?Qu¨¦ tienen en com¨²n el Brexit, Trump y el coronavirus para hundir las bolsas?
Cada vez que los mercados burs¨¢tiles se vienen abajo, alg¨²n analista explica que la raz¨®n del hundimiento se debe a alg¨²n acontecimiento inesperado. Sin embargo, lo que parece obvio suele ser err¨®neo
Hoy las bolsas de todo el mundo sufren las devastadoras consecuencias econ¨®micas del coronavirus, pero 2016 fue el a?o en que las urnas hundieron los mercados de valores. Entre junio y diciembre se sucedieron el Brexit, la elecci¨®n de Donald Trump y el ¡®no¡¯ en el refer¨¦ndum italiano. Tres resultados electorales inesperados, tres conmociones geopol¨ªticas de gran magnitud que desconcertaron al mundo, generaron una profunda incertidumbre y, en consecuencia, asustaron a los inversores e hicieron, tambi¨¦n entonces, que los mercados se desplomasen. S¨ª, todos hemos le¨ªdo esa versi¨®n de los hechos. Sin embargo, ni el an¨¢lisis de la serie hist¨®rica de los principales ¨ªndices burs¨¢tiles ni la opini¨®n de la mayor¨ªa de los expertos corroboran esta historia.
El analista financiero Jos¨¦ Antonio Tamayo lo sintetiza con una frase contundente: ¡°El impacto negativo del refer¨¦ndum italiano dur¨® apenas media hora, el de la elecci¨®n de Trump, un par de d¨ªas, y el del Brexit, un par de semanas¡±. En los tres casos, fue un impacto negativo muy moderado, casi insignificante si lo ponemos en perspectiva. Es m¨¢s, en el caso de Trump, a ese par de d¨ªas de p¨¢nico inicial le siguieron meses de euforia burs¨¢til que hicieron que, a mediados de enero, el ¨ªndice Dow Jones de Nueva York superase los 20.000 puntos por primera vez en la historia. A mediados de febrero, con el nuevo presidente reci¨¦n investido, y sin margen todav¨ªa para empezar a aplicar su pol¨ªtica econ¨®mica, los analistas empezaban a hablar ya del efecto Trump como algo positivo y The Wall Street Journal acu?aba un titular que luego ser¨ªa replicado por muchos otros medios de comunicaci¨®n de todo el mundo: ¡°El dinero ama a Donald Trump¡±.
¡°?Es que acaso a alguien le extra?a?¡±, se pregunta en voz alta el profesor de econom¨ªa y analista financiero Daniel Lacalle. ¡°Si algo dej¨® claro Trump durante la campa?a electoral es su plan econ¨®mico, que pasa por una bajada de impuestos, sobre todo en los tramos superiores, y un ambicioso plan de infraestructuras. Estas medidas tienden a aumentar el margen de beneficio empresarial, ?por qu¨¦ iban los inversores a acogerlas con hostilidad?¡±.
Gonzalo Bernardos, catedr¨¢tico de econom¨ªa, coincide, con matices, con el an¨¢lisis de Lacalle: ¡°Los que teorizaron sobre el desplome burs¨¢til que iba a producirse si ganaba Trump se dejaron llevar por esa tendencia tan actual al buenismo voluntarista, que consiste en confundir la realidad con nuestras expectativas y deseos. Trump les parec¨ªa algo tan abominable que daban por sentado que el mundo entero compartir¨ªa su an¨¢lisis y reaccionar¨ªa con horror a la victoria de este hombre. Pero no ocurri¨®. Trump puede ser una p¨¦sima noticia para el mundo, y yo as¨ª lo creo, pero eso no implica que tenga que ser una mala noticia para las bolsas¡±.
A los mercados no les preocupa que el inquilino de la Casa Blanca quiera construir un muro entre EE UU y M¨¦xico. Suele preocuparles, tal y como sintetiza Lacalle, ¡°la volatilidad generada por la incertidumbre¡±. Y el plan econ¨®mico de Trump no crea incertidumbre. ¡°Tampoco el Brexit¡±, argumenta Bernardos, ¡°porque lo que de verdad pondr¨ªa en peligro a la Uni¨®n Europea ser¨ªa un desplome del euro, no la salida de un socio que ha hecho siempre de contrapeso inc¨®modo de las dos locomotoras, Alemania y Francia¡±.
Para Lacalle, muchas de estas presunciones err¨®neas sobre el efecto que un acontecimiento geopol¨ªtico podr¨ªa tener en los mercados de valores se deben a lo que ¨¦l llama ¡°el sesgo de confirmaci¨®n¡±, que lleva a los analistas ¡°a identificar falsos catalizadores y encontrar relaciones de causa efecto donde lo m¨¢s probable es que haya solo correlaciones y casualidades¡±. En su opini¨®n, ¡°muchos analistas cometen abusos interpretativos, interrogan a los datos desde su ideolog¨ªa o sus prejuicios hasta que consiguen que les cuenten la historia que quieren o¨ªr¡±.
Un ejemplo pr¨¢ctico ser¨ªa el llamado efecto Macron. Seg¨²n Lacalle, ¡°la victoria de Emmanuel Macron y la derrota de la extrema derecha en las presidenciales franceses no es lo que ha provocado las din¨¢micas al alza de las bolsas europeas. Podr¨ªamos hablar mejor del efecto Europa, de la forma en que las econom¨ªas del euro est¨¢n dejando atr¨¢s la crisis y consolid¨¢ndose en la senda del crecimiento. Pero eso exige un an¨¢lisis m¨¢s complejo y desapasionado, es m¨¢s sencillo atribuirlo todo a un acontecimiento concreto¡±.
