La atrofia latinoamericana
La desconfianza en las instituciones responde al p¨¦simo funcionamiento de la justicia y la seguridad
La sucesi¨®n de crisis y fracasos parece avalar el convencimiento de Octavio Paz de que la ¨²nica contribuci¨®n de Am¨¦rica Latina a la historia del pensamiento pol¨ªtico ha sido la figura del caudillo. La conversi¨®n de la inteligencia colectiva en juicio cr¨ªtico sobre la debilidad del institucionalismo y la integraci¨®n de esfuerzos es tan raqu¨ªtica como remota la armonizaci¨®n de un subcontinente contradictorio, carente de identidad propia y ciudadan¨ªa regional. Cuando supon¨ªamos que la paz de los cementerios de la dictadura hab¨ªa asentado a Chile como gu¨ªa, la desprotecci¨®n frente a las desigualdades, la inseguridad y la corrupci¨®n igualan a rep¨²blicas cuyos primeros pensadores apenas contribuyeron a forjar una civilizaci¨®n latinoamericana porque su producci¨®n intelectual era subalterna, tributaria del atraso espa?ol y la academia europea. Las culpas no son de EE UU sino propias.
La irrupci¨®n del presidente de El Salvador en el Congreso con un pelot¨®n de militares fue la ¨²ltima astracanada constitucional de unas ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas poco ilustradas, que ignoraron la Revoluci¨®n Industrial, y en 200 a?os de vida independiente fueron incapaces de erradicar los absolutos pol¨ªticos y la digresi¨®n. La voracidad gringa, los sofismas y las secuelas de los Estados olig¨¢rquicos frenaron la consolidaci¨®n de democracias liberales y la vertebraci¨®n de ideas. El corolario es tan da?ino como los espadones de los a?os setenta, las crueldades capitalistas, y las conspiraciones antidemocr¨¢ticas de las miniaturas que sue?an con parecerse a Get¨²lio Vargas, Per¨®n o Fidel Castro.
Como los s¨ªmbolos, las creencias, las procesiones y el folclore son tambi¨¦n cultura pol¨ªtica, los sermones evangelistas alcanzaron los palacios de Gobierno de Brasil y Guatemala, coaligados con la tropa de demagogos que galopa por Am¨¦rica Latina a caballo de la ignorancia y el descontento. Los Estados de bienestar pueden embridarles, pero cuando son fr¨¢giles y no satisfacen necesidades b¨¢sicas, charlatanes y tiranuelos camuflados aprovechan las urnas para mangonear en democracias disfuncionales o autoritarismos que destruyen la separaci¨®n de poderes.
La desconfianza en las instituciones responde al p¨¦simo funcionamiento de la justicia y la seguridad. Esa desafecci¨®n vincula con los males estructurales detr¨¢s de las revueltas chilenas, el campeonato de asesinatos de M¨¦xico, el trile argentino y los fascistoides exabruptos de Brasil.
La carta de 1830 de Sim¨®n Bol¨ªvar al general Juan Jos¨¦ Flores es eleg¨ªa y vaticinio sobre la patria ingobernable, la aglomeraci¨®n de necios sin capacidad alguna para administrar y los estallidos populares que instauran despotismos. ¡°Lo ¨²nico que se puede hacer en Am¨¦rica es emigrar¡±. Cerca de 30 millones de sus habitantes lo hicieron empujados por los desgobiernos, hartos de dictaduras y democracias empatadas en generar desesperanza y exilio.
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