Adi¨®s al profesor que busc¨® la bondad en la sabidur¨ªa
Los autores recuerdan a Mario Bunge, que falleci¨® ayer en Canad¨¢, y su "impresionante" legado intelectual y humano
Mario Bunge, f¨ªsico y fil¨®sofo, uno de los m¨¢s grandes pensadores de nuestro tiempo falleci¨® anoche en el Centro hospitalario de la Universidad de Montreal (Canad¨¢), rodeado de su esposa y sus hijos, Marta, Eric y Silvia, tan solo unos meses despu¨¦s de haber cumplido cien a?os.
Nos deja un legado intelectual y humano impresionante, con la pena de que se haya ido precisamente cuando ya estaba a punto de aparecer en versi¨®n espa?ola su impresionante tratado de Filosof¨ªa en cinco tomos.
Ciudadano del mundo, am¨® profundamente a su pa¨ªs, Argentina, cuyas penalidades sufri¨® especialmente durante el peronismo en sus a?os j¨®venes. Y no creemos equivocarnos si decimos que Espa?a fue tambi¨¦n para ¨¦l un pa¨ªs querido y de adopci¨®n. Le hubiera gustado jubilarse en el Mediterr¨¢neo, cuya luz adoraba, pero los avatares de la vida no se lo permitieron.
Ha estado trabajando como profesor em¨¦rito hasta casi el final de sus d¨ªas, y creemos acertado decir que cuanto m¨¢s ha profundizado en la naturaleza humana m¨¢s ha querido acoplar ese conocimiento a la bondad y a la lucha por construir un mundo mejor, lejos de guerras e injusticias.
Nunca dejaremos de recordar su mejor expresi¨®n de amor al conocimiento y la ciencia en su can¨®nico texto?La investigaci¨®n cient¨ªfica?(Ariel, 1996):
Le hubiera gustado jubilarse en el Mediterr¨¢neo, cuya luz adoraba, pero los avatares de la vida no se lo permitieron
La adopci¨®n de una actitud cient¨ªfica robustecer¨ªa nuestra confianza en la experiencia guiada por la raz¨®n, y nuestra confianza en la raz¨®n contrastada por la experiencia; nos estimular¨ªa a planear y controlar mejor la acci¨®n, a seleccionar nuestros fines y a buscar normas de conducta coherentes con esos fines y con el conocimiento disponible, en vez de dominadas por el h¨¢bito y la autoridad; la actitud cient¨ªfica dar¨ªa m¨¢s vida al amor a la verdad, a la disposici¨®n a reconocer el propio error, a buscar la perfecci¨®n y a comprender la imperfecci¨®n inevitable; nos dar¨ªa una visi¨®n del mundo eternamente joven, basada en teor¨ªas contrastadas, en vez de estarlo en la tradici¨®n, que reh¨²ye tenazmente todo contraste con los hechos.
Descanse en paz, querido profesor.
Ignacio Morgado es neurocient¨ªfico y Avelino Muleiro?es fil¨®sofo.
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