Para¨ªso acosado
Frente a la desidia y el olvido, el gran pulm¨®n que es Bosaw¨¢s se ir¨¢ reduciendo de tama?o a paso acelerado, y con ese espacio vital ir¨¢n desapareciendo tambi¨¦n sus habitantes, expulsados o asesinados
El pueblo mayangna, que en su propia lengua quiere decir simplemente ¡°nosotros¡±, es el m¨¢s antiguo en haberse asentado en territorio de Nicaragua, y ahora habita, junto con el pueblo misquito, igualmente milenario, la selva tropical h¨²meda de Bosaw¨¢s, vecina al mar Caribe. Esta ¨¢rea fue declarada reserva de la biosfera por la Unesco en 1997, y abarca 20.000 kil¨®metros cuadrados, es decir, el tama?o de la Rep¨²blica de El Salvador. Junto con la reserva del R¨ªo Pl¨¢tano de Honduras, al otro lado de la frontera, representa el patrimonio forestal m¨¢s importante de Centroam¨¦rica, y el segundo pulm¨®n m¨¢s grande del hemisferio, despu¨¦s del Amazonas.
Bosaw¨¢s es un rico y vasto laboratorio de la naturaleza, donde convergen la flora y la fauna del norte y sur del continente americano. Contiene el 13% de las especies del planeta, m¨¢s de 200 especies entre animales vertebrado e invertebrados, y cerca de 300 especies vegetales. Todo un patrimonio de la humanidad.
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Pero lo que deb¨ªa ser una zona de amortiguamiento y contenci¨®n, debidamente protegida, se ha convertido m¨¢s bien en un teatro de saqueo despiadado: 42.000 hect¨¢reas de bosque son taladas cada a?o para el negocio ilegal de maderas preciosas y la introducci¨®n forzada de la ganader¨ªa intensiva en tierras que ni siquiera son aptas para pastos.
Y mientras la frontera agr¨ªcola avanza, empujada por los colonos mestizos llegados desde la costa del Pac¨ªfico, y el negocio de la venta y asignaci¨®n de tierras se encuentra en manos de mafias que tambi¨¦n tienen que ver con el narcotr¨¢fico, los mayangnas y misquitos son expulsados a la fuerza de su h¨¢bitat natural que son las selvas y los r¨ªos, sus aldeas son incendiadas, y caen asesinados.
Cuando el Gobierno de Ch¨¢vez en Venezuela abri¨® la oportunidad de importaci¨®n de carne nicarag¨¹ense pagada a precios preferenciales, la invasi¨®n de las tierras de la reserva y el consiguiente despaje se aceler¨®.
Hay mestizos que emigran hacia Bosaw¨¢s porque son campesinos pobres, o llegan desplazados de las ¨¢reas urbanas. Pero la red en que ellos mismos caen est¨¢ formada por traficantes, intermediarios y aventureros, dispuestos hasta matar.
En 2001, los mayangnas fueron favorecidos por un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el caso Awas-Tingi, que otorg¨® a los pueblos ind¨ªgenas de Bosaw¨¢s el derecho a poseer un territorio colectivo, y en 2008 el Gobierno titul¨® a su favor cerca de 80.000 hect¨¢reas.
Pero fue papel mojado. En 2005, Elaina Rufos, habitante de una de esas comunidades agredidas declaraba: ¡°ahora tenemos problemas porque llegaron tres grupos de mestizos. Ellos fueron mandados por el Gobierno y ellos quieren trabajar ah¨ª. Dicen que quieren comprar el bosque y nosotros no queremos¡±.
Lo que deb¨ªa ser una zona de amortiguamiento y contenci¨®n, debidamente protegida, se ha convertido m¨¢s bien en un teatro de saqueo despiadado
Los ¡°colonos¡± se valen de artima?as legales frente a una comunidad que tiene medios muy escasos para defenderse. ¡°Hemos encontrado a colonos con escrituras p¨²blicas que abogados y notarios han hecho, pero todo eso es falso¡±, dice el dirigente mayangna Javier Hanzak.
El 29 de enero de este a?o, 80 hombres armados con fusiles de guerra, rifles de cacer¨ªa y machetes, de un grupo llamado ¡°Kukal¨®n¡±, asalt¨® la comunidad mayangna de Alal, cerca de poblado minero de Bonanza. Mataron a seis pobladores, e incendiaron 16 viviendas, mientras las mujeres, ni?os y ancianos corr¨ªan a esconderse en el bosque.
Diez de los pobladores se hallaban desaparecidos, entre ellos representantes del gobierno comunal, jueces y guardabosques. "Mataron a nuestros hermanos con machetes, cuchillos y balas; muchos se quedaron sin vivienda y recursos econ¨®micos", dice Byron Bucardo Miguel, uno de los l¨ªderes del poblado. Hasta ahora, solo uno de los agresores ha sido capturado por la polic¨ªa.
Gustavo Sebasti¨¢n Lino, presidente del territorio Mayangna Sauni As, denunci¨®, tras los hechos, que ¡°nuestras comunidades han sido amenazadas, masacradas y explotadas. Hemos visto que el gobierno ha hecho decretos y acciones que solo quedan en papeles. Una de ellas es la creaci¨®n del batall¨®n ecol¨®gico que fue pensado para dar seguridad a nuestras comunidades y no hemos visto su trabajo¡±.
A quienes invaden los territorios ind¨ªgenas de Bosaw¨¢s, les es completamente ajeno el mundo de los mayangnas y de los misquitos, sus creencias ancestrales, y su convivencia arm¨®nica con la naturaleza, el car¨¢cter sagrado que para ellos tienen la selva, los ¨¢rboles y los r¨ªos, sin los que su existencia como comunidades no se justifica.
¡°Somos un grupo ind¨ªgena que vive a la orilla de r¨ªos peque?os, afluentes de los r¨ªos Prinzapolka, Coco y Wawa. Somos personas humildes y a la vez muy orgullosas¡vivimos rodeados de seres vivos tanto vegetales como animales¡±, dice un mayangna, cuyas palabras tomo de un documento de la Unesco.
La poblaci¨®n mayangna est¨¢ calculada en unas 20.000 personas, una minor¨ªa que, si no tiene la protecci¨®n pol¨ªtica y social adecuada frente al vandalismo, el crimen y la depredaci¨®n, dif¨ªcilmente podr¨¢ sobrevivir. Y solo se sabe de ellos cuando son agredidos, y cuando de los ataques resultan ind¨ªgenas muertos, como ahora.
Frente a la desidia y el olvido, el gran pulm¨®n que es Bosaw¨¢s se ir¨¢ reduciendo de tama?o a paso acelerado, y con ese espacio vital ir¨¢n desapareciendo tambi¨¦n sus habitantes, expulsados o asesinados. Y el ¡°nosotros¡± que significa la palabra mayangna, se disolver¨¢ en nada.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y premio Cervantes 2017.
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