1 El despertar
Al entrar en la regi¨®n de Murcia, el cielo se vuelve plomizo. Hay alerta naranja por una nueva gota fr¨ªa. En la anterior, en septiembre, murieron varias personas; los torrentes arrasaron cultivos, calles y casas; hubo p¨¦rdidas millonarias, y el Mar Menor acab¨® envenenado, con una costra de peces muertos flotando en la orilla. Los goterones comienzan a pintar el asfalto cuando nos encontramos en un restaurante de carretera con Daniel Ruiz, de 45 a?os, divorciado con dos hijos, ingeniero agr¨ªcola, votante y afiliado de Vox. Ejerce tareas de asesoramiento y supervisi¨®n para una empresa de c¨ªtricos con decenas de hect¨¢reas entre Murcia y Almer¨ªa. Se pasa el d¨ªa en el coche entre cultivos. Viste chubasquero, botas de monte. Dice que lo primero que le enganch¨® de Vox fue ¡°el v¨ªdeo del elefante de Alejo Vidal-Quadras¡±. En ese clip, el hist¨®rico pol¨ªtico del PP, luego cofundador y fugaz presidente de Vox (dej¨® la formaci¨®n en 2015), explica con dibujos animados que uno de los problemas de Espa?a es su Administraci¨®n p¨²blica. ¡°El elefante es el Estado¡±, dice. ¡°Ese tinglado complejo, gigantesco, ineficiente¡±. Habla de autonom¨ªas, Ayuntamientos, diputaciones, empresas p¨²blicas¡ Concluye que hay una ¡°sufrida mayor¨ªa que trabaja m¨¢s de seis meses cada a?o para alimentar al elefante y la ufana cuadrilla que lo cabalga¡±. Propone una soluci¨®n: cambiar el paquidermo por un caballo.
¡°Me lleg¨® su mensaje¡±, dice Ruiz. ¡°Vox se solidarizaba con los que curr¨¢bamos. El PP nos hab¨ªa ido dejando abandonados a los sectores productivos, a las familias. Las clases medias estaban desapareciendo. El grueso del voto es de quienes sufrimos las consecuencias de la crisis. Lo veo clar¨ªsimo¡±. No solo le enganch¨® como votante. En 2015 fue el candidato auton¨®mico del partido (no alcanz¨® el 1% de los sufragios) y ostent¨® una vicesecretar¨ªa regional hasta hace un a?o. Ruiz se define como ¡°moderadamente conservador en lo ideol¨®gico y econ¨®micamente liberal¡±. Fue votante del PP hasta 2011. Es residente en San Pedro del Pinatar, donde Vox obtuvo un 33,93% en las generales del 10 de noviembre. Repasa asuntos pol¨¦micos: ¡°El tema del feminismo este radical¡±. Cree que ¡°la ideolog¨ªa de g¨¦nero es contraria al derecho constitucional a la igualdad efectiva¡±. A?ade: ¡°Cada vez m¨¢s mujeres simpatizan con Vox porque valoran su seguridad y la de sus hijos, quieren tranquilidad para ir por la calle. Y que no se permita que las manadas de delincuentes campen a sus anchas. No ven bien que vengan personas [migrantes] que no entran por cauces legales, sean menores o no, que deambulan sueltos por la calle¡±. Otro tema: ¡°Mire, el clima no podemos controlarlo. No soy negacionista, simplemente entiendo el cambio clim¨¢tico como persona humana. El clima cambia, pues s¨ª. Y las personas son humanas. Pues s¨ª. Es as¨ª queramos o no¡±.
Esa noche se oyen truenos mientras Ana, nombre supuesto de una soldado de 35 a?os de la base a¨¦rea de San Javier (Murcia), casada, con tres hijas y votante de Vox, habla de ¡°orden, seguridad, autoridad¡±. Lo echa en falta, dice, en la pol¨ªtica, en las calles, en la escuela. Le preocupa Catalu?a (¡°all¨ª hace falta dejar las cosas claras¡±). Y se queja de los hijos de los migrantes. Explica que apenas quedan alumnos espa?oles en el colegio de sus peque?as. En otras ocasiones vot¨® al PP y a Cs. Entre ella y su marido juntan 2.200 euros al mes. Viven ¡°sin derroches¡±. Acto seguido arremete contra los pol¨ªticos: ¡°?C¨®mo viven ellos? Vox propone reducir el gremio de los que chupan del bote¡±.
2 Un emigrante retornado
Manuel Aroca lleva un pitillo en una mano, el paraguas en la otra, y se mueve por calles anegadas en las que el agua tira con fuerza hacia el mar. Pisa con botas de goma entre hileras de chal¨¦s de Los Alc¨¢zares (Murcia), un para¨ªso del veraneo de la clase media de toda Europa bajo un aguacero. Aroca, de 64 a?os, es un obrero jubilado del metal, un emigrante retornado de Alemania. Toda su vida vot¨® socialista, dice. Hasta las elecciones de noviembre.
¡ª?Por qu¨¦ ha cambiado el voto? ?Qu¨¦ ofrece Vox?
¡ªA veces pienso: que vuelva Franco. Soluciones es lo que queremos.
Aroca lleva desde la adolescencia fuera de Espa?a. Se march¨® siguiendo los pasos de su familia. Regres¨® a Murcia casi cinco d¨¦cadas despu¨¦s con intenci¨®n de disfrutar de la pensi¨®n alemana. Se instal¨® con su madre en este chalecito en la costa, cuya puerta nos abren. Es de los pocos que residen aqu¨ª de forma habitual. Le llaman al m¨®vil los due?os de las viviendas vecinas para que les resuma el estado en que han quedado. Hay garajes sepultados; las aceras se han vuelto cascadas. Estas ¨²ltimas lluvias torrenciales se suman a las de septiembre, y Aroca habla de la dana (depresi¨®n aislada en niveles altos, o gota fr¨ªa) como si fuera otra clave del voto: ¡°Nos sentimos desamparados¡±.
Manuel Aroca
Emigrante retornado y jubilado. 64 a?os. Los Alc¨¢zares (Murcia)
Tras casi cinco d¨¦cadas en Alemania, ha regresado a su tierra como jubilado. Era votante socialista hasta las ¨²ltimas elecciones generales.
Desde que regres¨® a Espa?a en 2018 ha visto ¡°cosas¡± que no le gustan. ¡°Digo: a ver si votando a Vox hay alguien que ponga esto bien derecho¡±. Se refiere a: ¡°El jaleo de Catalu?a. A esto de los inmigrantes: que los devuelvan. Y, por ejemplo, con mi madre, que vayas por la calle y te tiren del bolso¡¡±. La se?ora relata un robo cometido por ¡°moros¡± hace a?os y otro incidente con ¡°unas rumanas¡±. ¡°Por las calles no vas seguro¡±, a?ade Aroca. ¡°Tengo miedo. Percibo inseguridad. Y los inmigrantes¡, que vengan, s¨ª, pero con un contrato como lo hicimos en Alemania¡±.
