Hacia un mundo cohesionado y sostenible
Las empresas deben responsabilizarse de que sus trabajadores tengan salarios justos y empleos estables, y contar solo con proveedores que se adhieran a pr¨¢cticas que reduzcan los gases de efecto invernadero
En la d¨¦cada de 2020, el mundo se enfrenta a desaf¨ªos sociales y clim¨¢ticos que est¨¢n provocando un enorme descontento en los ciudadanos. Adem¨¢s, la manipulaci¨®n de la informaci¨®n con intereses pol¨ªticos o de otra ¨ªndole hace que muchas veces se mezclen los problemas de la desigualdad de la renta con otros, como la frustraci¨®n de expectativas y la inestabilidad de una parte de los empleos. Tambi¨¦n se confunden los objetivos de una transici¨®n energ¨¦tica innovadora y sostenible con deseos loables, pero inalcanzables. La interacci¨®n entre los problemas reales y la manipulaci¨®n est¨¢ generando en los ciudadanos la percepci¨®n de que los Gobiernos no se preocupan por sus necesidades y son los culpables de sus frustraciones, y todo ello est¨¢ poniendo en riesgo la gobernabilidad y debilitando las democracias. Son muchas las voces que alertan sobre esta situaci¨®n.
El World Economic Forum, en su reuni¨®n anual celebrada el pasado mes de enero en Davos, se centr¨® en estos problemas. Las discusiones enfatizaron el rechazo social hacia un modelo econ¨®mico sustentado en empresas cuya ¨²nica preocupaci¨®n son los beneficios. Se insisti¨® en que las empresas no solo deben aceptar su responsabilidad de rentabilidad para sus accionistas, sino que tambi¨¦n deben velar por los intereses de los ciudadanos en general, y en particular, los grupos asociados con su actividad. El premio Nobel Joseph E. Stiglitz, en un art¨ªculo reciente se?al¨® la importancia de la discusi¨®n de Davos para situar en el centro del debate p¨²blico la necesidad de que las empresas atiendan los problemas de la presente d¨¦cada, y no solo la maximizaci¨®n del beneficio. Pero tambi¨¦n insisti¨® en que tal reconocimiento, siendo un paso necesario para el cambio de rumbo, no es suficiente. Se necesita m¨¢s. Pero ?qu¨¦ m¨¢s se necesita?
Para algunos, los mercados no est¨¢n prestando los resultados que los ciudadanos necesitan, y concluyen, por tanto, que el mercado no sirve y es mejor abandonarlo. Otros se?alan que los mercados han permitido el aumento masivo de los niveles de vida que disfrutamos hoy, as¨ª que conviene dejar que funcionen solos. Ambos grupos presentan puntos de vista correctos, pero tambi¨¦n defectuosos. La Teor¨ªa Econ¨®mica ense?a que el mercado crea riqueza y bienestar en determinados entornos, pero que el mercado ni se preocupa por la distribuci¨®n, ni resuelve los problemas asociados a las externalidades y bienes p¨²blicos. Y tambi¨¦n ense?a que la ausencia de competencia efectiva frena el bienestar de los consumidores y trabajadores y aumenta los beneficios empresariales. Por ejemplo, a pesar de que las fuerzas del mercado han creado una gran riqueza en los pa¨ªses industrializados y, m¨¢s recientemente, en China, los mercados no han generado riqueza para amplias capas de poblaci¨®n. Adem¨¢s, las empresas han actuado como motores para eliminar la competencia de los mercados y alentar la contaminaci¨®n ambiental.
Las tecnolog¨ªas del siglo XXI requieren tama?o para aumentar la eficiencia y la productividad
Parece, por tanto, que se necesitar¨¢n nuevas reglas para ordenar los resultados de las econom¨ªas de mercado. Sin embargo, tan importante como el establecimiento de nuevas reglas es el compromiso de las empresas con ciertos est¨¢ndares de comportamiento. No basta con el cumplimiento de las normas legales, las empresas tienen adem¨¢s que contribuir activamente a evitar los des¨®rdenes y fallos de los mercados. Ello empujar¨¢ a un nuevo capitalismo que atienda al bienestar y la?prosperidad de todos los ciudadanos, tanto de las generaciones presentes como de las futuras. Tres frentes de actuaci¨®n empresarial aparecen como prioritarios en la presente d¨¦cada: los problemas derivados de la escasa competencia de los mercados, la provisi¨®n adecuada de los bienes p¨²blicos y la correcci¨®n de las externalidades que destruir¨¢n el bienestar de las generaciones futuras que ahora carecen de voz y voto.
