El acoso interminable
La ag¨®nica caza al hombre qued¨® en nada. La ¨²nica inc¨®gnita consiste ahora en si ese estilo extremoso proseguir¨¢ todo el tiempo que dure la legislatura
Ag¨®nico. El intento de acoso y derribo a Pedro S¨¢nchez y a su pr¨®ximo Gobierno por parte de las derechas no cej¨® esta ma?ana, en formato ¨²ltima ocasi¨®n y ritmo a la desesperada. Trufado de insultos, descalificaciones y ataques personales, su tono bronco ¡ªsalvo en el caso de la educada canaria Ana Oramas, por otra parte tambi¨¦n contraria a S¨¢nchez¡ª desplegado en las sesiones iniciales lleg¨® hasta el final de la investidura. Veremos, sin embargo, si tambi¨¦n con ella llega esta pol¨ªtica-escrache a su propio fin, por agotamiento e inanidad; o si consigue descabalgar a media legislatura al presidente al que no ha logrado impedir que se encarame al poder.
El l¨ªder popular, Pablo Casado, volvi¨® a desbordar al ultra Santiago Abascal en la tarea de deslegitimar al futuro Gobierno, al que imput¨® ser un Ejecutivo ¡°contra Espa?a¡±, lleno de ministros adeptos a la ¡°ideolog¨ªa m¨¢s criminal¡± de la historia y mayordomo de una ¡°democracia¡± opuesta a la ¡°legalidad¡±. Y doctor¨¢ndose en la caza al hombre, S¨¢nchez: ¡°su ¨²nica patria es usted¡± mismo; usted es el ¡°hombre de paja del nacionalismo¡±; el que acoge a los dos grandes ¡°enemigos¡± de la democracia, ¡°terroristas y golpistas¡±; ese que encabeza la ¡°rendici¨®n socialista¡±; un tipo que est¨¢ ¡°c¨®modo¡± m¨¢s con quien ataca la Constituci¨®n que con quien la acata y que organiza una investidura que ¡°da miedo¡±.
Frente a este florilegio, el aprendiz del partido ultra Vox solo supo barbotar zafios ataques racistas, imputando a los ¡°extranjeros¡± el grueso de las violaciones en manada; calificar a la investidura de ¡°golpe¡±, y lancear, d¨¦cadas despu¨¦s de fallecido, al hist¨®rico dirigente del izquierdismo socialista Francisco Largo Caballero. Y la portavoz de Ciudadanos, In¨¦s Arrimadas, apenas musit¨® que el candidato ¡°quiere cavar trincheras¡± y que sus seguidores deber¨ªan ¡°romper la disciplina de voto¡±.
Entre los portavoces que les replicaron (no pudo hacerlo el candidato, pues fue el primero en perorar) destacaron con luz propia, en sendas intervenciones de tono firme, pero cort¨¦s, el jefe de Podemos, Pablo Iglesias, y el experimentado portavoz del PNV, Aitor Esteban. El primero, con un h¨¢bil simulacro de elogio a Abascal (quien hab¨ªa empezado lamentando un recent¨ªsimo doble asesinato machista), a la espera de que aprenda que existe una ¡°violencia espec¨ªfica que afecta a las mujeres¡±; seguido de la lectura de un mensaje de la hija de Ernest Lluch, asesinado por ETA, que protestaba contra la derecha por intentar capitalizar a las v¨ªctimas (¡°?basta de usar nuestro dolor en su beneficio!¡±) y que culmin¨® recomendando al PP que no se apropie de la monarqu¨ªa (a la que su l¨ªder hab¨ªa piropeado en su diatriba) porque esta sabe que ¡°solo alej¨¢ndose de la derecha la instituci¨®n puede sobrevivir: ustedes son la mayor amenaza¡± contra ella.
Esteban remat¨® la faena, ironizando con que si S¨¢nchez fuese ¡°un fel¨®n¡±, el encargo de formar Gobierno que le hizo el jefe de Estado habr¨ªa constituido una ¡°irresponsabilidad del Monarca¡±. A todo esto, al candidato no le toc¨® fajarse en los rifirrafes: le hab¨ªa bastado recordar que ¡°la ¨²nica opci¨®n de Gobierno¡± era la que propon¨ªa y que la alternativa era el bloqueo, para, a continuaci¨®n, invitar a los conservadores a no ¡°persistir en el berrinche¡± y ¡°aceptar el resultado electoral¡±.
Se vot¨®. La ag¨®nica caza al hombre qued¨® en nada. La ¨²nica inc¨®gnita consiste ahora en si ese estilo extremoso proseguir¨¢ todo el tiempo que dure la legislatura. Los pesimistas se manten¨ªan convencidos de que en ning¨²n caso cambiar¨¢. Cruzaban apuestas con los optimistas, quienes recordaban que algo parecido, en versi¨®n suave, sucedi¨® en Portugal con la primera investidura del socialista Ant¨®nio Costa: le abrumaron con insultos y descalificaciones, pero el fracaso de ese asedio les recondujo a la (por otra parte dur¨ªsima) cortes¨ªa parlamentaria.
Y es que si en el plazo de un par de a?os resulta que Espa?a, efectivamente, no se rompe. Si el constitucionalismo ni se arr¨ªa ni se deja fagocitar por aquellos a los que intenta volver a encarrilar en el ordenamiento legal. Si la econom¨ªa no se hunde. Si el nuevo Gobierno no se convierte en un juego de sincopadas monta?as rusas surcadas por contradicciones, disonancias y fisuras. Si se pone a trabajar y lo hace m¨¢s o menos bien (o sea, con mucha decencia y alguna eficiencia). Si todo eso sucede, el mensaje del estr¨¦pito, del abismo y del infierno colectivo habr¨¢ deca¨ªdo. Pero para ello, Pedro S¨¢nchez debe demostrar que sabe a?adir a su legitimidad de origen ¡ªning¨²n dem¨®crata deber¨ªa negarla, aunque critique sus modos, sus vaivenes, su programa o sus alianzas¡ª la legitimidad que proveen los resultados. Porque al cabo, a un Gobierno se le vota para que act¨²e. Y para que act¨²e bien.
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