¡ª?Sinti¨® racismo en Alemania?
¡ªAl principio no nos quer¨ªan en ning¨²n sitio. Los alemanes nos ve¨ªan como si fu¨¦ramos a quitarles el trabajo.
¡ª?Cree que existe un racismo similar hoy en Espa?a?
¡ªS¨ª, s¨ª, es m¨¢s o menos como nos sucedi¨®. Pero a m¨ª no me interesa aquello, ahora estoy aqu¨ª, jubilado, y lo que me preocupa es la delincuencia, que no puede ir una mujer de noche por la calle.
3 Un parado
De camino a Cartagena se ven esqueletos de la burbuja inmobiliaria con el Mar Menor revuelto de fondo. Bajo nubes negras, la zona parece el decorado de una ?pel¨ªcula de ciencia-ficci¨®n. Aqu¨ª la crisis golpe¨® con intensidad. En 2011, Murcia se encontraba entre las regiones espa?olas donde m¨¢s hab¨ªa ca¨ªdo el empleo en construcci¨®n y la compraventa de casas. En 2014, el riesgo de pobreza hab¨ªa escalado hasta afectar a casi la mitad de la poblaci¨®n. Hoy se ha reducido, pero a¨²n afecta a un tercio.
¡°Aqu¨ª llega la gente en avi¨®n, en patera, como le da la gana. Esto es el co?o de la Bernarda¡±, argumenta Carlos M¨¢rquez, parado de 49 a?os, votante y afiliado de Vox en Cartagena. ¡°?La soluci¨®n? Toda persona que lleve m¨¢s de dos a?os sin trabajar, sin aportar, fuera. Los delincuentes que sean extranjeros, a su pa¨ªs¡±. A?ade: ¡°En cuanto desembarcan, les dan 650 pavos. Se est¨¢n aprovechando del sistema, no se integran. Y por arraigo se traen a su mujer con cinco cr¨ªos. No hay pa¨ªs que lo aguante¡±.
Carlos M¨¢rquez
Desempleado. 49 a?os. Cartagena (Murcia)
Votante y afiliado de Vox (se dio de baja poco despu¨¦s de esta entrevista). Asegura compartir el 70% del ideario de este partido.
El apartamento de M¨¢rquez se encuentra en un edificio humilde. El recibidor est¨¢ repleto de trastos. Su perro, que corretea por el sal¨®n, se llama Sori, nombre japon¨¦s que se refiere a la curvatura de las espadas de los samur¨¢is. Hay catanas colgadas por todas partes. El televisor est¨¢ encendido. Y un taco de fotocopias con su curr¨ªculo descansa en la mesa. M¨¢rquez se sienta en el sof¨¢ junto a la pecera. Tiene unas gafas con cristales gruesos que hacen sus ojos diminutos. Viste pantal¨®n de ch¨¢ndal y una sudadera de artes marciales. Es cintur¨®n negro de jiu-jitsu.
Divorciado y sin hijos. Ha sido carpintero, camarero, marino, buzo, instructor de artes marciales, comercial, escolta, vigilante de seguridad y empresario, hasta que las cosas se pusieron feas. ¡°Somos una regi¨®n muy empobrecida¡±. Se afili¨® a Vox porque comparte ¡°el 70%¡± de su discurso. El otro 30% tiene que ver con la religi¨®n. No le gusta c¨®mo el partido, en Murcia, se ha convertido en un ¡°club elitista¡± gobernado por ¡°los Kikos, el Opus Dei y ni?os pijos murcianos¡±. En 2019 present¨® una denuncia por presunta malversaci¨®n contra tres dirigentes de Vox en Murcia. Asegur¨® haber aportado su ¡°granito de arena¡± para forzar la dimisi¨®n de la c¨²pula del partido a las dos semanas de su victoria el 10-N. (Unas semanas despu¨¦s de esta entrevista, M¨¢rquez se dio de baja como afiliado).
Describe la situaci¨®n: ¡°No dir¨ªa de preambiente de guerra civil, sino de confrontaci¨®n entre espa?oles¡±. Aborda ¡°el tema del feminazismo¡±: ¡°Una mujer para hacer valer sus derechos no tiene por qu¨¦ bajarse las bragas en la calle y mear o sacarse las tetas¡±. Habla de ¡°chiringuitos¡± financiados con dinero p¨²blico que apoyan esto. ¡°A m¨ª no me representan, y soy feminista¡±.
A la pregunta de c¨®mo se informa, responde: ¡°Llevo un tiempo que ni veo los telediarios porque nos est¨¢n mintiendo¡±. Prefiere guiarse ¡°por Facebook, por amigos, por redes sociales o por ciertos grupos que tengo yo que son m¨¢s fidedignos. Me pongo a comparar los telediarios con lo que me llega por otro lado, que es informaci¨®n contrastada, y no coincide para nada¡±. ¡°Ll¨¢mame conspiranoico¡±, dice sobre el conflicto catal¨¢n, pero est¨¢ convencido de que se resolver¨¢ cuando ¡°deje de serles ¨²til¡± y decidan frenarlo ¡°de cuajo¡±, cosa que de momento ¡°no les interesa¡±. Cuando se le pregunta a qui¨¦n se refiere, contesta: ¡°Bilderberg, Soros, gente de esa talla¡±. (Santiago Abascal ha citado estos mismos nombres para explicar supuestos compl¨®s que buscan sembrar ¡°el caos¡± en Europa y ¡°liquidar¡± a la clase media).
Luego toma entre los dedos una figurita del dictador Franco que descansa en la alacena junto a un incensario y el t¨ªtulo de jiu-jitsu. ¡°El t¨ªo Paco¡±, lo llama. ¡°Un hombre controvertido. No me resulta desagradable. Con Franco no ten¨ªamos terrorismo. Los fusilaban. Ahora tienes terroristas con sueldos p¨²blicos en el Pa¨ªs Vasco¡±.