En primer lugar, es necesario atender a la falta de competencia de los mercados y la asimetr¨ªa de poder entre consumidores y trabajadores, de un lado, y las empresas, de otro. El mercado competitivo genera asignaciones de recursos eficientes, pero el monopol¨ªstico no. Las tecnolog¨ªas del siglo XXI requieren tama?o para aumentar la eficiencia y la productividad. Este incremento continuado en el tama?o de las empresas ¡ªal que es dif¨ªcil renunciar¡ª reduce la competencia y adem¨¢s aumenta la capacidad de las empresas de controlar el poder pol¨ªtico e implantar normas que les favorezcan. Aunque el fortalecimiento y revisi¨®n de normas de competencia es una tarea pendiente, m¨¢s importante a¨²n es el compromiso empresarial con buenas pr¨¢cticas de atenci¨®n y respeto a los consumidores, trabajadores y toda la cadena de valor. Ello significa que deben responsabilizarse de que sus trabajadores tengan salarios justos y puestos de trabajo estables acordes con la productividad y con las necesidades de los procesos productivos. Tambi¨¦n significa cuidar de toda la cadena de proveedores y trabajar solo con proveedores que se adhieran a pr¨¢cticas sociales y ambientalmente sostenibles.
Las f¨®rmulas de elusi¨®n fiscal, aunque sean legales, tienen que ser desterradas de las pr¨¢cticas empresariales
En segundo lugar, a las empresas no les corresponde la provisi¨®n de los bienes p¨²blicos. Pueden hacer filantrop¨ªa, pero la provisi¨®n de bienes p¨²blicos corresponde a los Gobiernos. No obstante, s¨ª concierne a las empresas el compromiso de que los Gobiernos establezcan f¨®rmulas sostenibles para proveer a la sociedad de bienes p¨²blicos, en particular sanidad, educaci¨®n y protecci¨®n social. La f¨®rmula m¨¢s tangible de demostrar tal compromiso es el pago de una cuant¨ªa adecuada de impuestos, es decir, de acuerdo con los beneficios efectivos obtenidos en cada pa¨ªs y no en funci¨®n de los resultantes de imputaciones contables ad hoc. Las f¨®rmulas de elusi¨®n fiscal, aunque sean legales, tienen que ser desterradas de las pr¨¢cticas empresariales.
En tercer lugar, las empresas deben implicarse en la reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero. El l¨ªmite de incremento que el consenso cient¨ªfico ha marcado como punto de no retorno son los dos grados cent¨ªgrados. Las empresas deben aceptar compromisos espec¨ªficos con la descarbonizaci¨®n de las econom¨ªas promoviendo la transformaci¨®n del modelo de producci¨®n y consumo hacia uno de bajas emisiones, y desarrollando las tecnolog¨ªas que permitan liberar carbono de la atm¨®sfera. De nuevo, esta responsabilidad debe alcanzar al per¨ªmetro de las empresas y al de toda su cadena de valor.
El Foro Econ¨®mico Mundial 2020 ha insistido en la necesidad de conseguir un capitalismo m¨¢s consciente, sostenible y cohesionado. El reconocimiento del problema es un primer paso. El compromiso de las empresas con ciertos est¨¢ndares de comportamiento es un paso m¨¢s. Pero no bastar¨¢ con el compromiso, har¨¢ falta una cuantificaci¨®n de los impactos de la actividad de las empresas sobre los elementos que configuran el bienestar de la sociedad. Las empresas, hasta ahora, han presentado sus balances y cuentas financieros a los inversores. Ahora, los inversores ¡ªen nombre de los consumidores, de los trabajadores y las futuras generaciones¡ª tambi¨¦n necesitan unos balances y unas cuentas, con m¨¦tricas cada vez m¨¢s estrictas, de los beneficios y costes sobre los ciudadanos que se derivan de su actividad. En definitiva, el nuevo capitalismo necesita reconocer que tiene que ofrecer un mejor equilibrio entre Gobierno, mercados y sociedad civil y demostrar que lo est¨¢ haciendo.
Paulina Beato es t¨¦cnica comercial, economista del Estado y catedr¨¢tica de An¨¢lisis Econ¨®mico.
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