Hacer oposici¨®n desde el Gobierno
Muchos l¨ªderes en el poder fomentan la polarizaci¨®n y el enfrentamiento. As¨ª siguen entreteniendo al ciudadano espectador
Hacer el trabajo de la oposici¨®n es cada vez m¨¢s complicado. En una posdemocracia liberal, el Gobierno tambi¨¦n juega a ser la oposici¨®n. Es una estrategia populista ganadora. A ning¨²n partido le gusta verse hoy como el establishment. Estar en la oposici¨®n tiene una ventaja muy clara: el adversario est¨¢ bien definido y est¨¢ claro, es el Gobierno. Pero cuando se est¨¢ en el poder, la ¨¦pica de ir a la contra desaparece. Por eso muchos l¨ªderes en el poder fomentan la polarizaci¨®n y el enfrentamiento. De ese modo, no pierden la garra que ten¨ªan en la oposici¨®n y siguen entreteniendo al ciudadano espectador.
Pedro S¨¢nchez se encuentra a gusto ejerciendo el poder. Ha sido transparente y expl¨ªcito al hacer gala de ¨¦l. Ha colocado a cercanos en puestos de confianza y, en su ¨²ltima reordenaci¨®n del ejecutivo, ha dado plenos poderes a su jefe de gabinete, Iv¨¢n Redondo (que ahora es una especie de ministro que no tiene que rendir cuentas ante el Parlamento o la prensa), y ha nombrado como fiscal a su exministra de Justicia. Es una demostraci¨®n de poder clara y sin ambig¨¹edades: aqu¨ª mando yo.
Al mismo tiempo, el Gobierno act¨²a como si estuviera en la oposici¨®n: entra de lleno en las batallas culturales, es activista y proactivo. Combina lo peor de la oposici¨®n (el histrionismo, la sobreactuaci¨®n, ?balos diciendo que Murcia es ¡°un banco de pruebas de la ultraderecha y el fascismo¡±) con lo peor del poder (la arrogancia y una actitud perdonavidas). Pero no podr¨ªa actuar as¨ª si la oposici¨®n no le ayudara. La estrategia del PP y Vox parece planeada por Redondo, que siempre ha aspirado a una vuelta del bipartidismo pero radicalizada, versi¨®n Jackass: el PSOE como ¨²nico partido moderado luchando en solitario contra la ultraderecha, PSOE o barbarie.
Como el Gobierno sabe jugar a ser oposici¨®n, la verdadera oposici¨®n insiste en una estrategia excesivamente melodram¨¢tica e hiperb¨®lica para no perder influencia ni presencia medi¨¢tica.
Es ligeramente comprensible en Vox, un partido que busca derribar consensos nunca antes cuestionados (como la educaci¨®n sexual en las aulas, un debate que encaja m¨¢s en el partido republicano estadounidense) alz¨¢ndose como representante de una mayor¨ªa silenciosa. Pero sorprende en el PP: no porque el partido no pueda ser radical y coquetear con ideas reaccionarias sino porque parece atrapado en un bucle melanc¨®lico e infantil, gritando ¡°?saquen sus manos de nuestras familias!¡± en el debate del pin parental o amenazando al Gobierno con los tribunales. El caso de Ciudadanos es similar pero diferente: el partido nunca ha sabido muy bien lo que representa y hoy lo sabe menos que nunca.
S¨¢nchez est¨¢ consiguiendo anular, al menos por el momento y por puro agotamiento, a una oposici¨®n completamente perdida. Por eso el presidente se puede permitir un despliegue de poder tan obsceno. Si el Gobierno juega a ser oposici¨®n y la verdadera oposici¨®n grita constantemente que viene el lobo, la rendici¨®n de cuentas parlamentaria pierde todo su efecto.
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