4 Capataces
Loubna Hamdai no es votante de Vox, sino una mediadora intercultural de origen marroqu¨ª que trabaja en Torre-Pacheco, localidad agr¨ªcola murciana de 36.000 habitantes y un 26% de inmigraci¨®n. La acabamos de conocer en una reuni¨®n con responsables de ONG en la que han explicado cierto ¡°caldo de cultivo¡±: ¡°La crisis ha incrementado los ¨ªndices de pobreza que hace que las personas migrantes se conviertan en el chivo expiatorio: comienzan a percibirse como un competidor por los recursos, que son escasos¡±. Luego Loubna gu¨ªa hasta los m¨¢rgenes del municipio, donde se despliega una barriada cenicienta en la que suelen habitar los migrantes en infraviviendas. Por all¨ª pasa un hombre empujando un carro de supermercado cargado con bidones y garrafas de agua. Dice llamarse F¨¦lix P¨¦rez y tener 50 a?os. Lleva el pelo recogido en una coleta y le asoma el tatuaje de un caballo del cuello. Es herrador y domador. ¡°Bueno, era¡±, tuerce el gesto. ¡°Ahora no me da trabajo nadie¡±. Acaba de superar un c¨¢ncer. La radioterapia le ha dejado d¨¦bil. No tiene dinero ni para fijarse la dentadura, a?ade, mientras se la recoloca con los dedos. ¡°He tenido rachas en mi vida que lo he pasado mal, pero como hasta ahora nunca¡±. Viene de rellenar las garrafas en casa de un vecino, agua para beber, fregar y lavarse, porque se la han cortado. No tiene ingresos, aunque espera comenzar a percibir la renta b¨¢sica de inserci¨®n (430 euros). Llevaba ¡°25 a?os¡± sin acudir a las urnas. Pero esta vez vot¨® a Vox. ¡°?Qu¨¦ me ha movido a votar? Que esto no puede seguir as¨ª. Que cada d¨ªa engordan m¨¢s los que ya est¨¢n gordos y los d¨¦biles, como yo, notamos m¨¢s la endeblez. Yo creo que Vox mira m¨¢s por la clase baja que los otros partidos¡±. Recuerda el momento en que oy¨® hablar de la formaci¨®n por primera vez: ¡°Fue en el bar donde estaba comiendo con un tique de C¨¢ritas, porque ya te digo que ni para comer tengo. Ese d¨ªa, un hombre me puso aqu¨ª una pegatina de Vox¡±, y se se?ala la solapa. Luego contin¨²a su camino, empujando el carro hasta que su figura desaparece.
F¨¦lix P¨¦rez
Domador de caballos. 50 a?os. Torre-Pacheco (Murcia)
Tras reponerse de un c¨¢ncer, no cuenta con ning¨²n tipo de ingresos. Llevaba 25 a?os sin acudir a las urnas, hasta que el 10N opt¨® por Vox.
El extrarradio de Torre-Pacheco, donde Vox sac¨® un 38% el 10-N, es una sucesi¨®n de huertas donde crecen alcachofas, lechuga, br¨®coli. En una colina, una treintena de mujeres inclinan el lomo para arrancar malas hierbas de un campo de r¨²cula. Son fuertes y menudas, migrantes de origen latino en su mayor¨ªa. En cuanto se paran a hablar con forasteros, aparece el todoterreno de los capataces. Dos varones espa?oles. Botas llenas de fango. Votantes de Vox. ¡°Hay una serie de problemas en Espa?a que todos camuflan¡±, reflexiona uno sin dar su nombre. ¡°Pero Vox dice las cosas como son. Lo que todo el mundo piensa. Y de una forma que se entiende¡±. El otro se pregunta: ¡°?C¨®mo hay tanta inmigraci¨®n cuando hay tanto paro?¡±. Y fuman y cae el sol y les envuelve el fr¨ªo y las sombras y las mujeres siguen con el lomo doblado sobre la tierra.
5 El 1% m¨¢s pobre
En N¨ªjar (Almer¨ªa), el municipio de m¨¢s de 20.000 habitantes de menor renta de Espa?a, hay una avenida gris¨¢cea que recuerda a los poblados del Oeste. En ella se encuentra un bar sobre cuyo local el due?o ha colocado una bandera de Espa?a para distinguirlo ¡°de aquellos que son nigerianos, y aquellos otros, marroquinos¡±. La localidad tiene un 41% de inmigraci¨®n. Los vecinos sobreviven con poco m¨¢s de 6.000 euros al a?o de media. Vox gan¨® el 10-N con un 35% de los votos. Y el bar se encuentra en una secci¨®n censal que corresponde al 1% m¨¢s pobre de todo el pa¨ªs. A su lado hay un sal¨®n de juego llamado Joker en cuya puerta se amontonan las bicicletas: es el transporte oficial de los migrantes que trabajan en el campo. Dentro solo parece haber extranjeros. Hablan espa?ol con acentos de distintos or¨ªgenes. El encargado comenta que suelen compartir el premio entre todos de forma solidaria.
A las afueras deambulan ¨¢rabes con chilaba y pasan subsaharianos en bicicleta. El atardecer recorta su silueta cuando cruzan frente a una pintada en la acequia: ¡°Vota Vox¡±. En la alh¨®ndiga La Uni¨®n, Jos¨¦ Salazar, camionero de 42 a?os, habla como si el mundo en el que creci¨® se estuviera desvaneciendo. ¡°Antes est¨¢bamos muy bien. Con trabajo. Hemos podido alimentar a nuestros hijos, pagar nuestra hipotecas, vivir un poco mejor¡±. Luego, a?ade, ¡°se meti¨® la inmigraci¨®n y¡ yo no les echo la culpa a ellos, pero es que se est¨¢ acabando el trabajo¡±. Prosigue: ¡°No queremos una dictadura, pero s¨ª un partido que no nos enga?e. La clase media obrera no tenemos apoyo. Primero tienes que dar de comer a los que tienes en casa y despu¨¦s, lo que sobre, a los de fuera¡±. En su opini¨®n, ¡°el ¨²nico partido que est¨¢ escuchando al pueblo es Vox¡±. Francisco Mart¨ªn, uno de los responsables de la alh¨®ndiga, ingeniero agr¨ªcola de 45 a?os, asiente a su lado: ¡°Me parece muy interesante lo que dice Iv¨¢n Espinosa de los Monteros: ¡®Para crear riqueza hay que bajar los impuestos¡±.
Cerca de all¨ª, en la ciudad de Almer¨ªa, Jos¨¦ Esteban, de 24 a?os, acaba de ¡°pelarse¡± en la peluquer¨ªa de su primo dominicano. A la puerta, se graba un v¨ªdeo y lo sube a Instagram: ¡°?Soy militante de Vox!¡±. Esteban es ¡°medio inmigrante¡±, hijo de dominicana y espa?ol, y aclara que lo del v¨ªdeo era una broma. Pero s¨ª vot¨® a Vox el 10-N. Lo hizo, asegura, por la inmigraci¨®n: ¡°No veo bien que se den subvenciones a los extranjeros cuando a los espa?oles que lo necesitan de verdad no les apoyan. Y hay m¨¢s violencia cometida por inmigrantes¡±.
Jos¨¦ Esteban
Camarero. 24 a?os. Almer¨ªa
Hijo de dominicana y espa?ol, se define como "medio inmigrante". Explica su voto a Vox: "No veo bien que se den subvenciones a los extranjeros cuando a los espa?oles que lo necesitan de verdad no les apoyan".
¡ªSorprende su discurso, conociendo su origen.
