Ciencia y Universidad: elogio de la cooperaci¨®n
No es posible entender las instituciones acad¨¦micas sin la investigaci¨®n como parte intr¨ªnseca de su actividad formativa
En Espa?a, la mayor parte de la investigaci¨®n cient¨ªfica se realiza en las instituciones universitarias. Junto al valioso trabajo de extraordinaria especializaci¨®n y excelencia que se desarrolla en la red de organismos p¨²blicos de investigaci¨®n, y a la actividad de I+D del ¨¢mbito empresarial, la labor de las universidades constituye un pilar esencial en este entramado de actores dedicados a la generaci¨®n de nuevo conocimiento. Es dif¨ªcil de juzgar porque hay diversas formas de tener en cuenta la calidad y el impacto, pero seg¨²n algunas estimaciones las universidades suponen el 70% de la investigaci¨®n que se realiza en nuestro territorio. Por esta raz¨®n, los poderes p¨²blicos no podr¨¢n encontrar soluci¨®n, de ninguna manera, a la situaci¨®n actual de la ciencia espa?ola sin contar con la complicidad de las universidades en el dise?o de las acciones y pol¨ªticas.
Durante el periodo en que las competencias universitarias han estado bajo mi coordinaci¨®n como Ministro, he tenido ocasi¨®n de reunirme con m¨²ltiples representantes acad¨¦micos y prestigiosos investigadores que realizan su tarea en sus laboratorios y departamentos. He visitado y observado de cerca el trabajo de numerosos equipos en sus propios centros y comprobado la admirable calidad cient¨ªfica que existe en nuestro sistema de educaci¨®n superior. Es una evidencia que la actividad investigadora de la universidad espa?ola es enormemente solvente.
En el a?o 2019, en la reconocida clasificaci¨®n de Shangh¨¢i, 13 universidades espa?olas se han situado entre las 500 mejores del mundo
Espa?a es uno de los diez pa¨ªses con mayor productividad cient¨ªfica a nivel internacional y ha vertebrado un sistema de educaci¨®n superior p¨²blica que forma con alta calidad a nuestros j¨®venes, independientemente de su lugar de estudio, y a lo largo de todo el territorio nacional. Sirvan unos breves ejemplos para ilustrarlo. En el a?o 2019, en la reconocida clasificaci¨®n de Shangh¨¢i que ordena los centros universitarios seg¨²n su producci¨®n y calidad investigadora, 13 universidades espa?olas se han situado entre las 500 mejores del mundo. Si nos remitimos a especialidades concretas, para cada una de las cuales existen tambi¨¦n clasificaciones, varios centros espa?oles est¨¢n en primera l¨ªnea, ocupando un lugar entre las diez mejores universidades a nivel mundial. En el reciente programa de creaci¨®n de ¡°Universidades Europeas¡±, el nuevo marco de alianzas entre campus que permitir¨¢ la movilidad de estudiantes sin obst¨¢culos burocr¨¢ticos ¡ªy que supone profundizar en el cl¨¢sico programa Erasmus¡ª 11 universidades espa?olas han resultado seleccionadas. Todos estos son resultados de los que el sistema universitario espa?ol puede sentirse orgulloso. Pero soy el primero que no quiere ocultar que han sido logrados a pesar de las enormes dificultades provocadas por la crisis econ¨®mica. La disminuci¨®n presupuestaria y la reducci¨®n y envejecimiento de las plantillas en la ¨²ltima d¨¦cada, han supuesto que la actividad de las universidades se haya visto muy afectada. Si el conjunto del sistema universitario ha mantenido su funcionamiento ha sido gracias al compromiso y esfuerzo de su plantilla de profesores, verdaderos responsables de que pudieran seguir desempe?¨¢ndose sus actividades decentemente y con calidad, apoyados por un abnegado cuerpo de funcionarios de Administraci¨®n y servicios. Este sobreesfuerzo ha hecho posible que el sistema universitario espa?ol, incluso con las limitaciones sufridas, mantenga una posici¨®n relevante en el ¨¢mbito internacional.
