Miedo al otro
El infierno son los otros, dijo Sartre. Se refer¨ªa a la mirada de los dem¨¢s que nos penetra y nos delata
Las verdaderas pandemias mortales de este planeta son el hambre, la violencia, las guerras, la emigraci¨®n masiva, la fosa del Mediterr¨¢neo y las enfermedades confinadas al Tercer Mundo, pero estos males end¨¦micos no causan miedo ni p¨¢nico porque no se transmiten a trav¨¦s del aliento y la saliva de los otros. En la historia de este planeta ha habido sucesivas extinciones de especies a causa de meteoritos gigantes, de volcanes y terremotos devastadores, pero la humanidad sigue bailando sobre las deslizantes placas tect¨®nicas porque acepta que son fuerzas tel¨²ricas fuera de su alcance. Las epidemias b¨ªblicas como la lepra y la peste bub¨®nica se atribu¨ªan a un castigo de Dios, y para aplacar su ira se montaban procesiones de disciplinantes y se quemaba en la hoguera a brujas y herejes. En el Apocalipsis se dice que al abrirse el S¨¦ptimo Sello se har¨¢ un silencio en el cielo y siete ¨¢ngeles tocar¨¢n sus trompetas de plata para anunciar el fin del mundo. No se necesita un lujo semejante. Hoy se sabe que la vida es un episodio contingente, una aventura bioqu¨ªmica sin sentido en la historia de este planeta, que anteayer no exist¨ªa y pasado ma?ana, cuando desaparezca, en la Tierra se instalar¨¢ un silencio de piedra p¨®mez y no habr¨¢ sido necesario que ning¨²n ¨¢ngel tocara la trompeta, bast¨® con un virus en forma de mu?eco diab¨®lico que la humanidad se fue pasando de unos a otros hasta quedar por completo exterminada. El infierno son los otros, dijo Jean Paul Sartre. Se refer¨ªa a la mirada de los dem¨¢s que nos penetra y nos delata. En este caso, la mirada ser¨¢ un virus y el terror vendr¨¢ porque quien te mate ser¨¢ quien m¨¢s te quiera, quien te bese, quien te abrace, quien te d¨¦ la mano, quien te ceda el asiento en el metro, quien te ayude a cruzar la calle. El miedo al otro, en eso consiste el infierno que se acaba de instalar como un avance entre nosotros.
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