Por activa y por pasiva
La ley de eutanasia nos librar¨¢ de la desverg¨¹enza de quienes imponen lo que no quieren para ellos
Ignoro cu¨¢ndo esa expresi¨®n se convirti¨® en una coletilla deplorable para decir cosas tan corrientes como que algo se hace ¡°por acci¨®n u omisi¨®n¡±, o simplemente ¡°de todos modos¡±, o ¡°bajo ning¨²n concepto¡±. La expresi¨®n no parece incorrecta, solo que ha llegado a fatigar los o¨ªdos empe?ados en seguir la pol¨ªtica de este pa¨ªs y sus idiolectos, y llama mucho la atenci¨®n que se use en frases negativas. ¡°No te voy a ayudar ni por activa ni por pasiva¡± solo puede producir una gran perplejidad en quien espera esa ayuda. Lo m¨¢s sensato ser¨ªa responder: ¡°De acuerdo, ?pero al final me ayudar¨¢s o no?¡±. Aunque, vistos los tiempos en que vivimos, no ser¨ªa extra?o que pronto esa reina de lo zafio y lo tozudo abdicase y le cediera el trono a la m¨¢s guerrera ¡°por tierra, mar y aire¡±. Primero no te dan ni agua, y luego te quitan el aire. Es muy l¨®gico.
Otros art¨ªculos del autor
Toda esa peque?a disquisici¨®n previa, a pesar de hurgar un poco en los modismos de la pol¨ªtica, no pretende ser un comentario sobre la situaci¨®n pol¨ªtica actual. Solo sirve para introducir un apunte sobre algo que, con toda certeza en esta nueva legislatura y con este nuevo Gobierno, por fin se definir¨¢ en t¨¦rminos de derechos y deberes legales. Me refiero a la muy esperada ley sobre eutanasia, solo frustrada, con el primer Gobierno de S¨¢nchez, por el vicio de la pol¨ªtica de no aceptar ni tan siquiera lo razonable si luego resulta que ha de ser un tanto a favor del adversario. Es el esp¨ªritu del ¡°ni por activa ni por pasiva¡± (o su variante ¡°por tierra, mar y aire¡±). Poco se puede a?adir al proyecto de ley que el Partido Socialista manejaba sobre esta cuesti¨®n y que presumiblemente se volver¨¢ a presentar en las Cortes. Garantizaba hasta la extenuaci¨®n el derecho del paciente a que nadie le empuje a morir (detalle importante), y al mismo tiempo garantizaba el otro derecho fundamental: que a nadie se le imponga el martirio indeseado de una enfermedad cruel o de una agon¨ªa espantosa. As¨ª que una de las pocas certezas (y espero no equivocarme) que la nueva legislatura ofrece es que por fin se aprobar¨¢ esa ley.
?Queda con eso resuelto el tema? S¨ª, y deber¨ªa, para todos los casos en los que el deseo de acabar con un padecimiento desesperado quedaba al albur de tener cerca a un m¨¦dico amigo. Para quien sea aficionado a leerse los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados, recomiendo mucho que se acuda a la intervenci¨®n del entonces diputado de Ciudadanos Francisco Igea en la sesi¨®n plenaria del 8 de mayo de 2018, por sensible e inteligente, a pesar de que su grupo estaba entregado al ¡°ni por activa ni por pasiva¡± con el PSOE y a ¨¦l le toc¨® defender un s¨ª, pero no. Luego, es verdad, Ciudadanos impuls¨® una ley de muerte digna en diciembre de aquel mismo a?o, y por coherencia (no por pasiva o por activa) hubiese debido sumarse al proyecto de ley sobre eutanasia. Este peri¨®dico public¨® tambi¨¦n dos art¨ªculos memorables de Jorge M. Reverte, uno de ellos premiado (Una muerte digna, del 3 de febrero de 2008), y el otro, poniendo directamente el dedo en la llaga de la contradicci¨®n (Que nos detengan, 4 de abril de 2019). L¨¦anse, o rel¨¦anse. En ellos queda dicho lo fundamental, porque se nos recuerda que compasi¨®n, empat¨ªa, privacidad y sensatez (sensatez humana, ni marciana ni integrista) son aqu¨ª los conceptos claves.
Queda por desarrollar la gesti¨®n de la muerte digna en t¨¦rminos de protocolos m¨¦dicos, rutinas cl¨ªnicas, est¨¢ndares ¨¦ticos y avances biom¨¦dicos
?Cabe entonces a?adir algo sobre el asunto? S¨ª, queda todo lo que supone someter ese mundo a la horma de la ley, lo que sin duda era y es indispensable para evitar abusos y desmanes. Y sobre todo: queda lo que el futuro nos depara no ya sobre la casu¨ªstica cruel del enfermar y agonizar, sino sobre la gesti¨®n en t¨¦rminos de protocolos m¨¦dicos, rutinas cl¨ªnicas, est¨¢ndares ¨¦ticos y avances biom¨¦dicos, que abren expectativas a ratos excitantes, y a ratos dist¨®picas (?o alguien se cree que habr¨¢ una sanidad universal para longevidades veterotestamentarias?). Por otra parte, tampoco es descabellado temerse que de la sacralizaci¨®n dogm¨¢tica de la vida como valor absoluto, a menudo hip¨®crita y c¨ªnica, pasemos a una celebraci¨®n estilosa de la buena edad para dejar este mundo, y que de la hipocres¨ªa de la muerte ¡°cristiana¡± y sufriente se pase a la no menos hip¨®crita celebraci¨®n de la buena muerte inconsciente.
No s¨¦ si hacer de aguafiestas es tarea de la filosof¨ªa, que ha dicho cosas interesantes, pero tambi¨¦n triviales, sobre la muerte y el morirse. La lechuza del crep¨²sculo no debe comportarse como un vulgar p¨¢jaro de mal ag¨¹ero. Pero no es malo, cuando todo el mundo aplaude, apartarse un poco y mirar qu¨¦ se aplaude exactamente.
As¨ª pues, viva la ley que por fin esta sociedad se dar¨¢ para evitarnos la verg¨¹enza de tantos casos cuya exhibici¨®n solo serv¨ªa para poner en evidencia la desverg¨¹enza de quienes prescriben a los dem¨¢s lo que no quieren para ellos. Pero viva sobre todo la vida indomable, y muera la muerte domesticada. En ese punto no habr¨¢ ley, por buena que sea, que nos prescriba c¨®mo vivir y c¨®mo morir si sabemos c¨®mo ser activamente (y si no hay m¨¢s remedio pasivamente) personas libres.
Jordi Ib¨¢?ez Fan¨¦s es escritor y profesor de la Universidad Pompeu Fabra. Su ¨²ltimo libro se titula Morir o no morir. Un dilema moderno (Anagrama).
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