¡ªCuando era peque?o sol¨ªa estar con inmigrantes y me iba todo mal. Los hay buenos, pero son minor¨ªa. Si est¨¢s robando, violando, para eso qu¨¦date en tu pa¨ªs. No hacen nada bueno.
6 Mujeres en Vistalegre
Cloti y Oti son dos mujeres de Roquetas de Mar (Almer¨ªa) y cuentan que al fin se pusieron cara en el viaje al llamado Vistalegre ¡°Plus Ultra¡±, un acto de Vox celebrado en octubre de 2019 en Madrid. La formaci¨®n reuni¨® a m¨¢s de 10.000 personas con el reclamo de ¡°defender Espa?a y su unidad, su soberan¨ªa y la libertad frente a la dictadura progre¡±. Faltaba un mes para las elecciones en las que Vox se situ¨® como tercera fuerza, con 3,6 millones de votos. Del viaje quedan buenos recuerdos que Cloti y Oti comentan ahora, en casa de la primera. ¡°Fuiste t¨² quien me liaste para ir¡±, dice una. ¡°Y t¨² me has liado ahora para esta entrevista. ?Bar?a uno, Real Madrid uno!¡±, responde la otra.
Clotilde Cerrudo, de 50 a?os, casada y madre de dos hijas, m¨¦dica al frente de un peque?o centro privado, nos ha abierto las puertas de su chal¨¦ con jard¨ªn, palmeras y piscina, y ha sacado algo de picar. ¡°He votado a Vox porque me parece un partido ilusionante que defiende lo que he pensado siempre. Es provida. Apoya mis valores religiosos. Y mi trabajo¡±. Lo conoci¨® a trav¨¦s de sus pacientes antes de las elecciones andaluzas de 2018. Defraudada por la ¡°deriva¡± del PP en lo moral y en la defensa de Espa?a, decidi¨® afiliarse. Nunca hab¨ªa militado en pol¨ªtica. Le atrajo la autofinanciaci¨®n: ¡°Un ciudadano de a pie no tiene por qu¨¦ pagar la propaganda de ning¨²n partido¡±.
Clotilde Cerrudo
M¨¦dica. 50 a?os. Roquetas de Mar (Almer¨ªa)
Votante y afiliada de Vox, se "siente" parte de este partido y opina que la formaci¨®n defiende sus ideas religiosas.
Cloti es miembro activo de la parroquia y la asociaci¨®n vecinal. Fue misionera en Honduras. En la entrada de su casa hay una estampita de Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer. Sobre el aborto, explica, la ley vigente ha ¡°legalizado¡± de facto esta pr¨¢ctica. ¡°?Qu¨¦ dice Vox? Intentemos que haya menos abortos prestando una ayuda social integral a la mujer que no quiera al ni?o¡±. Sobre la eutanasia: ¡°No la puedo concebir¡±. Sobre feminismo: ¡°Hombre y mujer somos diferentes. En lo biol¨®gico. En la forma de pensar. En nuestro desarrollo sexual. Y realmente yo quiero ser diferente. Estoy orgullosa de ser madre; no quiero tener barba. ?En qu¨¦ tenemos que ser iguales? Bajo la ley. Yo no soy feminista¡±. Sobre violencia de g¨¦nero: ¡°No puedes meter a una persona en el calabozo solo porque la mujer ha dicho que ha sido agredida¡±.
En su opini¨®n, ¡°Vox refleja la ideolog¨ªa de una persona tradicional que ha hablado en la mesa siempre de estos temas¡±. Sobre educaci¨®n, por ejemplo: ¡°No puede ser que nos vendan la pel¨ªcula como no es. Lo normal es la heterosexualidad, ?no? El hombre y la mujer. Y no me pongas una ley que me diga que todo vale. Hay que educar con respeto, con consentimiento de los padres en los colegios. En mi casa estoy dando unas normas morales y religiosas para que ahora venga otro y me diga: ¡®No, no es eso¡±.
En aquel viaje a Vistalegre, Cloti y Oti salieron en la prensa digital. En la fotograf¨ªa sonr¨ªen tras una bandera que exhibe la cabeza de un lobo. La fiera lleva un collar de pinchos, los colores de Espa?a en la cara y en sus ojos verdes se lee ¡°Vox¡±. Tras el animal hay una cruz en aspa, la de Borgo?a, emblema de los tercios espa?oles. La ense?a del lobo se encuentra tambi¨¦n a la puerta de un bar de Roquetas, frente a la playa. Y en el interior del local la bandera convive con la de la Legi¨®n. Aqu¨ª suelen reunirse los simpatizantes del partido y est¨¢ lleno de parafernalia de Vox. Hay pulseras de ¡°Espa?a Viva¡±, llaveros de Abascal; el pin cuesta 2,50 euros.
Otilia Pe?a
Empleada en hosteler¨ªa. 51 a?os. Roquetas de Mar (Almer¨ªa)
Es afiliada y votante de Vox. "Me ha llamado ese sentimiento", explica. "Que alguien me vuelva a decir que mis or¨ªgenes y tradiciones son un orgullo".
Otilia Pe?a, Oti, de 51 a?os, es quien nos ha guiado hasta este lugar. Trabaja en el departamento de ¡°reservas y revenue¡± en un hotel de la zona. Mientras sorbe una cocacola, explica sobre la bandera: ¡°Un lobo representa el poder. Van siempre juntos, unidos, con fuerza¡±. A?ade sobre Vox: ¡°Desde hac¨ªa tiempo no sab¨ªa a qui¨¦n votar. No ten¨ªa identidad. Dec¨ªas ¡®Soy espa?ol¡¯ y la gente te miraba mal por la calle. Ese sentimiento me ha llamado: el que alguien me vuelva a decir que mi origen y mis tradiciones son un orgullo¡±. Vot¨® al partido en las andaluzas. Al d¨ªa siguiente se afili¨®. ¡°Se est¨¢ intentando tachar a Vox de partido ultra por defender una naci¨®n, la unidad. Se ha acu?ado este t¨¦rmino porque hay miedo a la cantidad de gente que est¨¢bamos callados¡±.
El due?o del local, militar retirado, emerge de su silencio y a?ade algo sobre la bandera: fue ¨¦l quien la dise?¨®. El lobo, dice, representa la fauna ib¨¦rica. El fondo negro simboliza la guerra a muerte. Las l¨¢grimas son las banderas de Espa?a. Es decir: este lobo llora Espa?a. Y en el local, si uno mira con detenimiento, va emergiendo tambi¨¦n otro tipo de parafernalia: una bandera preconstitucional, llaveros de Franco. Sobre el dictador, el due?o dice: ¡°Como jefe de Estado, si se hubiera ido 20 a?os antes, mejor para todos. A m¨ª me gusta como general de los ej¨¦rcitos. Pero sin nostalgia. Lo que no puedes hacer es una ley para que desaparezca el pasado¡±. Oti a?ade: ¡°La historia forma parte de nosotros¡±. Concluye el due?o: ¡°Sobre todo, para no repetirla¡±.
