Cient¨ªficos espa?oles en busca de ¡®aliens¡¯ en la Ant¨¢rtida
Los investigadores espa?oles detectan especies invasoras en el continente de hielo que pueden desplazar parte de la biodiversidad polar que habita en el territorio
En la Ant¨¢rtida, cada vez que se sube y se baja a una z¨®diac desde el buque oceanogr¨¢fico Hesp¨¦rides hay que pasar las botas por un desinfectante. Se trata de evitar que se trasladen?aliens?de un lugar a otro, es decir, seres extra?os al territorio polar. Y sobre ellos son, precisamente, trabaja el equipo del proyecto Anteco desde hace a?os: los invasores biol¨®gicos. En esta campa?a, los cazadores de estos invasores son los ec¨®logos Luis R. Pertierra y Pablo Escribano, de la Universidad Rey Juan Carlos, y el catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid Javier Benayas. Saben que est¨¢n en una de las reservas gen¨¦ticas m¨¢s especiales de la Tierra, pero ?podr¨ªa estar en riesgo con la llegada de colonizadores, azuzados por el cambio clim¨¢tico y la presencia humana?
Para su proyecto, los cient¨ªficos espa?oles han escogido como bioindicadores de lo que est¨¢ pasando a unos diminutos artr¨®podos que son cruciales para los suelos de todo el planeta. Son, ni m¨¢s ni menos, los encargados de descomponer la materia org¨¢nica y se llaman col¨¦mbolos. Se sabe que hay una veintena de especies en este continente del sur. La primera vez que los veo es en uno de los laboratorios del buque Hesp¨¦rides, donde Benayas ha instalado su centro de trabajo. Tiene montado todo un sistema de embudos y luces para capturar col¨¦mbolos de las muestras de tierra que recolecta en cada bajada en z¨®diac a una isla distinta. Y es que, me cuenta, hay hasta 50.000 individuos de este microartr¨®podo por metro cuadrado, casi una alfombra, pero como no los vemos no somos conscientes de su existencia y su ingente tarea. ¡°Algunos parecen como pulgas de playa, cuando son muy distintos. Los m¨¢s grandes miden dos mil¨ªmetros¡±, explica.
?A trav¨¦s del microscopio se ven que hay especies diferentes: unos casi blancos y otros oscuros. Parecen lombrices con patas. Algunos son invasores. ¡°Estos peque?os animales son buenos indicadores del impacto humano en este continente. S¨®lo en la isla Decepci¨®n, donde est¨¢ la base Gabriel de Castilla, de las 14 especies descritas, 6 son invasoras, una proporci¨®n llamativa que indica que algo est¨¢ cambiando en este para¨ªso que es la Ant¨¢rtida. ¡°Puede que algunas lleven aqu¨ª desde comienzos del siglo XX, cuando llegaron los balleneros y puede que otras sean recientes¡±, a?ade el bi¨®logo. Por m¨¢s que me fijo, son tan peque?os que no veo c¨®mo caen a trav¨¦s del embudo que tiene las muestras de tierra, que va secando lentamente con una bombilla. ¡°Con el calor, los col¨¦mbolos se van para abajo porque les gusta la humedad y as¨ª los recojo¡±, explica Benayas.
En total, tiene unas 70 muestras de 17 enclaves diferentes de las islas Shetland del Sur y la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica, conseguidas a lo largo del mes que ha pasado a bordo del buque. ¡°Cuando lleguemos a Espa?a, los analizaremos en la universidad y nos dar¨¢n mucha informaci¨®n de su distribuci¨®n por toda la zona recorrida. Los aliens los hemos tra¨ªdo con la presencia humana, pero luego de una isla a otra puede que los lleven las aves; eso algo que est¨¢ en estudio¡±.
A los otros dos miembros del proyecto Anteco, que dirige Miguel ?ngel Olalla ¨Csi bien no ha venido a la campa?a¨C, los conozco en la base cient¨ªfica de isla Decepci¨®n. All¨ª han montado su laboratorio en un igl¨², pero de fibra de vidrio, no de hielo. Tanto el doctor Luis Pertierra como el becario Pablo Escribano, que realiza su tesis sobre col¨¦mbolos, llevan semanas recolectando col¨¦mbolos en unos 30 puntos nuevos. Pablo me muestra c¨®mo analizan sus caracter¨ªsticas fisiol¨®gicas someti¨¦ndoles a cambios clim¨¢ticos acelerados para tratar de descubrir c¨®mo son capaces de adaptarse y sobrevivir en este continente. ¡°Mira por aqu¨ª¡±, me dice mostr¨¢ndome el visor del microscopio. Y les veo ah¨ª, movi¨¦ndose, unos m¨¢s deprisa y m¨¢s activos que otros seg¨²n les va cambiando la temperatura ambiente. "As¨ª averiguaremos qu¨¦ especies dominar¨¢n sobre otras".
¡°Est¨¢ habiendo una redistribuci¨®n de especies a nivel planetario en muy poco tiempo. Esto genera conflictos en los ecosistemas y tambi¨¦n socioecon¨®micos. En el caso de la Ant¨¢rtida, es un lienzo en blanco, natural y simplificado, y la llegada de un organismo genera grandes cambios que podemos analizar con precisi¨®n; por ello es importante analizarlo¡±, me cuenta Luis Pertierra.
Si para Pablo es un primera campa?a polar, Luis lleva ya 8 en 10 a?os. Con Benayas estuvo implicado en 2015 en la erradicaci¨®n de una gram¨ªnea invasora, la Poa patrensis,?junto a la base polar argentina Primavera. Fue dentro de un proyecto llamado Alienat. Ese pasto hab¨ªa llegado con la plantaci¨®n de una hayas en los a?os 50¡ y ah¨ª segu¨ªa. Esta campa?a han recogido muestras de otro alien, la Poa annua, una expansiva herb¨¢cea europea que enverdece?el continente blanco y cuya presencia puede llevar aparejada la colonizaci¨®n de otros seres extra?os, por ejemplo mosquitos no fit¨®fagos (Eretmoptera murphyi) como los que Luis viene estudiando en las islas Orcadas o, quiz¨¢s, como el Trichocera maculipennis, encontrado en la ant¨¢rtica isla Rey Jorge y cuya expansi¨®n se trata de frenar este a?o en colaboraci¨®n con otros pa¨ªses.
Mientras Luis y Pablo se embarcan en una z¨®diac, pertrechados de su traje viking de supervivencia, se levanta el viento en este volc¨¢n que es Decepci¨®n. Cruzan la bah¨ªa, se quitan el traje y suben por una ladera del Monte Pond, con 539 metros de altitud para hacerse con otra colecci¨®n de col¨¦mbolos. A la vez, Javier Benayas arriba con el Hesp¨¦rides a Caleta Cierva, uno de los lugares m¨¢s hermosos de la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica, donde tiene que sortear una manada de lobos marinos hasta llegar a la zona donde est¨¢n las plantas. Su bot¨ªn invisible de colonos polares guardan muchos secretos de los cambios en este lugar.
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