Me parece primordial destacar que esta relaci¨®n de las universidades con la investigaci¨®n no es solo unidireccional, es decir, no son estas simplemente escuelas de investigaci¨®n cient¨ªfica. Las interacciones entre Universidad y Ciencia son centrales tambi¨¦n en su compromiso educativo. La investigaci¨®n es consustancial a la tarea docente, no es posible entender las instituciones acad¨¦micas sin la investigaci¨®n como parte intr¨ªnseca de su actividad formativa. Sin investigaci¨®n, una universidad no se diferenciar¨ªa mucho de un centro de formaci¨®n profesional superior dedicado a la transmisi¨®n de saberes, donde no se da prioridad a que los alumnos comprendan c¨®mo el conocimiento ha sido generado. La docencia impartida en las universidades es genuina porque el alumnado est¨¢ expuesto a la influencia de profesores que son investigadores activos capaces de transmitir un tipo de conocimiento que ellos tambi¨¦n ayudan a producir. Y, si hablamos en concreto de la formaci¨®n doctoral, las universidades son adem¨¢s los lugares preeminentes donde se preparan a las futuras generaciones de cient¨ªficos y se despierta su sentido cr¨ªtico en los espacios de encuentro con el conocimiento entre profesores y estudiantes.
Son indisociables, por tanto, la Ciencia y la Universidad. Una de las cr¨ªticas que el nuevo Gobierno ha recibido desde que anunci¨® la nueva estructura ministerial es que la separaci¨®n en dos ministerios ¡ªel Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n y el Ministerio de Universidades¡ª no permitir¨¢ la puesta en marcha de pol¨ªticas comunes. Sin embargo, la cooperaci¨®n entre estos dos ministerios ser¨¢ el mecanismo que regir¨¢ nuestras respectivas agendas y garantizaremos nuestro trabajo com¨²n mediante la puesta en marcha de f¨®rmulas de coordinaci¨®n operativas.
La imagen del cient¨ªfico solitario o la del humanista en la soledad de una biblioteca son completamente irreales
No ser¨¢ dif¨ªcil: solo debemos mirar a las comunidades que representamos, ya que la cooperaci¨®n es la herramienta primordial en la actividad cient¨ªfica y acad¨¦mica. La imagen del cient¨ªfico solitario o la del humanista en la soledad de una biblioteca son completamente irreales. La b¨²squeda del conocimiento es parte de una empresa com¨²n en la que la colaboraci¨®n es un aspecto esencial y determinante del ¨¦xito. Tambi¨¦n lo es en los procesos de evaluaci¨®n cient¨ªfica, en las relaciones de transferencia investigadora que se establecen con el tejido industrial, o en el servicio que las universidades prestan a la sociedad facilitando marcos conceptuales para la comprensi¨®n de las aceleradas transformaciones culturales, econ¨®micas o pol¨ªticas. La noci¨®n de cooperaci¨®n vertebra la actividad cotidiana de investigadores y profesores universitarios.
En nuestro caso, la colaboraci¨®n entre ministros ser¨¢ tambi¨¦n un reflejo de la cooperaci¨®n entre las dos dimensiones del saber humano, la t¨¦cnica y el humanismo. Estas dos ¨¢reas de la cultura, las dos maneras con las que los seres humanos ejercemos nuestra inteligencia e imaginaci¨®n al fijarnos en el mundo, estar¨¢n impregnando las pol¨ªticas que emprendamos. En el mundo actual, es imprescindible incorporar la cultura cient¨ªfica a la discusi¨®n ¨¦tica, jur¨ªdica y pol¨ªtica. Y, de igual modo, los cient¨ªficos e ingenieros necesitan que su trabajo venga acompa?ado, desde su concepci¨®n, de criterios human¨ªsticos, ¨¦ticos y deontol¨®gicos, para no olvidarse de que los nuevos desarrollos deben tener al ser humano en el centro.
No concibo, por tanto, la investigaci¨®n sin la universidad al igual que no imagino que estos dos ministerios no se comporten como un ¨²nico actor en la puesta en marcha de una parte esencial de los cambios que Espa?a necesita. Cambios que mejoren las condiciones de los investigadores y que les doten de mejores instrumentos con los que trabajar, cambios que transmitan a la sociedad espa?ola la importancia de la tarea cient¨ªfica, cambios que contribuyan a mantener y aproximar nuestras condiciones de vida a las de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros. Cambios, en definitiva, que hagan de la sociedad espa?ola una sociedad exigente con sus instituciones acad¨¦micas y cient¨ªficas, y a la vez reconozcan y premien el esfuerzo que los investigadores realizan y que aprecien el valor del conocimiento que en ellas se genera. Este conocimiento, en este mundo actual, es la ¨²nica garant¨ªa de nuestra prosperidad a largo plazo.
Pedro Duque es ministro de Ciencia e Innovaci¨®n.
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