7 Empresarios agr¨ªcolas
Desde lo alto impresiona el brillo de la huerta de Europa, una mancha lechosa a orillas del Mediterr¨¢neo. Por dentro, el mar de pl¨¢stico de El Ejido (Almer¨ªa) se convierte en un laberinto de carreteras. La lengua de asfalto bordea la costa y al fondo del barranco se ve Almerimar, una urbanizaci¨®n con puerto n¨¢utico a la que se han ido mudando los empresarios agr¨ªcolas; all¨ª apenas hay extranjeros, la renta es la m¨¢s alta del municipio y el voto a Vox ronda el 40%. Al girar a la izquierda, los caminos se estrechan, proliferan anuncios que ofrecen ¡°blanqueamientos¡± (de pl¨¢sticos) y una bandera de la dictadura se eleva sobre las huertas frente a una pintada: ¡°Pedro S¨¢nchez cabr¨®n. Franco no es el problema. El problema eres t¨²¡±.
Juan Plaza, el due?o de la bandera, lo es tambi¨¦n de un peque?o invernadero donde cuelgan racimos de tomates cherry y trabajan un pu?ado de marroqu¨ªes. Votante ¡°de izquierdas de toda la vida¡±, explica que ha cambiado a Vox porque refleja lo que ¡°piensa la mayor¨ªa, aunque no sea capaz de decirlo¡±. Tiene 62 a?os; se queja con voz ronca: ¡°Hacer hoy un invernadero te cuesta m¨¢s de 300.000 euros. ?C¨®mo lo amortizas? ?C¨®mo es posible que venda el tomate a 60 c¨¦ntimos el kilo y el precio final sea de 6 euros? Anda uno quemado vivo. El 90% del campo est¨¢ entrampado¡±. Asegura que le cuesta comprender el mundo que le rodea. Son los d¨ªas en que se celebra la Cumbre del Clima en Madrid, Greta Thunberg acaba de cruzar el Atl¨¢ntico. ¡°T¨² ves a la ni?a esta del cambio clim¨¢tico¡±, dice. ¡°?C¨®mo va a ir? ?En burro? ?Va a ir en un pollino a Madrid? Hay cosas que es mejor ni hablar porque te cabreas¡±.
Francisco Fern¨¢ndez, de 51 a?os, otro empresario agr¨ªcola (y zahor¨ª), relaciona el voto a Vox con el ¡°estr¨¦s y la incertidumbre¡± en el sector. Cita el escaso margen, la deslocalizaci¨®n, la competencia de Marruecos, y que ¡°los grandes cada vez se hacen m¨¢s grandes¡±. ¡°Cuando las entidades financieras se enteran de que un agricultor mediano est¨¢ en la cuerda floja, se ponen en contacto con los grandes para que absorban esa finca¡±. Por eso ha votado a Vox. Por eso le gusta Trump: ¡°Los medios lo tratan de loco, pero para m¨ª no lo es. Le considero como un padre de familia para el que sus hijos son lo primero¡±.
Cuando se le interroga por los poblados chabolistas en los que viven algunos migrantes, responde: ¡°Prefieren estar all¨ª que pagar alquiler. ?Por qu¨¦? Porque de chabolismo no pagan nada. Guardan todo para la olla y env¨ªan dinero a su pa¨ªs. Hombre, d¨¦jate algo aqu¨ª, genera riqueza al menos¡±. Entre las primeras medidas del Ayuntamiento de El Ejido, donde gobierna una coalici¨®n de Vox y PP desde junio de 2019, se encontraba el derribo de estos asentamientos. Uno de ellos se encuentra un poco m¨¢s all¨¢ de la bandera franquista. Sobre una calva ¨¢rida se levantan casitas c¨²bicas hechas con desechos de pl¨¢sticos, pal¨¦s y tubos de pvc. Una marroqu¨ª con una costra purulenta en el brazo muestra su casa y repite: ¡°No trabajo, no comida¡±. Un gato raqu¨ªtico atraviesa un charco en el que se mezclan la orina y la basura y los pesticidas. A veces llega a la nariz un suave aroma a tomates.
8 Aut¨®nomos
Amanece en el extrarradio de Madrid y se ven cultivos y descampados y naves industriales al borde de las urbanizaciones. Entre nudos de autopistas se promociona una macrodiscoteca donde seguir las ma?anas del domingo. En esta zona del sur de la capital, que no es ni campo ni ciudad, ni Madrid ni Toledo, donde conviven familias j¨®venes y ancianos que a¨²n visten de pana, no hay apenas un municipio en el que Vox baje del 25%. En muchos supera el 30%.
Rafael ?lvarez
Repartidor a domicilio de gasoil. 38 a?os. Moraleja de Enmedio (Madrid)
Opina que el alto porcentaje de voto en el cintur¨®n sur de Madrid tiene un denominador com¨²n: "Estamos muy quemados". Comparte las propuestas de Vox al 95% y cree que era hora de "probar un cambio que lo renueve y enderece todo".
Rafael ?lvarez, de 38 a?os, se mueve a diario por la comarca a bordo de su cami¨®n cisterna. Es repartidor a domicilio de gas¨®leo. Aut¨®nomo. Casado y con dos hijos. Vive en Moraleja de Enmedio, donde Vox fue la primera fuerza el 10-N. Nos encontramos en la sede del negocio familiar, la gasolinera MoraFuel Low Cost, con dos surtidores 24 horas, y un garaje donde guarda los camiones. Sobre el tejado, la bandera de Espa?a. ?l tiene una espesa barba y va abrigado con un anorak. ¡°Dices que has votado a Vox y parece que llevas una foto de Hitler en la cartera¡±. En su opini¨®n, este voto va m¨¢s all¨¢ de ideolog¨ªas. Es un castigo a los ¡°dinosaurios pol¨ªticos¡±. Una apuesta por ¡°algo nuevo, que d¨¦ un cambio, que intente remover y enderezarlo todo, porque esto cada vez va peor¡±. A?ade: ¡°Parece que Vox va a mirar m¨¢s por nosotros¡±. Se refiere a ¡°la gente de a pie¡±, ¡°a los que curramos¡±, a los clientes de la zona. ¡°Estamos todos igual. Cada vez con menos dinero, pero trabajamos m¨¢s y m¨¢s. No llegas a final de mes. Todo lo que se paga de impuestos, ?d¨®nde cojones va? ?A las autonom¨ªas? ?A subvenciones a gente que luego no produce? El dinero no te luce. Estamos muy quemados. Si cuanto m¨¢s trabajo, m¨¢s impuestos pago, ?c¨®mo lo hago? ?C¨®mo puedo vivir mejor?¡±.