Jos¨¦ Antonio Tamayo comparte este escepticismo sobre el efecto de la geopol¨ªtica en los mercados. ¡°Mi funci¨®n como analista financiero¡±, explica, ¡°es precisamente esa: evitar que mis clientes tomen decisiones err¨¢ticas basadas en malas lecturas de determinados datos. Es importante tener en cuenta que el mismo acontecimiento puede afectar de manera muy distinta en funci¨®n de si los precios est¨¢n altos o bajos. En el corto plazo, pueden producirse sorpresas, pero el reto de un buen analista es pensar en el medio y largo plazo y hacer una gesti¨®n seria y estable del dinero¡±.
Para Tamayo, parte del equ¨ªvoco se debe a que ¡°las bolsas est¨¢n abiertas las 24 horas del d¨ªa, y el inversor impaciente puede comprobar en tiempo real si sus activos suben o bajan y dejarse llevar por un p¨¢nico o una euforia injustificados. Si existiese un mercado de activos inmobiliarios abierto las 24 horas, tambi¨¦n ver¨ªamos c¨®mo nuestra casa, que suele ser el principal patrimonio de la mayor¨ªa de personas, sube o baja de precio, pero no por ello la vender¨ªamos cediendo a un impulso err¨¢tico, ?verdad que no? Si la vendemos, ser¨¢ en el momento oportuno y despu¨¦s de haber hecho un estudio sereno y objetivo de la situaci¨®n¡±.
Gonzalo Bernardos coincide en que los p¨¢nicos burs¨¢tiles muy rara vez est¨¢n justificados. ¡°Sin embargo¡±, a?ade, ¡°la perfecta definici¨®n de cobarde es quien tiene un mill¨®n de euros en el banco, porque le obsesiona conservarlo¡±. Bernardos aporta un ejemplo ilustrativo: ¡°El desplome de la econom¨ªa de Malasia en septiembre de 1999 como consecuencia de los problemas de liquidez de su vecino, Tailandia. Nada malo ocurr¨ªa con la econom¨ªa malaya, pero los inversores le dieron la espalda porque juzgaron sin mucho fundamento que, al ser primos hermanos, el riesgo de contagio era muy alto¡±. Se trata de un caso de profec¨ªa autocumplida. La cat¨¢strofe que anuncian los expertos e intuyen los inversores puede acabar produci¨¦ndose como consecuencia de esa intuici¨®n y ese anuncio.
Sin embargo, Lacalle considera que situaciones as¨ª solo se producen en casos extremos y que el viento de las bolsas muy rara vez cambia de direcci¨®n de forma abrupta y sin previo aviso. ¡°Aunque se hable de ¡®los mercados¡¯ o de ¡®las bolsas¡¯ como si se fueran un todo compacto, casi un organismo vivo, en realidad estamos hablando del resultado de las decisiones individuales de miles de inversores que no se comportan como el coro de Nabuco: ni cantan ni saltan, ni compran ni venden todos al un¨ªsono¡±.
Para Bernardos, ¡°cada inversor tiene sus intereses particulares. Si llevo una larga racha de p¨¦rdidas, a lo mejor me interesa comprar y empezar a perfilar una estrategia a largo plazo, pero si acumulo incrementos del valor del 50%, es dif¨ªcil que me resista a vender¡±. Lo que distorsiona estas sencillas reglas tiene que ver, en opini¨®n de Bernardos, ¡°con la compleja interrelaci¨®n entre factores racionales, como la din¨¢mica general de la bolsa, y psicol¨®gicos, como los p¨¢nicos y las euforias. Si yo fuese capaz de predecir qu¨¦ tipo de factores van a pesar m¨¢s en cada situaci¨®n llevar¨ªa ya unos cuantos a?os retirado y viviendo en un resort de lujo en las Bahamas¡±.
Al margen de los resultados electorales y los vaivenes en las pol¨ªticas econ¨®micas, hay otro tipo de acontecimientos a los que suele atribuirse un efecto en las bolsas: los desastres naturales y actos de violencia masiva como guerras o atentados terroristas. Seg¨²n Bernardos, ¡°huracanes como el Katrina suelen tener un efecto moderado, porque pese a la devastaci¨®n que causan son sucesos recurrentes y hasta cierto punto predecibles. Un desastre natural que s¨ª tuvo un efecto apreciable sobre los mercados de valores fue el tsunami que caus¨® la fuga radioactiva en Fukushima, pero eso fue porque gener¨® inquietudes por la posibilidad de que Jap¨®n abandonase la energ¨ªa nuclear y eso incidiese en una subida del precio del petr¨®leo¡±.
Daniel Lacalle se encarga de desmentir la tesis conspirativa de que las guerras pueden ser incluso positivas para los mercados de valores: ¡°A nivel local, una guerra supone una cat¨¢strofe tanto humanitaria como econ¨®mica. Estoy seguro de que la prima de riesgo de Afganist¨¢n debi¨® dispararse durante la invasion norteamericana. A nivel global, en cambio, es l¨®gico que tenga un efecto moderado o nulo si la guerra se produce lejos de los centros de riqueza¡±.
En cuanto a la pretensi¨®n de que guerras como la de Irak de 2003 dinamizaron la econom¨ªa mundial, Lacalle la considera ¡°un ejemplo de las falacias interpretativas de las que hablaba antes: la bolsa entr¨® por entonces en un periodo alcista que dur¨® hasta 2007, pero eso se debi¨® a causas mucho m¨¢s complejas y profundas. Coincidi¨® en el tiempo con la invasi¨®n estadounidense, pero eso no es m¨¢s que una casualidad que ha dado p¨¢bulo a teor¨ªas conspiranoicas sin fundamento¡±. Puede que el dinero ame a Donald Trump, pero, al menos en opini¨®n de los expertos consultados, no ama la guerra.
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