La vuelta al Leviat¨¢n
No luchamos solo contra un virus. Atentos a la batalla entre ¨®rdenes pol¨ªticos y a su reorganizaci¨®n interna. El juego acaba de empezar
Circula estos d¨ªas un tuit de la Embajada de China con una fotograf¨ªa donde vemos al doctor Jiang Wen Yang tumbado, ¡°exhausto y aliviado¡±, en una cama. ¡°Ma?ana este ¨²ltimo hospital improvisado estar¨¢ cerrado para siempre¡±, leemos. La imagen no es casual, sino una carga medida en la l¨ªnea de flotaci¨®n de un debate que o¨ªmos hace tiempo como un rumor de fondo, y que emerge ahora como un corcho durante esta pandemia. Volvemos la mirada a la geopol¨ªtica condicionados por la cruda competici¨®n entre EE?UU y China, que enfrentan sus modelos antag¨®nicos de organizaci¨®n social y pol¨ªtica. Quien gane la batalla definir¨¢ el estado de la autoestima de Occidente y nuestro rol en el mundo, con una Europa que, en su papel de d¨¦bil escudero, se ve sometida de nuevo a una dif¨ªcil prueba de estr¨¦s despu¨¦s de a?os vanaglori¨¢ndose de haber hecho sus deberes tras la crisis del 2008. Ahora lo veremos.
El tit¨¢nico dilema se enuncia as¨ª: ?es preferible un r¨¦gimen autoritario y eficaz como el chino, capaz de contener con firmeza una pandemia o, por el contrario, confiaremos en que EE?UU y nuestras democracias puedan hacerlo sin tratar a la ciudadan¨ªa como un simple reba?o? Formulado as¨ª es un debate enga?oso. En realidad, Trump es un cisne negro, una aberraci¨®n democr¨¢tica, y China no es solo autoritarismo, sino la encarnaci¨®n del superestado. La pandemia pone, de hecho, sobre la mesa, la tensi¨®n cl¨¢sica entre democracia y Estado: nuestra capacidad de volver al Leviat¨¢n, al poder duro y articulado del Estado. No se trata solo del n¨²mero de camas que la sanidad ponga a disposici¨®n de los enfermos: hablamos del aparato de seguridad, de la capacidad de proteger a la ciudadan¨ªa.
Mantener un Estado eficiente, dice Fukuyama, es dif¨ªcil cuando ¡°los pol¨ªticos solo piensan en sus carreras, lo que hace que el Estado no funcione del todo bien en su obligaci¨®n de ofrecer servicios y bienes sociales¡±. Es ah¨ª, precisamente, donde radica nuestro drama frente a una China que ¡°no cre¨® la democracia, pero invent¨® el Estado moderno¡±, a?ade el pensador de origen japon¨¦s. La verdadera enmienda al Occidente de los ¨²ltimos 30 a?os es esa: minusvalorar el Estado y dejar que la l¨®gica econ¨®mica de su minimizaci¨®n impregnase todas las capas de la sociedad. Ahora, cuando un gigantesco game changer en forma de virus cambia las reglas del juego, veremos si la descarnada vuelta al Leviat¨¢n puede aprovecharse por el progresismo para explicar la necesidad de un Estado fuerte, capaz de articularse a nivel transnacional y crear una aut¨¦ntica soberan¨ªa europea, o en su lugar abriremos la puerta al refuerzo de las tesis autoritarias, a la l¨®gica del poder duro del tecnoautoritarismo chino. Porque no luchamos solo contra un virus. Atentos a la batalla entre ¨®rdenes pol¨ªticos y a su reorganizaci¨®n interna. El juego acaba de empezar.
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