Siguiendo nudos de carreteras al sur de Madrid se llega a Numancia de la Sagra (Toledo), donde se despliega un pol¨ªgono al borde de la autopista. En una de las naves, Salvador S¨¢nchez se coloca el arn¨¦s y trepa a la gr¨²a y se eleva para seguir con su faena: est¨¢ adaptando el local a la normativa de seguridad. Tambi¨¦n es de Moraleja de Enmedio. Viste mono gris. Zapato de obra. Tiene ojeras cinceladas. Aut¨®nomo de 43 a?os, casado y con dos hijos, habla de un voto de castigo a los ¡°corruptos¡±. De quitar subvenciones a partidos ¡ª¡°cuando monto un negocio, a m¨ª no me ayuda nadie¡±¡ª. Y del mensaje que ha calado en la zona: ¡°La mayor¨ªa somos gente obrera y aut¨®nomos. Nos est¨¢n cosiendo a impuestos sin sentido, porque realmente somos los que levantamos el pa¨ªs¡±.
Al hablar de violencia de g¨¦nero, deriva el debate a cuestiones penales. Reclama cadena perpetua. ¡°Pero nada de estar viviendo a la sopa boba; grilletes y a arreglar carreteras¡±. Prosigue: ¡°El violador que sale de permiso y reincide, ese t¨ªo no merece ni estar en la c¨¢rcel. Hay que quit¨¢rselo de en medio. Es un estorbo para la sociedad¡±.
¡ª?Apoya la pena de muerte?
¡ªPor supuesto que s¨ª.
Antes de continuar con el taladro, concluye: ¡°Vivimos en una sociedad en la que no hay miedo a hacer el mal. Y como no hay miedo, hacemos lo que nos da la gana. Los delincuentes campan a sus anchas. No hay justicia. No hay ley. Al rev¨¦s, se les protege a ellos¡±.
No muy lejos de all¨ª, en el inmenso centro comercial Xanad¨², en Arroyomolinos, al sur de Madrid, un hombre llega por el pasillo de m¨¢rmol empujando un carro de beb¨¦. Se detiene frente a un escaparate en el que destacan tres banderas de Espa?a: una de la Brigada Paracaidista (con la cruz de Borgo?a), otra de la Legi¨®n y una m¨¢s de la Guardia Civil. Tambi¨¦n se exponen cuchillos, sables, lanzas, m¨¢scaras de gas y todo tipo de objetos b¨¦licos. El tipo forma una curiosa estampa con el carrito y acercando el morro al cristal para mirar el precio de un machete. Le ha fastidiado reconocerlo, ¡°por el t¨®pico¡±, pero ha resultado ser votante de Vox. Un polic¨ªa nacional; pas¨® una d¨¦cada en la UIP (los antidisturbios). ¡°El pa¨ªs vive un desmadre. El equilibrio se ha roto. Hay veces que tienes que poner un poco de orden¡±, argumenta su voto.
Arroyomolinos no era m¨¢s que un viejo torre¨®n, varias calles y unos centenares de personas en los ochenta. En 2010 alcanzaron los 16.000 habitantes. Hoy suman m¨¢s de 30.000. Es, seg¨²n su Ayuntamiento, ¡°la ciudad m¨¢s joven de Espa?a¡±. La edad media ronda los 31 a?os; y en la localidad, las hileras de viviendas homog¨¦neas se extienden hasta donde alcanza la vista. Al municipio se mudaron muchos hijos de los obreros de M¨®stoles, Alcorc¨®n y Fuenlabrada. Y en las elecciones de noviembre Vox fue la primera fuerza con un 27%. ¡°Yo creo que vamos directos a un conflicto civil, como en el 36¡±, prosigue el polic¨ªa, residente del municipio. Y saluda entonces a un amigo que es alto como una torre y se ha dejado caer por Xanad¨². Es un compa?ero, de la UIP; acaba de regresar de Girona, donde fue destinado durante los disturbios de Catalu?a. Habla de chavales que lanzan piedras, salen corriendo y se ponen a llorar cuando les pillas. El del carrito de beb¨¦ concluye: ¡°La gente est¨¢ acojonada. Yo incluido. No creo que vivamos mejor que nuestros padres¡±. A su lado pasa un trenecito cargado de ni?os.
9 El 1% m¨¢s rico
La luz despierta breves destellos en los brackets de su boca cuando sonr¨ªe. Dice: ¡°Santi para m¨ª es¡ Soy fan number one¡±. Pilar de la Puerta tiene 18 a?os. Estudia Administraci¨®n de Empresas y Business Digital Economy en la Universidad de Villanueva, un centro privado de ¡°profundas ra¨ªces cristianas¡±. Acab¨® ayer los ex¨¢menes. Nacida y criada en Sevilla, hija de un ganadero taurino, vive desde hace cinco a?os en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid), el municipio de mayor renta per capita de Espa?a. Recibe en casa de sus t¨ªos, en La Finca, una zona conocida por albergar mansiones de futbolistas. Y quiz¨¢s una de las ¨¢reas m¨¢s conservadoras de Espa?a: en esta secci¨®n censal gana el PP (56%) seguido de Vox (29%) y Cs (10%). Suman un 95%. La secci¨®n pertenece al 1% m¨¢s rico de Espa?a.
De la Puerta viste chupa de cuero. Falda con estampados. Botas. Ha estudiado en un colegio del Opus y estos d¨ªas de vacaciones planea irse a una finca de sus abuelos, donde le gusta montar a caballo. Por edad, solo ha votado una vez en su vida. No dud¨®. Califica a su familia como ¡°muy de derechas¡±. Votantes del PP. Hasta que lleg¨® Vox: ¡°Son gente de campo, tradicional, del no al aborto, como mi familia¡±, dice. ¡°Nos sent¨ªamos ?su?perreflejados. Representan nuestros valores¡±.
Pilar de la Puerta
Universitaria. 18 a?os. Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid)
Estudia Administraci¨®n de Empresas y Business Digital Economy en la Universidad de Villanueva. Vot¨® por primera vez en las elecciones generales del 10 de noviembre. Opt¨® por Vox.
¡ª?Cu¨¢les son esos valores?
¡ªFamilia, Dios, patria.
Catalu?a, para ella, es clave: ¡°Es el ¨²nico partido que dice que no se va a separar¡±. Le ¡°encanta¡± Santiago Abascal porque, aunque parezca ¡°un t¨ªo un poco bruto¡±, tiene ¡°las ideas superclaras¡±. ¡°Transmite mucha seguridad y confianza, esa tranquilidad de que lo vamos a luchar y lo vamos a conseguir, espa?oles¡±. Tambi¨¦n le gusta Roc¨ªo Monasterio: ¡°Es muy dulce y la veo como muy madre, ayudando a todo el mundo con esa sonrisa¡±. Le gusta Vox en general: ¡°Se la ve gente humilde, honesta, de familia, que educa a sus hijos en valores, en la religi¨®n cristiana, se la ve gente buena. ?Sabes? Gente bien¡±.
