Desconfianzas
Los pol¨ªticos desconf¨ªan de la formaci¨®n escolar pidiendo el pin parental. Los padres de los profesores, desautoriz¨¢ndolos con frecuencia; de los pediatras, buscando otra opini¨®n; de las empleadas de hogar, vigil¨¢ndolas con c¨¢maras ocultas; de sus propios hijos, buscando t¨®xicos en orina antes que conversar. Los m¨¦dicos desconf¨ªan de la industria farmac¨¦utica por sus grandes beneficios. Los padres separados del ex, interrogando a los hijos. Las demandas, reclamaciones y juicios (en los juzgados o en las redes sociales) son una f¨®rmula habitual para manejar todo tipo de problemas. Pero as¨ª se construye una sociedad controladora, f¨®bica, paranoica. No podemos ser ingenuos, ni permitir que lo excepcional se convierta en regla e impregne la vida de desconfianza. Es insano. Como ciudadanos, como personas, valdr¨ªa m¨¢s construir ese gran valor que cohesiona una sociedad: la confianza.
Carmen Mart¨ªnez Gonz¨¢lez. Madrid
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