?Qu¨¦ hacer ante la epidemia antisemita en Estados Unidos?
Am¨¦rica Latina debe blindarse de las expresiones de odio que significan un asalto a los valores democr¨¢ticos y plurales
Veinticinco mil manifestantes, jud¨ªos y no jud¨ªos, cruzaron el domingo 5 de enero el puente de Brooklyn de Nueva York. Esto simboliz¨® que el antisemitismo no conoce barreras. Ataca lo mismo a seculares que a ultraortodoxos y agrede cualquier comunidad religiosa, ¨¦tnica o racial. Aunque las motivaciones pueden variar, desde los supremacistas blancos o negros a las voces progresistas que cuestionan la legitimidad de Israel a las corrientes jihadistas o aquellos que tildan a los jud¨ªos de responsables de la inequidad capitalista, el peligro real que representan para la democracia liberal y la convivencia pluralista no puede ser subestimado.
La verdad es que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y el legado del Holocausto, no se viv¨ªa una epidemia de antisemitismo de tal envergadura en tantos rincones del orbe. El hecho de que uno de sus ejes centrales sea Estados Unidos es especialmente intrigante. Nunca en la historia jud¨ªa, sus miembros hab¨ªan alcanzado los estadios de influencia, prosperidad e integraci¨®n que han alcanzado en este pa¨ªs, donde han construido un entramado institucional envidiable que les permite mantener su identidad colectiva y articular su americanismo en forma contundente. Al mismo tiempo, los jud¨ªos de EE UU contin¨²an nutriendo la narrativa de este pa¨ªs como una naci¨®n de inmigrantes plural e inclusiva y crean alianzas y coaliciones con muchas otras comunidades minoritarias. Tanto por convicci¨®n como por sobrevivencia.
Despu¨¦s vinieron la marcha neonazi de Charlottesville, el ataque a las sinagogas de Pittsburgh y Poway, las embestidas ideol¨®gicas en los campus universitarios. La culminaci¨®n fue el incremento de la violencia f¨ªsica en Nueva York en contra de los elementos m¨¢s visibles de la comunidad ultraortodoxa. Todo esto cuestiona nuestro sentido de pertenencia a esta sociedad que, a rega?adientes, nos acept¨® muchas d¨¦cadas atr¨¢s y subraya nuestra vulnerabilidad inherente junto con muchos otros grupos, como los latinos, quienes han sido tambi¨¦n blanco de ataques.
?Por qu¨¦ justamente ahora y por qu¨¦ aqu¨ª precisamente? El antisemitismo ya ha levantado su rostro deformado en diversas geograf¨ªas. Especialmente en Francia, Alemania, Gran Breta?a y otros pa¨ªses europeos donde su bagaje hist¨®rico ha resucitado de la mano de fen¨®menos migratorios provenientes de ?frica y Medio Oriente.
?Pero en Estados Unidos? Debemos de recordar que el prejuicio antisemita es considerado la patolog¨ªa social de m¨¢s larga data en la historia de la humanidad. Tiene una resiliencia y capacidad de adaptaci¨®n admirables. Incluso en este pa¨ªs nunca desapareci¨® por completo.
Su resurgimiento en momentos actuales tiene que ver con distintos elementos. Por un lado, es lamentable que la memoria del Holocausto se vaya debilitando con el paso del tiempo. Las nuevas generaciones se sienten cada vez m¨¢s alejadas de la tragedia de la Soluci¨®n Final.
Por otro lado, las redes sociales tambi¨¦n han sido responsables de que el antisemitismo est¨¦ cobrando fuerza. En un pasado no tan lejano, las voces y los grupos extremistas estaban marginados a sus c¨ªrculos limitados de acci¨®n. Hoy en d¨ªa, sus consignas son amplificadas y legitimadas por la democratizaci¨®n de la informaci¨®n. M¨¢s all¨¢ de sus aparentes beneficios, esto? permite a los racistas y antisemitas explayarse en sus consignas de odio, infectando a todos aquellos que presten sus o¨ªdos a dichas barbaridades y a quienes act¨²an en consecuencia en algunos casos lamentables.
Asistimos as¨ª a la erosi¨®n de los valores de la democracia liberal y su esencia pluralista. Aunque los jud¨ªos en este pa¨ªs han trabajado hombro con hombro con otras comunidades para expandir la justicia social, algunos grupos e individuos han vocalizado su frustraci¨®n a trav¨¦s de expresiones de odio y de generalizaciones injustificadas.
Cap¨ªtulo tras cap¨ªtulo hist¨®rico nos ha mostrado que los jud¨ªos tienden a ser el blanco preferido en los momentos de crisis sociales y pol¨ªticas. Dichos ataques empiezan por los jud¨ªos, pero no se limitan a ellos. Todos estamos expuestos, por lo que debemos impedir que estos cuestionamientos y agresiones se normalicen. El desenlace vulnera a la sociedad en su conjunto.
Para enfrentar exitosamente este brote de antisemitismo que est¨¢ adquiriendo proporciones epid¨¦micas debemos reconocer, antes que nada, que esta situaci¨®n se deriva de distintas fuentes que requieren ser abordadas en forma diferenciada. Debemos exigir de forma tajante a nuestros l¨ªderes pol¨ªticos, religiosos y de la sociedad civil que denuncien estas expresiones de odio desde los primeros momentos en los que levantan cabeza. Es menester que contemos con los instrumentos necesarios para castigar con todo el rigor de la ley a aquellos responsables de las expresiones antisemitas y proporcionar los recursos suficientes para la seguridad f¨ªsica y moral de las comunidades jud¨ªas locales.
Aplaudimos el que Am¨¦rica Latina, hasta el momento, haya estado casi totalmente exenta de episodios de violencia f¨ªsica contra sus comunidades jud¨ªas. Esto no significa que el virus del antisemitismo no se mantenga latente y que en algunos casos haya brotado con fuerza en pa¨ªses de la regi¨®n, donde se ha expresado con una ret¨®rica virulenta y peligrosas visiones conspiratorias. Viendo hacia el norte y allende el Atl¨¢ntico, deber¨ªamos de asimilar las valiosas y dolorosas lecciones que all¨ª se desprenden para aprovechar los momentos de aparente calma para reforzar los recursos necesarios que blinden nuestras sociedades.
Dina Siegel Vann es Directora del Instituto Belfer para Asuntos Latinos y Latinoamericanos del American Jewish Committee.?
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