Ella ha acudido a numerosos actos y manifestaciones. ¡°A las de Col¨®n, siempre. Me encanta ir y gritar: ¡®?Yo soy espa?ola, soy de Vox!¡¯. Y vamos todas mis amigas con las banderas a los m¨ªtines. He visto, en plan, a Santi ah¨ª a un metrito¡±. M¨¢s que votar a Vox, se siente ¡°parte¡± de Vox. ¡°Me define. Voy y lo doy todo. Es como un concierto¡±. Y cree que parte del ¨¦xito tiene que ver con su presencia en redes sociales: ¡°Tiene la cuenta de Instagram superactualizada. Nos enteramos de todo porque al final es nuestro d¨ªa a d¨ªa. Mitin aqu¨ª, mitin all¨¢. Y todas acudimos¡±.
Hay otro evento que la vieja derecha no suele perderse: el Rastrillo Nuevo Futuro. Hoy arranca motores y suena El chiringuito mientras un grupo de se?oras bien arregladas se pasea entre puestos que ofrecen l¨¢mparas, cubiertos, cristaler¨ªa. En la esquina del bar donde sirven blinis, ¡°la mejor merienda del rastrillo¡±, se encuentra Ana, de 73 a?os, viuda, madrile?a y votante de Vox. Ejerci¨® la abogac¨ªa, ayud¨® en la empresa familiar de publicidad y hoy se dedica sobre todo a ¡°obras sociales¡±. Vot¨® al PP desde que naci¨® el partido hasta su desencanto con Rajoy ¡ªle llama ¡°complejines¡±¡ª. De los populares a¨²n le gustan las ideas, ¡°pero no se deciden a defenderlas¡±. Se refiere al ¡°aborto por el aborto¡±, a la memoria hist¨®rica, al 155 ¡°light¡± aplicado en Catalu?a. ¡°Vox es una reacci¨®n a c¨®mo est¨¢ Espa?a¡±, dice. ¡°Hay tensi¨®n, aunque menor que el 23-F. Muchos tienen miedo; los de izquierdas y los de derechas¡±. Una amiga suya, tambi¨¦n votante de Vox, aporta algo m¨¢s: Abascal, dice clavando sus ojos felinos, tiene ¡°un par de cojones¡±.
Semanas despu¨¦s, Ana nos recibe en su piso, en el barrio de Salamanca. El portal tambi¨¦n corresponde a una secci¨®n censal donde vive el 1% m¨¢s rico y all¨ª la suma de las derechas roza el 80% del voto. Abre la puerta Mauricio, su ¡°persona de servicio¡±. Ella se sienta en el sof¨¢ junto a un bander¨ªn de Espa?a y confiesa que vive con temor a que se escape ¡°un tiro¡± o a que a ¡°alguien se le ocurra la tremenda idea de asesinar a un pol¨ªtico¡±. A pesar del duro contenido, la charla es agradable. Dice que, para ella, la extrema derecha ser¨ªa Cristo Rey ¡°en su ¨¦poca¡±, es decir, ¡°gente no solo con ideas de derecha, sino semiterroristas¡±. A?ade: ¡°La extrema izquierda, por desgracia, est¨¢ empezando a introducirse en el Gobierno¡±. Protesta por los whatsapps que se env¨ªan ¡°como cohetes encendidos¡±, por parte de unos y de otros, a menudo con datos falsos. Sobre una mesilla, a¨²n mantiene la foto firmada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Ana Botella, con quienes guarda amistad. Pero en sus c¨ªrculos Vox ha entrado como un cicl¨®n: ¡°Muchos amigos han cambiado su voto¡±. Incluso su servicio, Mauricio, es simpatizante de Vox, asegura. Aunque no pudo votar el 10-N, a?ade. Porque es colombiano.?
Una escena de bar
Roquetas de Mar (Almer¨ªa)
Asistimos a un debate entre los clientes de un bar de Roquetas de Mar al preguntarles por el auge de Vox.
La mecha de Vox
La desafecci¨®n pol¨ªtica, el sentimiento de abandono y la cuesti¨®n identitaria son claves en el auge del partido de ultraderecha en Espa?a.
Cuando Vox naci¨®, su votante ya estaba all¨ª, aunque a¨²n no lo sab¨ªa. Era diciembre de 2013 y por esas fechas un tercio de los espa?oles opinaba, seg¨²n el CIS, que hab¨ªa que revertir o recentralizar el Estado de autonom¨ªas. El paro, la corrupci¨®n y los pol¨ªticos eran, por este orden, sus principales preocupaciones. M¨¢s del 50% estaba de acuerdo con la afirmaci¨®n: ¡°Los inmigrantes le quitan el trabajo a los espa?oles¡± (dato de 2014). Un 23% le profesaba ¡°poca o ninguna simpat¨ªa¡± a los movimientos feministas y un 28% le ten¨ªa ¡°poca o ninguna¡± simpat¨ªa a las organizaciones de gais y lesbianas (encuesta de 2010); un 47% ve¨ªa en la Ley Integral de Violencia de G¨¦nero un instrumento ¡°poco o nada¡± eficaz; y un 60% estaba ¡°muy o bastante de acuerdo¡± con la idea de que algunas mujeres interponen denuncias falsas ¡°para obtener beneficios econ¨®micos y hacer da?o a sus parejas¡± (en 2012). El pa¨ªs rondaba los 4,7 millones de parados; la derecha tradicional, en el Gobierno, se deshilachaba entre juicios; la presi¨®n fiscal hab¨ªa aumentado desde la crisis y se hab¨ªan destruido m¨¢s de 180.000 empresas; m¨¢s del 80% consideraba la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica como ¡°mala o muy mala¡±. Y tambi¨¦n hab¨ªa un hueco: cuando a los ciudadanos se les preguntaba si eran de izquierdas o derechas, un 29% respond¨ªa ¡°no s¨¦¡± o ¡°no contesto¡±. Exist¨ªa la demanda. Faltaba la oferta. Vox se registr¨® en 2013. Un a?o despu¨¦s tom¨® las riendas Santiago Abascal. En sus dos primeras elecciones generales, en 2015 y 2016, rond¨® los 50.000 votos. En las terceras, en abril de 2019, super¨® los 2,6 millones; en las ¨²ltimas, las del 10-N, los 3,6 millones.
