Fracaso es fracaso
La cumbre de la UE, incapaz de alumbrar nuevas ideas para financiar sus planes

El Consejo Europeo ha sido incapaz en dos intensas jornadas de alcanzar acuerdos de empaque sobre el paquete presupuestario septenal 2021-2027. Es un fracaso preocupante porque es un asunto clave, el marco que debe financiar tanto las pol¨ªticas al servicio de la integraci¨®n ya en marcha (agr¨ªcola y de cohesi¨®n territorial y social) como las nuevas estrategias exterior, ecol¨®gica, digital y de competitividad. Sin recursos, la pol¨ªtica es ret¨®rica.
Algunos se consuelan porque lo frecuente era partir de un desacuerdo inicial hasta fraguar el consenso tras largas discusiones, aptas para desalentar las mayores expectativas de unos y otros. Otros apelan a que en esta ocasi¨®n el envite era tanto m¨¢s arduo cuanto m¨¢s encarnizado el pulso entre contribuyentes netos (los m¨¢s pr¨®speros) y receptores netos (los m¨¢s d¨¦biles), por la necesidad, en ambos bandos, de restaurar equilibrios que estallaron con la Gran Recesi¨®n. Y adem¨¢s se alegaba que debe otorgarse un plazo a las nuevas instituciones y sus responsables, surgidos de las ¨²ltimas elecciones.
Cierto, pero todo eso no es lo principal. La raz¨®n profunda del fiasco es que los dirigentes siguen aplicando esquemas muertos a los problemas vivos. Y que los ciudadanos se resisten a encajar esa ¨®ptica: resulta in¨²til, por ajena a sus preocupaciones cotidianas, de los agricultores espa?oles, de los anhelos de las oeneg¨¦s en el Mediterr¨¢neo o de las angustias de los ciudadanos b¨¢lticos por la deriva de Mosc¨². Si los gobernantes de los 27 son incapaces de enhebrar esos anhelos ¡ªtodos ellos¡ª con los n¨²meros, es que necesitan un seminario de realidad.
En efecto, hasta ahora bastaba que, ante cualquier desacuerdo habitual, el ¨¢rbitro conjugase un manejo prudente del tiempo con la oferta de propuestas intermedias para lograr consensos elementales: el famoso y mediocre m¨ªnimo com¨²n denominador. Si eso fuese a¨²n factible, la gesti¨®n de esta cumbre por su presidente, Charles Michel, habr¨ªa sido intachable, o al menos correcta.
Pero resulta que hoy ya no es ayer. Algunos de los rivales internacionales de a?os atr¨¢s se han convertido en amenazantes enemigos. Un socio importante, el Reino Unido, acaba de abandonar el club. Las opciones de mejora de la Uni¨®n se han trocado en un enorme reto de supervivencia. Y ya no basta con surfear sobre las debilidades propias, cuando el malestar social interno ¡ªde distintos signos¡ª tensiona la construcci¨®n europea y lanza incluso sobre estas responsabilidades que no le corresponden, pero que por su ¨¦xito debe asumir en tanto cristalizan las contradictorias expectativas de sus ciudadanos.
La ag¨®nica lucha por el reparto de un miserable (pero clave) c¨¦ntimo del PIB europeo ¡ª?se discute de un 1% de la econom¨ªa continental!¡ª ser¨ªa rid¨ªcula si no fuera pat¨¦tica. Las necesidades sociales de rescate de los precarizados por causa de la reciente crisis y la urgencia de responder a las nuevas competencias globales requieren algo m¨¢s que afeites equidistantes entre polos extremos.
Urge una visi¨®n nueva. Y unos mecanismos que renueven el presupuesto m¨¢s all¨¢ de los saldos entre ingresos y gastos, entre aportaciones y subvenciones. Exige ideas nuevas. Nuevos recursos propios (impuestos europeos) o capacidad de financiar fuera de las contribuciones cl¨¢sicas (endeudamiento directo con eurobonos o indirecto a trav¨¦s del Banco Europeo de Inversiones). En tiempos de turbaci¨®n, las mentes de bur¨®crata son funerarias.
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