Desprecio al inmigrante
El liberalismo democr¨¢tico y social parte del principio de que el mercado sirve a las personas. Y no al rev¨¦s
El primer objetivo que el Gobierno de Boris Johnson se ha apresurado a definir para la futura relaci¨®n del Reino Unido con la UE ha sido el trato que pretende dar a los inmigrantes europeos, basado en reglas de ra¨ªz iliberal y casi despreciativas. Johnson quiere que el Brexit le permita gozar de una relaci¨®n privilegiada con Europa, pero solo en cuanto a las mercanc¨ªas y el mercado se refiere, dejando de lado a las personas.
El sistema de puntos que Londres quiere implantar para estos trabajadores busca estratificarlos por castas, y si se hubiera aplicado antes, hubiera significado prescindir del 70% de los actuales residentes europeos. Los candidatos a entrar en el Reino Unido deber¨¢n exhibir una oferta de empleo, ganar unos 30.000 euros anuales y dominar el ingl¨¦s, am¨¦n de pagar 500 euros anuales para ser atendidos en el sistema sanitario p¨²blico ¡ªcomo si fuera privado¡ª, sin derecho a prestaciones sociales hasta cumplir un lustro de residencia.
En el fondo, el sistema que el primer ministro brit¨¢nico quiere implantar se retrotrae a la etapa de la democracia censitaria, cuando solo gozaban de derechos de voto los inscritos en el censo de propietarios. Hoy se tratar¨ªa de una lista de titulados respaldados por ahorros.
La presunta justificaci¨®n econ¨®mica de estas discriminaciones es falsa. No es cierto que solo la inmigraci¨®n ajustada a las previsibles necesidades de profesionales de la econom¨ªa nacional resulte beneficiosa para esa sociedad. Estudios cient¨ªficos, sobre todo brit¨¢nicos y alemanes, acreditan que es el conjunto de la emigraci¨®n, y no solo su porci¨®n m¨¢s cualificada, la que arroja un saldo positivo para el pa¨ªs de acogida. Y tambi¨¦n que no es posible analizar el saldo de la inmigraci¨®n solo desde un aspecto meramente laboral, puesto que implica otros muchos factores: comercial, estrat¨¦gico o financiero.
Limitar el acceso del factor trabajo al mercado propio mientras se reclama espacio infinito para el movimiento de capitales y servicios implica una relaci¨®n asim¨¦trica y coloca a las personas en una posici¨®n humillante. Desde una ¨®ptica general, la muy sensible ¡ªcultural, humana y laboralmente¡ª cuesti¨®n migratoria debe tratarse con trazo fino, sin excluir, por supuesto, incentivos a quienes cubran necesidades urgentes, pero consider¨¢ndolos como elementos complementarios. En un espacio de mercado ¨²nico y movimiento libre de capitales, la prioridad debe ser la libre circulaci¨®n ¡ªal m¨¢ximo posible¡ª de las personas. El liberalismo democr¨¢tico y social parte del principio de que el mercado sirve a las personas. Y no al rev¨¦s.
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