El ingeniero y analista de EL PA?S Kiko Llaneras, que ha buceado en datos, estad¨ªsticas y encuestas sobre Vox en los ¨²ltimos tiempos, pide ¡°cautela¡± en las radiograf¨ªas porque cree que los electores de cada partido son un mundo. Pero a?ade que se pueden distinguir al menos tres tipolog¨ªas marcadas dentro de Vox. Al primero lo llama el ¡°votante ideol¨®gico o identitario¡±. ¡°Personas que se definen de derechas, que creen que la sociedad los define como tales, y que sienten que Vox es el partido que representa a los suyos. Existe en Madrid y en otras grandes ciudades, como Sevilla¡±. Para ellas, el conflicto separatista en Catalu?a y la unidad nacional han sido claves, aunque ambos han sido un catalizador del voto para todo tipo de personas. El segundo perfil, que aflora en la costa andaluza y el Levante, incluir¨ªa a ¡°personas que viven en zonas relativamente pobres de Espa?a en los que hay una alta presencia de inmigraci¨®n y mucho trabajo en el campo¡±. Huelva, Almer¨ªa y Murcia, la primera y ¨²nica autonom¨ªa en la que Vox se ha impuesto en unas generales hasta la fecha, son un ejemplo claro. El tercer perfil, concluye Llaneras, es quiz¨¢ el m¨¢s dif¨ªcil de definir, y probablemente el m¨¢s interesante de investigar por su parecido con los chalecos amarillos en Francia; con los votantes del Brexit en el Reino Unido; con los forofos de Trump en Estados Unidos. Una suerte de perdedores de la Gran Recesi¨®n, en su mayor¨ªa hombres de entre 35 y 50 a?os ¡ªel grupo en el que Vox tiene m¨¢s ¨¦xito¡ª, con un nivel de estudios razonable y rentas relativamente altas. ¡°Gente que en el momento de llegar al mercado laboral y formar una familia se encontr¨® una de las crisis m¨¢s grandes que ha vivido este pa¨ªs. Que probablemente ten¨ªa unas expectativas distintas sobre cu¨¢l iba a ser su vida¡±. Este perfil se percibe con intensidad alrededor de las grandes ciudades y podr¨ªa explicar la fuerza de Vox en el sur de Madrid: localidades dormitorio por donde se fue ensanchando la capital en los tiempos de la burbuja.
El economista Thomas Piketty explica en su reciente ensayo Capital e ideolog¨ªa (Deusto) que el ¡°aumento del sentimiento de abandono de las clases medias y populares¡± y de ¡°las actitudes de repliegue identitario¡± guardan relaci¨®n directa con el incremento de la desigualdad en Occidente desde la d¨¦cada de 1980. El Brexit y la elecci¨®n de Donald Trump con sus propuestas de muros y patria, argumenta, son fen¨®menos que beben en parte de este descontento. C¨®mo de intensa es esta relaci¨®n entre econom¨ªa y populismo identitario es quiz¨¢ una de las grandes preguntas de hoy.
¡°La venganza de los lugares olvidados¡±, lo llama Andr¨¦s Rodr¨ªguez-Pose, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Econ¨®mica de la London School of Economics, que ha analizado infinidad de distritos electorales en Europa y EE UU en busca de una explicaci¨®n del populismo. ¡°Hay muchos territorios que reciben cada vez menos inversiones, menos servicios, que han crecido mucho menos que la media, han perdido empleo, productividad, que tienen mucho menos futuro y para los que no se han ofrecido ning¨²n tipo de soluciones. Estos son los lugares que hoy en d¨ªa se est¨¢n oponiendo, que est¨¢n decidiendo: ¡®El sistema ya no nos beneficia¡¯. Llevan mucho tiempo en declive y con la mecha de la crisis se han rebelado y han optado por votar a los extremos y, sobre todo, a la extrema derecha, a los partidos antisistema de corte populista¡±. Con ese voto, a?ade Rodr¨ªguez-Pose, est¨¢n diciendo: ¡°Si yo no tengo futuro, t¨² tampoco lo vas a tener¡±.
En su opini¨®n, el ¡°populismo¡± en Europa propone una ¡°trinidad¡± con la que atrae a estos lugares que no importan: ¡°Un discurso anti¨¦lite, un discurso antiinmigrantes y un discurso antieuropeo¡±. Los tres vectores generan un pensamiento binario: la idea del ¡°nosotros frente a ellos¡±, f¨¢cil de comprender, en lugar de abordar los verdaderos retos que plantean la globalizaci¨®n, las migraciones, las econom¨ªas de plataforma, la precarizaci¨®n del empleo, la tecnologizaci¨®n¡ ¡°Estamos dejando problemas muy complejos que requieren un gran nivel de coordinaci¨®n en manos de profetas que venden soluciones muy simples¡±. Y alerta de que este descontento generalizado y en especial ¡°con la pol¨ªtica y la democracia¡± es ¡°el c¨®ctel perfecto para que l¨ªderes de corte mesi¨¢nico se aprovechen, lleguen al poder y transformen la sociedad¡±.?
Datos contra los bulos
Desde su origen, Vox difunde numerosas afirmaciones que no se sustentan con datos y hechos probados. A continuaci¨®n, alg¨²n ejemplo.
1. Inmigraci¨®n.
Ning¨²n migrante recibe dinero por el hecho de llegar a Espa?a. S¨ª reciben atenci¨®n humanitaria b¨¢sica, regulada en el Real Decreto 441/2007. Tampoco optan a ayudas antes que un espa?ol. Estas se conceden por criterios objetivos en funci¨®n de la renta y el grado de vulnerabilidad, con independencia del origen. Toda persona con residencia legal puede optar a las prestaciones de la Seguridad Social, seg¨²n la Ley de Extranjer¨ªa y siguiendo el principio de no discriminaci¨®n de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, que Espa?a asume en la Constituci¨®n.
2. Seguridad.
Espa?a era en 2017 el tercer pa¨ªs m¨¢s seguro de Europa, seg¨²n Eurostat. Entre 2008 y 2018 la tasa de criminalidad se ha reducido de 51,9 a 44,1 infracciones penales por cada 1.000 habitantes, seg¨²n el Ministerio del Interior. En ese periodo el porcentaje de extranjeros en Espa?a ha pasado del 11,3% al 10,1%, seg¨²n el INE.
3. Cambio clim¨¢tico.
Existe consenso cient¨ªfico sobre la causa antropog¨¦nica del calentamiento global. Los estudios m¨¢s fiables los elabora el Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico, organismo cient¨ªfico auspiciado por la ONU.
4. Violencia de g¨¦nero.
El convenio de Estambul, ratificado por Espa?a, la ONU y la legislaci¨®n espa?ola reconocen la existencia de una violencia espec¨ªfica contra las mujeres, y por tanto distinta de la dom¨¦stica. Las condenas por denuncias falsas en casos de violencia de g¨¦nero rondan el 0,01% del total, seg¨²n la Fiscal¨ªa General del Estado. Seg¨²n el CGPJ, un 70% de las sentencias sobre violencia de g¨¦nero acabaron en condena en 2018; el 75% de los condenados por delitos sexuales en 2017 eran espa?oles.