A medio camino
La UE no sajar¨¢ la crisis del virus si adopta medidas insuficientes o de mero afeite

Las enormes expectativas continentales para contrarrestar la incipiente pero acelerada crisis econ¨®mica del coronavirus est¨¢n hoy depositadas en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). Eso es as¨ª porque la voluntad de actuaci¨®n unitaria y coordinada de todas las instituciones europeas (y de ah¨ª para abajo, nacionales, regionales y locales) ha prendido como un imperativo categ¨®rico: responde a la evidencia de que la epidemia ya es pandemia ¡ªtraspasa todas las fronteras¡ª e interrumpe una estabilidad econ¨®mica que solo es posible reconducir mediante la acci¨®n mancomunada. La secuencia de aportaciones del Ecofin, la Comisi¨®n y el Consejo Europeo, que hoy continuar¨¢ en Fr¨¢ncfort, am¨¦n de los paquetes de reacci¨®n de distintos Estados miembros, as¨ª lo subraya. Y eso no es poco.
Pero al mismo tiempo este exceso de esperanzas focalizadas en el BCE viene a subrayar que, en ausencia de su varita m¨¢gica, las medidas arbitradas hasta hoy son vergonzosamente insuficientes, que alguna esconde una arquitectura enga?osa, y que, de no acelerarse la reacci¨®n, la UE corre un grave riesgo: la de repetir la lenta, tard¨ªa y alicorta reacci¨®n estrat¨¦gica que adopt¨® poco despu¨¦s del inicio de la Gran Recesi¨®n de 2008, y sobre todo tras la reca¨ªda de 2011 al generarse la crisis de la deuda soberana y ocasionar la infausta pol¨ªtica de austeridad excesiva.
Dos de las medidas ya adoptadas merecen especial cr¨ªtica, no por un presunto exceso sino por su evidente defecto. Una, la flexibilidad de las exigencias de rigor presupuestario (l¨ªmites al d¨¦ficit y deuda de los Estados miembros) ante circunstancias adversas ¡°excepcionales y temporales¡± no constituye ninguna novedad. Est¨¢ inscrita en el propio texto del Pacto de Estabilidad, desde que se acord¨® en 1997. De modo que lo que se vende oficialmente con ¨¦nfasis rimbombante y rid¨ªculo, no es m¨¢s que la aplicaci¨®n obvia y autom¨¢tica de lo all¨ª previsto: ante una crisis sorpresiva, tolerancia con el gasto adicional y con el aumento imprevisto del d¨¦ficit p¨²blico.
Los gobernantes no deben tratar a los ciudadanos como a criaturas ignorantes. Si definitivamente asumen la urgencia de una pol¨ªtica fiscal expansiva que suture los descosidos de una eventual recesi¨®n, no basta con la tolerancia reglada. Se necesitan ingentes recursos presupuestarios, a todos los niveles administrativos. Sin catastrofismo, sino al comp¨¢s de lo que requiera la coyuntura.
La segunda medida, el presunto paquete de inversiones de 7.500 millones de euros inmediatos (y de hasta 25.000) procedentes del presupuesto, no llega siquiera a buen augurio. Fue anunciado a ¨²ltima hora del martes y concretado en sus detalles menos encomiables ya entrada la noche, lo que ayud¨® a enmascarar su cicater¨ªa y a levantar expectativas de una copiosa inversi¨®n nueva.
Pero no es as¨ª. No se trata de dinero nuevo, sino del recauchutado de restos presupuestarios no ejecutados ¡ªdevoluciones pendientes de las capitales a Bruselas a cuenta de su prefinanciaci¨®n de fondos estructurales, que ahora se perdona¡ª a los fines m¨¢s urgentes. El trasvase de partidas no aumenta en principio el conjunto de la inversi¨®n. Carece pues del indispensable efecto antic¨ªclico; de la dimensi¨®n imprescindible (para verificarlo, div¨ªdase la cifra entre 27), y del necesario car¨¢cter potencialmente ilimitado del cortafuegos. Con ingenier¨ªas financieras ingeniosas se salvan baches menores, no un escenario econ¨®mico crecientemente muy peligroso.
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