Es la productividad
Resulta perfectamente razonable hacer de Espa?a una sociedad comparable a la de las econom¨ªas europeas m¨¢s pr¨®speras y m¨¢s igualitarias, pero son necesarios tiempo, presi¨®n fiscal y otro modelo productivo
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El Gobierno de izquierda ha llegado. En el frente pol¨ªtico deber¨¢ enfrentarse a dos dificultades: la hostilidad beligerante de una derecha que le niega legitimidad y la necesidad de aprender a gobernar en coalici¨®n. Esperemos que S¨¢nchez no se deje intimidar por el estr¨¦pito de la derecha y no olvide que tiene detr¨¢s muchos m¨¢s votantes. La democracia es eso. Permitidme tambi¨¦n suponer que los socios de coalici¨®n percibir¨¢n con claridad que sus posibilidades para las pr¨®ximas elecciones generales, preferiblemente dentro de cuatro a?os, dependen del ¨¦xito del experimento.
Pero la dificultad que ahora me ocupar¨¢ es otra y corresponde al frente econ¨®mico. S¨¢nchez dispone de un equipo econ¨®mico de calidad y bien anclado en Europa. Sabr¨¢ lidiar con las incidencias del ciclo econ¨®mico en los pr¨®ximos a?os. Ahora bien, un Gobierno nuevo y no de continuidad aspira a gestionar la econom¨ªa a partir de una ambici¨®n que va m¨¢s all¨¢ de una legislatura y que descansa sobre una visi¨®n de un modelo econ¨®mico ideal.
Los programas p¨²blicos son raqu¨ªticos, la inercia del pasado se agotar¨¢, la reserva de talento se desaprovechar¨¢
?Cu¨¢l es el modelo econ¨®mico ideal del Gobierno S¨¢nchez? Creo que, en su esencia, es bien simple de enunciar: hacer de Espa?a una sociedad comparable a la de las econom¨ªas europeas m¨¢s pr¨®speras y m¨¢s igualitarias. Las del norte de Europa, para entendernos. A los que se sonr¨ªan con este prop¨®sito les har¨ªa notar que esas econom¨ªas fueron un d¨ªa como la espa?ola hoy. Lo que fue posible all¨ª no puede por principio no serlo aqu¨ª. Ambicionar este punto de llegada es perfectamente razonable.
Para enfilar este camino se precisa madurez, lucidez e inteligencia en al menos tres aspectos:
1.?No se deviene una econom¨ªa del norte de Europa de la noche a la ma?ana o de cualquier manera. Se precisa tiempo y finura legislativa. Finura es entender, por ejemplo, que la universalidad gratis es imposible. Si prevalece la posici¨®n de que los servicios p¨²blicos prove¨ªdos han de ser gratuitos, se est¨¢ simult¨¢neamente restringiendo el ¨¢mbito de necesidades sociales que se pueden proveer por servicios p¨²blicos. En el Norte est¨¢n presentes, en mayor o menor medida, los peajes y los copagos sanitarios.
2.?Recordemos el chascarrillo seg¨²n el cual no se puede disponer simult¨¢neamente de los servicios p¨²blicos de Suecia y de la presi¨®n fiscal del Sur. Es as¨ª y, afortunadamente, as¨ª lo entiende el Gobierno entrante. El mensaje emitido es que la presi¨®n fiscal aumentar¨¢. Es mejor saberlo: si el modelo son las econom¨ªas del Norte, la presi¨®n fiscal no podr¨¢ ser muy diferente a la de aquellas. Y otra vez: si ello ha sido posible all¨ª, no podemos partir de la base de que no lo es aqu¨ª.
3.?Llego ahora al meollo de la cuesti¨®n. Contando con una implementaci¨®n atinada, ?bastar¨¢ con aumentar la presi¨®n fiscal? La respuesta es rotundamente negativa. Nuestra diferencia fundamental con Dinamarca, Austria o Francia, no es el nivel de presi¨®n fiscal sino algo m¨¢s estructural: la productividad (tecnicismos aparte, las diferencias en productividad vienen a ser las diferencias en rentas per c¨¢pita). As¨ª, a¨²n si situamos nuestra fiscalidad en los m¨¢s exigentes niveles europeos, y a¨²n contando con el factor de ajuste de la inmigraci¨®n, una pol¨ªtica de pensiones como la que deseamos no ser¨¢ sostenible.
