Vivir sin besos
La vida a un metro de distancia y sin derecho a roce es mucho peor, como nos recuerda Mark Twain
En Los diarios de Ad¨¢n y Eva, un delicioso relato de Mark Twain que hoy no resistir¨ªa la prueba del algod¨®n de la correcci¨®n pol¨ªtica, Ad¨¢n se adapta tan bien a la expulsi¨®n del para¨ªso que encuentra r¨¢pidamente el lado pr¨¢ctico a ese nuevo mundo donde se ha de convivir con la muerte: ¡°Nos hicimos con varias pieles de los animales muertos. Le ped¨ª (a Eva) que los cosiera, a fin de tener unos trajes adecuados para las ocasiones p¨²blicas. He de admitir que ella me hace mucha compa?¨ªa. Dice que a partir de ahora debemos trabajar para ganarnos la vida, pues as¨ª est¨¢ mandado. En esto ella me ser¨¢ ¨²til, pues el encargado de dirigirlo todo ser¨¦ yo¡±.
As¨ª es como Ad¨¢n, expulsado del Ed¨¦n por tomar del fruto de Eva, se hace jefe de este universo que nosotros hemos heredado en una obra tan ingeniosa que nos sirve para actualizar los s¨ªmbolos de nuestro tiempo.
Y no vamos a circular desde aqu¨ª hacia el debate feminista que las amaz¨®nicas nos han puesto tan f¨¢cil, no, sino al de la carnalidad. El pecado, el contacto, la manzana prohibida que ofreci¨® la serpiente a Eva, y esta a Ad¨¢n, trunc¨® el para¨ªso y abri¨® la puerta a un mundo de muerte y enfermedades que en esencia ensuciaba la vida sin carnalidad del jard¨ªn del Ed¨¦n.
Estos d¨ªas, parece que todo nos redirige a ese falso universo en el que el pecado est¨¢ excluido: no podemos tocarnos, besarnos o tratarnos a menos de un metro de distancia. Las reuniones son virtuales, se cancelan ferias del libro, del m¨®vil, congresos o hasta el estreno de James Bond. Muchos partidos ser¨¢n sin p¨²blico. Un ministro alem¨¢n le niega la mano a Merkel, el papa Francisco cancela audiencias mientras el mundo teme por su tos y la Iglesia anula los apretones de mano al dar la paz. La cultura del roce que tanto nos gusta, que tanto necesitamos y que hemos aprendido a desarrollar de tantas formas posibles, se tambalea para dar paso a un para¨ªso muy distinto del Ed¨¦n, y es el de los besos por emoticono, las relaciones virtuales, la victoria de la tecnolog¨ªa y la vida sin reuniones. El derecho a roce ha muerto. China reivindica su capacidad de control facial de la poblaci¨®n -que tanto nos asusta a los que a¨²n creemos en la libertad- como un enorme instrumento contra el virus, y las redes celebran que las relaciones que favorecen no nos pueden contaminar.
Pero no salimos ganando en este nuevo para¨ªso sin pecado concebido. Muchos queremos abrazar, queremos besar, queremos contaminarnos de afecto y eso era lo bueno de este mundo imperfecto,? donde se puede morir pero tambi¨¦n amar. Y acataremos los protocolos como Dios manda, claro que s¨ª, pero recordaremos la frase que Mark Twain coloca en la tumba de Eva: ¡°Dondequiera que ella estuviera, all¨ª se hallaba el Para¨ªso. Ad¨¢n¡±. Pues eso.
Los diarios de Ad¨¢n y Eva, de Mark Twain, ha sido ilustrado por Sara Morante y publicado por Impedimenta.
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