Del Rey abajo
El gran capital de confianza pol¨ªtica de Felipe VI comenz¨® a desgastarse. Los que esperaban una declaraci¨®n rompedora, se fueron frustrados a su puesto en la cuarentena
Ten¨ªa muchos balones que despejar. Pero lo cierto es que despej¨® muy poquitos. Incluso dej¨® sin despejar los que los vecinos desocupados de mi barrio, que ahora son muchos, le pusieron como a su pariente no tan lejano Alfonso XIII le colocaban en las calles vac¨ªas de coches del centro de Madrid.
La verdad es que se trata de una prueba de la que es dif¨ªcil salir airoso. Pero el presupuesto de la Casa del Rey da de sobra para incluir en ¨¦l a alguien encargado de que los mensajes a los espa?oles, a todos los espa?oles, tengan su poquito de picante, o de originalidad, o de vaya usted a saber qu¨¦, de modo que los casi 50 millones de oyentes potenciales tuvi¨¦ramos alg¨²n motivo que justificara haber perdido tanto tiempo en escuchar obviedades. Y lo ¨²nico que tuvimos es que se nos dieran m¨¢s motivos para salir a hacer una nueva cacerolada.
Ayer posiblemente empezaron muchas cosas, muchas m¨¢s de las que Felipe VI desear¨ªa, aunque tambi¨¦n es posible que menos de las que querr¨ªa el president de Catalu?a, Quim Torra. Sobre todo una: el gran capital de confianza pol¨ªtica del Rey comenz¨® a desgastarse. Los que esperaban una declaraci¨®n rompedora, se fueron frustrados a su puesto en la cuarentena.
El mensaje m¨¢s poderoso fue inane: Espa?a es una gran naci¨®n. Eso nos vino a decir el Monarca tras algunas vacilaciones que habr¨ªan resuelto con facilidad el nuevo ministro de Sanidad, Salvador Illa, o Fernando Sim¨®n, que puede ser que sea quien m¨¢s sepa sobre la expansi¨®n del coronavirus, que est¨¢ empe?ado en exterminar los grupos de riesgo que quedan en el pa¨ªs amontonados en residencias geri¨¢tricas, unas de m¨¢s calidad que otras. Ni las est¨²pidas declaraciones de la fugada Clara Ponsat¨ª sirvieron para dar brillo a unas declaraciones tan romas.
Cab¨ªa otra posibilidad, pero era poco menos que revolucionaria: que Felipe VI nos explicara d¨®nde estaban los 100 millones de euros que sirvieron, al parecer, para ayudar a que el AVE llegara hasta La Meca. En ese punto, el rey Felipe borde¨® la complicidad, que es una palabra m¨¢s que fea. Felipe VI sabe sobre ese dinero, que la gente desde los balcones de cuarentena le exige, mucho m¨¢s de lo que dijo. Y ya van unas cuantas.
Suena muy fuerte, pero no estar¨ªa de m¨¢s alguien que, por debajo del Rey, pudiera decir, como un redactor jefe cualquiera: ¡°Este texto es infumable¡±.
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