Plan excepcional
El programa econ¨®mico del Gobierno contra la crisis es adecuado y asumible
El plan econ¨®mico para combatir la crisis que adopt¨® ayer el Gobierno de Espa?a es excepcional. Porque se ha dise?ado para afrontar una situaci¨®n de excepci¨®n de peligrosos efectos recesivos. Porque el tama?o de los est¨ªmulos p¨²blicos carece de parang¨®n en la historia econ¨®mica de este pa¨ªs, lo que lo sit¨²a en el grupo de la vanguardia europea. Y porque ha sido presentado de forma convincente en la mejor comparecencia del actual presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, tras un intenso Consejo de Ministros carente en esta ocasi¨®n de disonancias, como corresponde a la gravedad del momento.
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Este plan ampl¨ªa las medidas urgentes ya adoptadas y se constituye en la versi¨®n econ¨®mica del estado de alarma sanitario. Lo que antes fueron aproximaciones deviene ahora un programa completo. De suficiente ambici¨®n como para conseguir el objetivo de afrontar una grav¨ªsima crisis econ¨®mica, pero temporal, de forma que se garantice durante su duraci¨®n el mantenimiento de las familias y la supervivencia del grueso de las empresas y de sus trabajadores, con independencia de su dimensi¨®n y fortaleza. Y por tanto, que cuando la econom¨ªa rebote, pueda contar con la mayor parte de sus fuerzas intactas.
De acuerdo con ese objetivo, el programa se presenta como adecuado y asumible, aunque pueda ser completado y actualizado. Es adecuado porque es global, no deja aparentemente a ning¨²n sector fuera de su foco: beneficia a todos los agentes econ¨®micos, como deb¨ªa ser. A los sanitarios; a las empresas grandes y a las peque?as; a los trabajadores fijos y a los temporales; a quienes deban ausentarse del trabajo para cuidar a familiares enfermos o dependientes; a los vulnerables por pobreza energ¨¦tica, de agua u otros servicios esenciales; a los deudores hipotecarios; y a los centenares de miles de trabajadores que est¨¢n siendo ya objeto de expedientes de regulaci¨®n de empleo: mejor temporales que definitivos.
Se trata de no dejar a nadie desprotegido, a diferencia de lo ocurrido con la Gran Recesi¨®n iniciada en 2008, que dej¨® a muchos en la cuneta. El car¨¢cter exhaustivo de los apoyos p¨²blicos, debe mucho a la complicidad entre Gobierno, agentes sociales, y otras administraciones y partidos.
Se presume suficiente en tanto que la cuant¨ªa de la liquidez dispuesta, en forma de avales p¨²blicos sobre todo a trav¨¦s del ICO, sin ser infinita, es in¨¦dita y extraordinaria: 100.000 millones de euros para avalar a las empresas que lo necesiten (y a las que se otorga adem¨¢s una moratoria clave de las cotizaciones sociales) superan ampliamente los gastos del Estado en un semestre; y ello sin contar con la autorizaci¨®n a los municipios de gastarse su abundante super¨¢vit, lo que, junto a otros fondos sociales auton¨®micos, puede contribuir a paliar la situaci¨®n de los ciudadanos ya desfavorecidos.
El c¨¢lculo de que esos recursos permitir¨ªan movilizar una cantidad equivalente por parte del sector privado no peca de optimismo. La banca espa?ola cuenta con medio bill¨®n de euros en activos l¨ªquidos en disposici¨®n de ser usados: podr¨¢ disponer de una buena parte de ellos (para aplazar el pago de la hipotecas, por ejemplo), a lo que se ha mostrado favorable, gracias a la relajaci¨®n de las condiciones ya decidida por el BCE, y en su caso por otras ulteriores que pudieran necesitarse.
Y parece claramente asumible desde la seriedad fiscal. Los cuantiosos recursos previstos para los avales alcanzan un 8% del PIB. Pero no es disparatado a?adir ocho puntos a la deuda p¨²blica, que roza el 95%: aun as¨ª quedar¨¢ por debajo de otras europeas, y ser¨¢ financiable con los bajos tipos de inter¨¦s actuales.
En resumen, este plan es s¨®lido, cre¨ªble, y susceptible de contribuir a preservar indemne a la econom¨ªa espa?ola durante el grave bache que se avecina. Merece el apoyo general de la ciudadan¨ªa.
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