Lo importante es la educaci¨®n
Nos fascinan los cerebros coloreados. Basta con a?adir a un art¨ªculo unas cuantas im¨¢genes de neuronas iluminadas junto a palabras como "corteza prefrontal" y "noradrenalina" para acabar con cualquier rastro de duda sobre lo que nos cuenta, especialmente cuando no tenemos grandes conocimientos en neurofisiolog¨ªa. Ning¨²n aspecto de nuestra vida se libra de la seducci¨®n de lo neuro, y la educaci¨®n no es una excepci¨®n. Las nuevas propuestas pedag¨®gicas utilizan los estudios neurocient¨ªficos como un reclamo publicitario a sabiendas de que generan confianza y seguridad en el profesorado. Mientras tanto, algunos profesionales e investigadores alertan de que estamos ante una nueva burbuja educativa. Otra m¨¢s. Se supone que el estudio del cerebro nos ayudar¨¢ a desarrollar m¨¦todos efectivos para abordar las dificultades que aparecen durante el proceso de ense?anza-aprendizaje y a dise?ar procedimientos pedag¨®gicos m¨¢s efectivos. La llamada "neuroeducaci¨®n" se apoya en esta idea, que a pesar de estar de moda no es nada novedosa. Hace m¨¢s de 50 a?os que William H. Gades propuso por primera vez aplicar los conocimientos de la neuropsicolog¨ªa en el ¨¢mbito de los problemas del aprendizaje, pero tres decenios de investigaci¨®n en este ¨¢mbito no han hecho m¨¢s que acentuar
el contraste entre las promesas y la realidad. Al final no era tan sencillo como parec¨ªa. Como apuntan los cient¨ªficos anglosajones Ian M. Devonshire y Eleanor J. Dommett, existen grandes problemas para trasladar los hallazgos de la neurofisiolog¨ªa al ¨¢mbito educativo. Los estudios en ¨¢reas b¨¢sicas como neurolog¨ªa o gen¨¦tica tienen muy poco o ning¨²n impacto en la educaci¨®n y la dificultad es tan grande que para Marta Portero, profesora de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona, "hablar de neuroeducaci¨®n es una falacia". Tambi¨¦n Anna Carballo, profesora de la Universidad Internacional de Catalu?a, es cr¨ªtica con este concepto: "Se utiliza el poder seductor de la neurociencia para vender como nuevos procedimientos que ya conoc¨ªamos y que provienen de la psicolog¨ªa cognitiva". Ambas son coautoras de 10 ideas clave. Neurociencia y educaci¨®n, una obra que arranca con una afirmaci¨®n tan clara como pol¨¦mica en tiempos de neurofascinaci¨®n: no hace falta conocer el funcionamiento del cerebro para ser un buen docente. Esto no significa que los estudios del funcionamiento y desarrollo cerebral no tengan ning¨²n inter¨¦s en el ¨¢mbito educativo. Un adecuado conocimiento de la neurofisiolog¨ªa permite a los docentes mantener una actitud cr¨ªtica ante esas creencias err¨®neas denominadas "neuromitos".
Algunos de ellos est¨¢n muy extendidos, como la idea de que solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro, que el alumnado aprende mejor cuando utiliza su estilo de aprendizaje preferido y que no se debe empezar a aprender una segunda lengua hasta que la primera est¨¦ consolidada. De la misma forma, nos ayuda a mantener una actitud cr¨ªtica ante programas y productos denominados "neuroeducativos". No hablamos solamente del Brain Training, aquel famoso juego del que se dec¨ªa que mejoraba la capacidad cognitiva y que result¨® ser un fiasco: los neurofraudes proliferan entre los gur¨²s de la educaci¨®n y son promovidos incluso por instituciones p¨²blicas. Uno de los problemas principales de poner el foco de atenci¨®n en lo que ocurre bajo el cr¨¢neo durante el proceso educativo es que nos distrae de un asunto fundamental: el indicador de que se est¨¢ produciendo aprendizaje es el comportamiento observable del ni?o, no lo que ocurre en su cerebro.
Es obvio que el sistema nervioso participa en este cambio de conducta, pero no es la actividad cerebral la que nos indica que hay aprendizaje, sino lo que el ni?o hace, y este comportamiento no se puede entender sin conocer su historia y su relaci¨®n con el entorno social, econ¨®mico y cultural. Es posible que con el tiempo descubramos c¨®mo afectan ciertas metodolog¨ªas docentes a la organizaci¨®n y funcionamiento cerebral y que ese conocimiento pueda tener alguna utilidad. Los estudios sobre las etapas del neurodesarrollo pueden servir para entender por qu¨¦ hay periodos sensibles para aprender el lenguaje y desarrollar el v¨ªnculo afectivo, y es innegable el inter¨¦s cient¨ªfico de conocer la relaci¨®n que hay entre el aprendizaje y las respuestas emocionales, como se?alan Portero y Carballo.
Lo que no parece probable es que las resonancias magn¨¦ticas y los estudios con ratas nos ayuden a saber por qu¨¦ en Espa?a el alumnado con bajos recursos tiene cuatro veces m¨¢s probabilidades de repetir curso, como ha se?alado recientemente la organizaci¨®n Save the Children. Resulta tentador creer que la tecnociencia neurocient¨ªfica nos va a permitir solucionar los problemas de la educaci¨®n como por arte de magia, que el fracaso escolar puede solventarse as¨¦pticamente a golpe de tecnolog¨ªa y que las diferencias de rendimiento entre clases y comunidades pueden resolverse solamente con estudios cient¨ªficos. Es normal que el profesorado interesado en impartir mejor sus materias conf¨ªe en la formaci¨®n que recibe cuando viene presuntamente avalada por estudios y expertos en neurociencia, pero conviene que seamos cr¨ªticos y tengamos claro que los milagros no existen. ¡ªEPS
Eparquio Delgado es psic¨®logo sanitario.
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