Virus no tan ¡°democr¨¢tico¡±
La expansi¨®n extendida del virus ha puesto dram¨¢ticamente sobre el tapete la desigualdad y los pobres son los m¨¢s golpeados
Fue llamativo lo que declar¨® hace d¨ªas el viceministro de Salud de Ir¨¢n, Iraj Harirchi, cuando anunci¨® que hab¨ªa contra¨ªdo el coronavirus: ¡°Este virus es democr¨¢tico y no distingue entre pobres y ricos o entre estadista y ciudadano com¨²n¡±. De hecho, varias personalidades y celebridades en el mundo no se han librado de igual suerte.
Pero, verdad a medias y, como tal, fuente de error. La expansi¨®n extendida del virus nos demuestra, m¨¢s bien, que es mucho menos ¡°democr¨¢tico¡± de lo que parece: ha puesto dram¨¢ticamente sobre el tapete la desigualdad y los pobres son ¨C¡°as usual¡±- los m¨¢s golpeados.
V¨ªctimas en sociedades en las que la salud no es tratada como derecho humano, sin pol¨ªticas p¨²blicas serias en esta materia y la pobreza en la que viven centenares de millones de personas, hace que el Covid-19 afecte mucho m¨¢s a los ¡°de abajo¡±. Destacan en esto tres aspectos.
Primero, los m¨¢s pobres suelen portar males cr¨®nicos no tratados, especialmente diabetes y problemas card¨ªacos. Siendo los pobres el ¡°bols¨®n¡± poblacional directamente afectado por la carencia ¨Co debilidad- de programas de salud preventiva, eso genera padecimientos de salud como esos que perfectamente pueden ser previstos y tratados.
El Centro de Control y Prevenci¨®n de Enfermedades de China ¨Cen dato referido por Max Fisher de The New York Times- se?ala que esas condiciones hacen del coronavirus un mal 10 veces m¨¢s mortal para los pobres. Es decir, por portar una ¡°pre-existencia¡± -argumento o pretexto usual de los tiburones de las compa?¨ªas de seguros privadas para excluir a personas que podr¨ªan ser ¡°caras¡±- que les da a los pobres, autom¨¢ticamente, mucho mayor vulnerabilidad ante el Covid-19.
Segundo, la edad; aspecto conocido de las ¡°condiciones de riesgo¡±. No es inexacto que el coronavirus tiene en la poblaci¨®n mayor de 80 a?os un segmento particularmente vulnerable. De hecho, en varios pa¨ªses es en ese segmento poblacional que se ubica una alta porci¨®n de las personas fallecidas. Por ejemplo, en Espa?a la edad media de los fallecidos es 75-80 a?os de edad.
Sin embargo, en esto la ¡°igualdad¡± tampoco existe. Las vulnerabilidades var¨ªan y se acent¨²an en edades menores por vulnerabilidades fisiol¨®gicas por la malnutrici¨®n desde el nacimiento y sin un seguimiento peri¨®dico a sus condiciones de salud. De manera que si la edad ¡°vulnerable¡± puede ser de 70-80 a?os para un segmento de la poblaci¨®n, el hambre en la extrema pobreza hace que a los 50-60 a?os de edad ya se tenga igual o mayor vulnerabilidad.
Tercero, para los m¨¢s pobres son lejanas ¨Co inaccesibles- poder responder bien al ataque de este virus; sea para practicarse un ¡°test¡± o para tratarse cuando sean escasas las camas y los respiradores disponibles. En sociedades como las latinoamericanas -o la estadounidense- son dram¨¢ticos los bloqueos para millones de pobres sin acceso a un sistema de salud p¨²blica que funcione.
El drama se acentuar¨¢ pues se sabe que muchos millones est¨¢n a¨²n en proceso de enfermarse. La predicci¨®n aterradora del Imperial College de Londres de que, por ejemplo, sin acci¨®n efectiva del Gobierno estadounidense hasta 2,2 millones podr¨ªan fallecer solo en ese pa¨ªs, es solo una escenario de tantos. Esto va de la mano del colapso de la econom¨ªa mundial, lo que generar¨¢ m¨¢s pobreza. Si no se hubiera considerado que pol¨ªticas serias de salud p¨²blica son una inversi¨®n y no un ¡°gasto¡±, otro ser¨ªa el cantar.
El drama se extiende pues las medidas para responder a la pandemia tambi¨¦n impactan de manera desigual. Muy distinto el toque de queda o el ¡°aislamiento social obligatorio¡± cuando la vivienda es espaciosa y ventilada y en la familia hay con que sostenerse a cuando una familia numerosa sobrevive en un ambiente peque?o, insalubre y sin ingresos para sostenerse.
Todo esto deber¨ªa servir para reflexiones de fondo y reordenar prioridades dise?ando un futuro m¨¢s humano en el que no se construya, de nuevo, un fr¨¢gil e ilusorio castillo de naipes.
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