?C¨®mo encarar este reto decisivo? La mejora de la productividad no suceder¨¢ espont¨¢neamente. Ser¨¢ indispensable una acci¨®n p¨²blica decidida, en parte legislativa (una buena y rompedora ley de universidades, por ejemplo) y en parte compromisos de recursos. Las intenciones fiscales del nuevo Gobierno ofrecen aqu¨ª una oportunidad, que es a la vez un desaf¨ªo. Dicho con crudeza: no todo el incremento de ingresos fiscales netos del servicio de la deuda puede dirigirse a pol¨ªticas sociales. Una proporci¨®n significativa ¡ªque no me atrevo a cuantificar¡ª debe ir a las inversiones que hagan sostenibles las pol¨ªticas sociales que se desean. Para atender a las necesidades sociales ahora y en el futuro hay que dedicar una parte no residual del gasto p¨²blico adicional que podamos permitirnos a hacer posible que las podamos continuar atendiendo en el futuro. No ser¨¢ f¨¢cil, pero el nuevo Gobierno se la juega con su capacidad de autodisciplina para no sucumbir a las urgencias del momento. Los embates de la crisis han propiciado, comprensiblemente, un estado de opini¨®n que lleva hacia lo social cada nuevo euro de ingresos p¨²blicos. Pero lo no social (que incluye infraestructuras, I+D+i o cultura) cay¨® m¨¢s que lo social (que incluye las pensiones) durante la crisis. Es de sentido com¨²n que si no reequilibramos el gasto, cuando aumente la presi¨®n fiscal nos encontraremos en una situaci¨®n insostenible a medio t¨¦rmino.
Rechacemos la idea de que la justicia debe preocuparnos solo despu¨¦s de asegurar la prosperidad. Pero la prosperidad sigue siendo condici¨®n necesaria para la justicia plena. El reto consiste en no aplazar la justicia pero, a la vez, construir la prosperidad, es decir, aumentar la productividad.
No se deviene una econom¨ªa del norte de Europa de la noche a la ma?ana o de cualquier manera
El gasto p¨²blico para el fomento productivo tiene muchas dimensiones. Incluye infraestructuras e incluye el gasto en I+D, un pilar esencial de las pol¨ªticas de innovaci¨®n. La situaci¨®n ah¨ª es negativa sin paliativos. El gasto, hist¨®ricamente ya escaso, se ha desplomado durante la crisis. Luis Oro y Alberto J. Schuhmacher lo explicaron bien en la Opini¨®n que EL PA?S public¨® el 16 de enero. No repetir¨¦ las desgraciadas cifras. Falla tanto la inversi¨®n p¨²blica como la privada. De poco sirve consolarse, como a menudo se hace, constatando que la proporci¨®n de la p¨²blica en el total est¨¢ en normas europeas, desplazando as¨ª la responsabilidad a la privada. En la situaci¨®n cr¨ªtica en que nos encontramos debemos estimular la inversi¨®n privada, s¨ª, pero tambi¨¦n aumentar la inversi¨®n p¨²blica. Estudios recientes (pienso, por ejemplo, en Gruber y Johnson: Jump-Starting America) han evidenciado que a¨²n en los pa¨ªses con m¨¢s investigaci¨®n privada, como EE?UU, la p¨²blica ha sido motor. Raz¨®n de m¨¢s entre nosotros. En este momento solo podemos ir a peor. Los programas p¨²blicos son raqu¨ªticos, la inercia del pasado, que en algunos aspectos nos da una falsa sensaci¨®n de confort (publicamos mucho) se agotar¨¢, la inmensa reserva de talento que tenemos form¨¢ndose en el exterior se desaprovechar¨¢, etc¨¦tera.
Hay que actuar. Como no todo se puede hacer a la vez, hay muchas prioridades y es dif¨ªcil desplazar gasto, propongo un objetivo que, en la perspectiva de aumento de la presi¨®n fiscal, ser¨ªa factible y potente: la tasa de crecimiento anual de la inversi¨®n p¨²blica en I+D deber¨ªa ser en los pr¨®ximos ocho a?os como m¨ªnimo del 10%. Es un objetivo menos exigente por a?o que el adoptado en 2004 por Zapatero (25% anual por cuatro a?os). Tuvo un impacto positivo pero era excesivo para la capacidad de absorci¨®n del sistema. El objetivo es m¨¢s exigente, sin embargo, que el propuesto por Oro y Schuhmacher (4% anual por diez a?os). El aspecto crucial y nuevo es el siguiente: puesto que el compromiso con la pol¨ªtica social presente y futura ¡ªpodr¨ªamos a?adir la medioambiental¡ª se consolida, la importancia del I+D para hacerlo sostenible aumenta, pero tambi¨¦n conduce a un aumento de la presi¨®n fiscal que hace posible que la propuesta pueda llevarse a cabo sin disminuir a?o a a?o otras partidas presupuestarias. Y en ocho a?os nos puede llevar a donde debemos estar en Europea.
Andreu Mas-Colell es catedr¨¢tico em¨¦rito de la UPF y presidente del BIST.
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