Salud coercitiva
En un mundo incierto, cambiante y competitivo, en el que cada vez se trabajar¨¢ m¨¢s en remoto, las relaciones entre empresa y trabajador no pueden regularse por un falso paternalismo
Las l¨ªneas entre lo p¨²blico y lo ¨ªntimo, la seguridad y la vigilancia, lo laboral y lo personal, se est¨¢n desdibujando. Solemos hablar de gobiernos autoritarios y de gigantes tecnol¨®gicos que comercian con nuestros datos, pero fuera del radar hay otros aspectos del mismo fen¨®meno: cada vez m¨¢s empresas, sobre todo anglosajonas, se suman a esa cultura invasiva y exigen al empleado un determinado estilo de vida. Es la salud coercitiva: entrometerse en los h¨¢bitos de los trabajadores para ahorrar costes m¨¦dicos o mejorar la productividad. En EE?UU la compa?¨ªa de alquiler de furgonetas U-Haul pedir¨¢ an¨¢lisis de nicotina a sus nuevos contratados en 21 Estados. No emplear¨¢ a ning¨²n fumador, aunque este lo haga en sus horas libres. La empresa dice que quiere fomentar una cultura saludable. Reconoce que as¨ª pagar¨¢n primas m¨¢s bajas a los seguros m¨¦dicos en un pa¨ªs donde la sanidad es cara, mayormente privada e ineficiente.
La productividad va cuesta abajo y los planes coercitivos de bienestar son una forma de recortar costes. Un estudio de la Fundaci¨®n Kaiser en 2018 estimaba que ocho de cada diez compa?¨ªas de m¨¢s de 200 empleados han implantado alguno, disfrazado de premio o abiertamente punitivo. Hace un par de a?os, profesores de Virginia denunciaron que deb¨ªan someterse a an¨¢lisis de glucosa y de masa corporal, o llevar todo el d¨ªa pulseras que med¨ªan sus pasos. Pod¨ªan negarse, pero entonces tendr¨ªan que pagar una penalizaci¨®n de 500 euros en el copago de su seguro.
La tecnolog¨ªa no solo se est¨¢ usando para evitar el absentismo, garantizar la seguridad del personal y proteger los secretos industriales. El trabajador pasa a serlo 24 horas al d¨ªa: cu¨¢nto duerme y qu¨¦ come pueden traducirse en datos que nutren al departamento de recursos humanos. Aplicaciones como Ovia permiten vender ¡°informaci¨®n agregada a terceros¡±. Entre ellos, a sus jefes y a las aseguradoras, que pagan por saber cu¨¢ndo las empleadas se incorporar¨¢n a su trabajo tras un embarazo o si han tenido complicaciones.
En un mundo incierto, cambiante y competitivo, en el que cada vez se trabajar¨¢ m¨¢s en remoto, las relaciones entre empresa y trabajador no pueden regularse por un falso paternalismo. No es f¨¢cil encontrar el equilibrio. En Francia, B¨¦lgica y Espa?a, que est¨¢n en el polo opuesto a EE?UU en protecci¨®n social, existe el llamado derecho a la desconexi¨®n digital para que se respeten los tiempos de descanso y vacaciones. Se incumple.
Las empresas estadounidenses no est¨¢n obligadas por ley a revelar c¨®mo vigilan a sus empleados mediante dispositivos corporativos, como un tel¨¦fono, aunque suelen incluir una cl¨¢usula general en los contratos en la que mencionan esta pr¨¢ctica. El problema es cuando se toma al empleado por un dispositivo m¨¢s. @anafuentesf
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