n¨®rdicos. Las causas, complejas siempre, tendr¨ªan m¨¢s que ver con el alcoholismo, la traum¨¢tica emigraci¨®n a la ciudad y la gran cantidad de armas de caza.
58 a?os, escritor
¡±Utilizamos la m¨²sica cl¨¢sica, el teatro y la literatura para construir nuestra identidad como pa¨ªs, as¨ª que la alta cultura siempre ha tenido mucho peso en Finlandia y creo que la sigue teniendo¡±, asegura el autor finland¨¦s m¨¢s prestigioso en lengua sueca (que habla el 5% de la poblaci¨®n). Acaba de salir del ensayo de una de sus obras en el Teatro Nacional. Multipremiado, sus novelas tienen como tel¨®n de fondo Helsinki. Y en la ¨¦poca de entreguerras, en el caso de las dos obras traducidas al espa?ol, Espejismo 38 y Por donde caminamos. Su fascinaci¨®n por los escritores latinoamericanos le llev¨® a estudiar este idioma a los 35 a?os. Toca la guitarra en dos grupos de rock que hacen versiones. ¡°La diferencia entre los muy ricos y la clase media y los pobres en Finlandia es en mi opini¨®n demasiado grande¡±, observa, ¡°pero es mucho menos que en muchos otros pa¨ªses¡±.
¡°Este es un pa¨ªs bastante brutal¡±. Kjell West? pronuncia estas palabras en el Teatro Nacional, donde se ensaya la adaptaci¨®n de una de sus novelas. ¡°Hubo cuatro guerras en 27 a?os en un pa¨ªs con tan pocos habitantes. Eso ha dejado sus marcas en varias generaciones de hombres. Cuando yo era ni?o, todos ¨¦ramos hijos o nietos de soldados y eso trae consigo una cierta dureza en la vida y en las actitudes. Esta ha sido una parte oscura de nuestra sociedad, pero por otro lado hay solidaridad, un sentido de que todos somos bastante iguales¡±. Cree que tiene que ver con un pasado rural y pobre, sin apenas aristocracia, ¡°que nos ha hecho igualitarios en nuestras actitudes¡±. West? aprendi¨® espa?ol a los 35 a?os para leer a Cort¨¢zar, Borges y S¨¢bato. Despu¨¦s escuch¨® obsesivamente a Sabina. ¡°Hablo mucho¡±, r¨ªe, ¡°y aqu¨ª se sospecha de quienes hablan mucho¡±.
Guardar silencio no extra?a en este pa¨ªs en el que se hace m¨¢s que se habla, pero cuyos ciudadanos son los europeos que m¨¢s conf¨ªan unos en otros y en sus instituciones. Aguardan el tranv¨ªa o el autob¨²s muy separados entre s¨ª (hasta hay un emoji alusivo), celosos de su espacio personal. Y en los trenes, buscan la mayor soledad posible.
Un hombre sentado en el Cielo de los Libros de la biblioteca p¨²blica Oodi, en Helsinki.
El Cielo de los Libros en la nueva biblioteca p¨²blica Oodi, en Helsinki. En el mismo espacio di¨¢fano se realizan presentaciones de libros, hay lugares para juego y lectura de los m¨¢s peque?os y hasta un caf¨¦.
La ic¨®nica estaci¨®n de tren art nouveau de Helsinki.
Exterior de Oodi, la biblioteca central de Helsinki.
La sauna p¨²blica L?yly es una de las nuevas se?as de identidad de Helsinki. Est¨¢ recubierta en madera y construida a la orilla del mar.
