Cuerda para rato
El humor y la imaginaci¨®n son las dos armas principales que los humanos tenemos para seguir adelante
El 23 de junio de 1983, un joven periodista y un fot¨®grafo atravesaban la provincia de Soria en direcci¨®n a San Pedro Manrique, el lugar en el que cada noche de San Juan la gente cruza descalza sobre las brasas en un rito que algunos quieren solsticial y otros celt¨ªbero, de adoraci¨®n a la naturaleza y a los dioses primigenios. Al coronar el puerto de Oncala, que divide Soria en dos partes (y separa las aguas que van al Duero y al Ebro), el periodista y el fot¨®grafo encontraron a un grupo de personas que, dispersos por la ladera oriental del puerto, rodaban una pel¨ªcula en ese momento. Naturalmente, el periodista y el fot¨®grafo se detuvieron. Enseguida reconocieron entre los presentes a algunos de los actores m¨¢s populares del cine espa?ol: Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Mar¨ªa Luisa Merlo, Luis Ciges, Enriqueta Carballeira, Miguel Rell¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Caffarel, Chus Lampreave¡ Al director, un tipo alto con sombrero y barba que daba ¨®rdenes a los t¨¦cnicos al tiempo que bromeaba con los actores, que aguardaban sentados en la hierba a que les llamaran para rodar, no lo conoc¨ªan. T¨ªmidamente, el periodista le pregunt¨® al productor, al que su compa?ero fot¨®grafo le present¨®, de qu¨¦ iba la pel¨ªcula. ¡°?Ves ese pueblo de ah¨ª?¡± ¡ªse?al¨® el productor al que se ve¨ªa cerca, apenas 40 casas arracimadas en un vallejo (era Oncala, el pueblo de trashumantes que da nombre al puerto)¡ª. ¡°Es Londres despu¨¦s de la explosi¨®n nuclear¡±.
El periodista y el fot¨®grafo siguieron su camino, pero el primero nunca olvid¨® aquel rodaje, cuyo resultado, Total, tardar¨ªa en ver. Con el tiempo, el joven periodista ¡ªque era yo¡ª conocer¨ªa tambi¨¦n al director de la pel¨ªcula, incluso compartir¨ªa con ¨¦l alguna conversaci¨®n, una de ellas cara al p¨²blico (con Juan Cruz como agitador) en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, de la que guardo un recuerdo gozoso, tan gozoso como de la filmograf¨ªa de Cuerda, cuya producci¨®n he visto al completo. Porque Cuerda es de esos directores a los que, si se les ama, se les sigue hasta el final, perdon¨¢ndole los altibajos cuando los tiene. Yo soy de los que le aman y por eso le perdono todo.
A estas alturas de la semana, personas con m¨¢s criterio que yo han escrito sobre ¨¦l, sobre su filmograf¨ªa y su ¡°surrealismo rural¡± (yo no creo que Cuerda fuera surrealista, simplemente era un co?¨®n albacete?o), pero no quiero, a pesar de ello, dejar pasar la oportunidad de declarar por escrito mi admiraci¨®n por su cine, que a mi entender entronca con lo mejor de la tradici¨®n literaria espa?ola, esa que viene del Arcipreste de Hita y el Lazarillo y que enhebra, entre otros muchos, a Cervantes, Quevedo, el Padre Isla, Valle-Incl¨¢n y Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, adem¨¢s de a todos los creadores an¨®nimos de ese universo disparatado y feliz que nos representa tanto y que cuajaron en las pel¨ªculas del director de cine manchego, especialmente en esa trilog¨ªa que, junto con Total, integran Amanece, que no es poco y As¨ª en el cielo como en la tierra. Un universo disparatado que tanto nos ayuda a sobrevivir a la solemnidad creciente y que nos recuerda que el humor y la imaginaci¨®n son las dos armas principales que los humanos tenemos para seguir adelante, d¨¢ndole cuerda al reloj de la vida para que no se pare. Por suerte, tenemos Cuerda para rato.
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