Vientos y tempestades
Si hay en Espa?a un territorio plurinacional es el delta del Ebro, situado en Catalu?a pero formado por sedimentos de tierras procedentes de todo el recorrido del r¨ªo
Si algo tiene el delta del Ebro ¡ªcomo cualquier otro delta del mundo¡ª es su singularidad como territorio. Mitad tierra y mitad agua, su misma existencia es un milagro y, como tal, su fragilidad es enorme. Cualquier alteraci¨®n climatol¨®gica, cualquier decisi¨®n pol¨ªtica, cualquier intervenci¨®n humana en ¨¦l pueden hacerlo incluso desaparecer, parcial o completamente.
Por mi vinculaci¨®n personal con ese lugar tan especial como apasionante desde todas las perspectivas del conocimiento, incluida la percepci¨®n est¨¦tica, he seguido estos d¨ªas las noticias que hablaban de su afectaci¨®n por el temporal Gloria, cuyos efectos han sido tremendos en todo el Levante espa?ol, incluida la provincia de Teruel, de repente protagonista un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n de los informativos, pero sobre todo en el delta del Ebro, 3.000 hect¨¢reas del cual han sido invadidas por el mar. El mar se retirar¨¢, pero la sal quedar¨¢ por mucho tiempo en la tierra, dificultando o impidiendo su cultivo. Los da?os son tan severos que los alcaldes de la regi¨®n del delta ya han pedido la declaraci¨®n de zona catastr¨®fica y la ayuda de las instituciones p¨²blicas, m¨¢xime al tratarse el delta de un ecosistema sujeto a m¨²ltiples protecciones. Aparte de los arrozales, el territorio da de comer a miles de aves y a una fauna terrestre y fluvial de una diversidad pareja a su vulnerabilidad como especies en alg¨²n caso.
De inmediato, los comentarios han convertido el delta del Ebro en un nuevo campo de batalla entre nacionalistas de uno y otro signo, ignorando que si hay en Espa?a un territorio plurinacional es ese ap¨¦ndice de aluvi¨®n situado en Catalu?a, pero formado por sedimentos de tierras procedentes de Cantabria, Castilla, el Pa¨ªs Vasco, La Rioja, Navarra, Arag¨®n y la propia Catalu?a que los numerosos r¨ªos de esas regiones han arrastrado hasta el Ebro, y este, depositado en las m¨¢rgenes de su desembocadura durante siglos y siglos de avenidas. As¨ª que hablar del delta en t¨¦rminos de propiedad es tan absurdo como considerar, como he o¨ªdo a algunos comentaristas, que la responsabilidad de lo sucedido al delta estos d¨ªas, as¨ª como la obligaci¨®n de poner remedio a los efectos del temporal, la tienen unas u otras instituciones seg¨²n la adscripci¨®n pol¨ªtica y el sentimiento de pertenencia de cada cual. O peor: alegr¨¢ndose de los destrozos por considerar al delta catal¨¢n ¡ªlos m¨¢s anticatalanistas¡ª o a sus vecinos insolidarios por haberse opuesto al Plan Hidrol¨®gico de Pujol y Aznar, otros. Naturalmente, el calibre de las descalificaciones se acent¨²a en las redes sociales, en las que, como es costumbre, aflora lo peor de la raza humana, tanto como para que uno suscriba el comentario de un lector de este peri¨®dico que, ante el nivel tabernario de los insultos que otros lectores se dedicaban a prop¨®sito de las informaciones sobre la inundaci¨®n del delta del Ebro, escrib¨ªa: ¡°Algunos comentarios me hacen pensar no ya si algunos pertenecen a mi mismo pa¨ªs, sino a mi misma especie¡±.
El refr¨¢n popular que dice que quien siembra vientos recoge tempestades vale, pues, por lo que se puede ver, para los responsables de las actuaciones que han conducido al planeta a la situaci¨®n de emergencia clim¨¢tica que se demuestra cada d¨ªa que pasa y para los que con las suyas han convertido la convivencia entre los espa?oles y los catalanes, y entre los catalanes mismos, en una fricci¨®n continua, tanto de un lado como del otro.
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