Niklas Mahlberg parece un capit¨¢n en el puente de una nave inabarcable. A sus pies, ni?os que gatean, mesas de caf¨¦, siluetas encorvadas sobre port¨¢tiles, variopintos grupos en conversaci¨®n y estanter¨ªas blancas repletas de libros. Observa el panorama como quien mira a su hijo jugar. ¡°Esto es el gran cuarto de estar de la ciudad¡±. Mahlberg, de la firma ALA, es uno de los arquitectos de Oodi, la nueva biblioteca central de Helsinki. Estamos en el Cielo de los Libros. As¨ª han llamado a este espacio di¨¢fano cuyos lucernarios absorben el ruido en el techo ondulado, como todo el edificio, una especie de nav¨ªo de formas esculturales que navega entre el Parlamento y el Museo de Arte Contempor¨¢neo. Un piso m¨¢s abajo hay impresoras 3D, m¨¢quinas de coser, estudios de grabaci¨®n y salas para videojuegos. Todo gratuito. En su primer a?o ha recibido 10.000 visitantes al d¨ªa.
En el pa¨ªs m¨¢s alfabetizado del mundo, cincelado en su identidad por la alta cultura, Oodi ha conquistado la ciudad, envuelta en madera. Tambi¨¦n las lamas de pino ascienden por la fachada de la sauna L?yly, un emblema arquitect¨®nico ¡ªotro¡ª de Helsinki. El legendario dise?o finland¨¦s difunde el aliento del bosque en sus ¨²ltimas ense?as.
50 a?os, periodista y escritora
Su familia procede de Finlandia y de Canad¨¢, donde creci¨®. Cuando se mud¨® a Helsinki descubri¨® un estilo de vida ¡°menos consumista, cercano a la naturaleza y m¨¢s simple y sensible¡±, asegura con una sonrisa enorme. ¡°He aprendido a buscar soluciones incluso cuando las cosas son duras o dif¨ªciles¡±. Esto es, el sisu, ¡°ese concepto de la fortaleza, cuando hay una situaci¨®n dif¨ªcil la enfrentamos en vez de ignorarla¡±. Escribi¨® un libro sobre este concepto. Cree que Finlandia es ¨²nica porque, pese a todos sus logros, sus ciudadanos ¡°son muy humildes y eso me encanta, es parte de la raz¨®n por la que tienen tanto ¨¦xito y esa es tambi¨¦n la esencia del sisu, no te quedas regode¨¢ndote con tus laureles, sino que te preguntas cu¨¢l ser¨¢ tu pr¨®ximo desaf¨ªo¡±.
Su f¨®rmula de la felicidad finlandesa
La periodista Katja Pantzar entra en la biblioteca. Creci¨® en Canad¨¢ y al mudarse se trag¨® Finlandia como una medicina. Se subi¨® a la bici y nada en un agujero en el hielo. Vio a sus compatriotas enfrentar los problemas ¡°en vez de esconderlos bajo la alfombra¡±, y hallar soluciones. Como con los suicidios o los sin techo. Otra vez el sisu, esa fortaleza. Quiso saber m¨¢s y escribi¨® Sisu, el secreto finland¨¦s para un estilo de vida feliz.?Mira a su hijo de nueve a?os y dice: ¡°Si tiene talento musical podr¨¢ ir a la academia Sibelius, una de nuestras instituciones m¨¢s prestigiosas, no porque sus padres conocen a alguien o tienen dinero¡±.
Puerta 31 del aeropuerto de Helsinki. Miradas impacientes que saltan desde los m¨®viles a la pantalla, que anuncia el vuelo a Estocolmo. El ruidoso paisaje habitual. Al otro lado de la pared se oyen p¨¢jaros. Es una grabaci¨®n. Una mujer lee ante la gran cristalera, las maletas y el abrigo desplegados a su lado. Se sienta en una silla fabricada por un artista a partir de un ¨¢rbol ca¨ªdo. En la sala hay una estanter¨ªa colmada de libros que dejan los viajeros y que cualquiera puede tomar prestados. La joven delegada de una ONG, de camino a la Cumbre del Clima de Madrid, consulta el tel¨¦fono en una especie de chaise longue enmoquetada que le ha crecido al suelo. Cuando mira al techo, ve lo que ver¨ªa si estuviera tumbada en el bosque. Es solo una fotograf¨ªa, pero as¨ª se despide Finlandia.?¡ªeps
Redacci¨®n: Ana Alfageme
Fotograf¨ªas y v¨ªdeos: Manuel V¨¢zquez
Dise?o: Ruth Benito
Front-end: Bel¨¦n Polo