La ley soy yo
La primera regla para tratar con un tipo como Trump es no minusvalorarle. Ser¨¢ un narcisista, pero no es un cretino
El fallido impeachment ha tenido dos efectos: hundir a Joe Biden en las primarias del Partido Dem¨®crata y que Donald Trump se sienta intocable. ?Qui¨¦n le va a despedir si los 53 senadores republicanos han vinculado su futuro al del inquilino de la Casa Blanca? Ha obtenido lo que quer¨ªa, trasladar a los votantes la decisi¨®n de destituirle, que sean ellos en noviembre los que determinen si abus¨® de su poder. El problema es que en las democracias no existen los plebiscitos personales, eso sucede en los reg¨ªmenes autoritarios. Y a¨²n no es el caso.
Sostiene el candidato dem¨®crata Michael Bloomberg que cuatro a?os m¨¢s de Trump pondr¨ªan en riesgo los cimientos de la democracia de Estados Unidos. Aunque puede ser una exageraci¨®n, existen motivos de inquietud. El deterioro del clima pol¨ªtico divide cada vez m¨¢s al pa¨ªs. La emisi¨®n de fake news, que arranc¨® en la inauguraci¨®n de su presidencia cuando dijo tener m¨¢s fieles que Obama, es una forma de comunicaci¨®n t¨®xica que emponzo?a el debate. Y lo m¨¢s grave: la p¨¦rdida paulatina de contrapesos. Un ejemplo: el presidente se declara ¡°el principal agente de la ley¡±, cargo que corresponde constitucionalmente al fiscal general, en este caso a William Barr. La traducci¨®n libre ser¨ªa ¡°la ley soy yo¡±.
La primera regla para tratar con un tipo como Trump es no minusvalorarle. Ser¨¢ un narcisista, pero no es un cretino. Sabe lo que hace. La frase es una provocaci¨®n con dos destinatarios: los precandidatos dem¨®cratas enfrascados en unas cruentas primarias y para Barr, que ha dejado de ser ¨²til. Ejerci¨® de ariete en la trama rusa para desmantelar el caso y hostigar al fiscal especial Robert Mueller. Despu¨¦s ha sido el abogado defensor en la pista ucrania.
Tras el impeachment, Trump ha despedido a los funcionarios que declararon en su contra en el Congreso, ha atacado a los fiscales del caso de su amigo Roger Stone tras pedir una reducci¨®n de pena, y ha intervenido v¨ªa Twitter en favor de su excolaborador Michel Flynn. El fiscal general Barr, que juega en su bando, pero entre bambalinas, le pidi¨® que no tuiteara m¨¢s sobre estos asuntos. Dijo que hac¨ªa imposible su trabajo. Lejos de frenarse, ha atacado a todo el Departamento de Justicia y exige a Barr que limpie su casa. Pinta mal para el hombre. Sus allegados han filtrado que estudia dimitir. Trump, lejos de inmutarse, le se?ala la puerta.
Con un Partido Republicano entregado a la causa populista y un Senado maniatado por el miedo a perder el favor presidencial ¡ªy el esca?o¡ª, a Trump solo le queda domar la judicatura. Ser¨ªa el presidente m¨¢s peligroso de la historia de Estados Unidos. Es su forma de actuar: presionar, insultar y amenazar. Tiene el poder y el apoyo de la ¨¦lite, y de millones de votantes. Por eso gana todas las batallas, sean en Estados Unidos, China o en la Uni¨®n Europea con la tasa Google.
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