Tristura
Me par¨¦ delante, sin saber qu¨¦ hacer, c¨®mo exteriorizar una emoci¨®n tan convulsa que hasta a m¨ª me resultaba rid¨ªcula
![Fernando Savater y su esposa, Sara Torres, en una imagen de 2014.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QKZRLA64APFBI33FBQJU57DM5I.jpg?auth=8e266ea8c09e7fe066c3fee2dafc8aeab8147040e66f43c95f282654a795d107&width=414)
Hace poco decid¨ª volver al barrio de Gros para encontrar la calle y el portal. La casa donde estuvimos juntos por primera vez: San Francisco, 46. El n¨²mero figura arriba, en un rect¨¢ngulo de piezas de vidrio humildemente modernista. A ella le gustaba tanto el modernismo... pero seguro que no se aficion¨® ah¨ª. Me par¨¦ delante, sin saber qu¨¦ hacer, c¨®mo exteriorizar una emoci¨®n tan convulsa que hasta a m¨ª me resultaba rid¨ªcula. L¨¢stima no ser ya capaz de los gestos rituales de la piedad infantil: se inventaron como sobrio desag¨¹e para la inundaci¨®n ¨ªntima, arrolladora, de l¨¢grimas atormentadas. Para convertir lo infinito de la angustia en infinitud de la esperanza. Pero no puedo... me limito a carraspear, quitarme las gafas y frotarlas con el pa?uelo como si lo que las nubla estuviese en los cristales y no en mis ojos. Ese portal lo cruzamos juntos una noche y entramos en la otra vida, la verdadera pero ef¨ªmera tambi¨¦n.
A veces me dec¨ªa: ¡°Se me ha metido una tristura...¡±. Y me miraba como ani?¨¢ndose, con tierno desaf¨ªo, record¨¢ndome sin palabras que mi obligaci¨®n de amante era revertir el turbio desconsuelo y devolverlo brillante al bazar de la alegr¨ªa. Yo lo dejaba todo y me pon¨ªa a la tarea con denuedo torpe pero entusiasta, recurriendo a las gansadas y a las citas de Shakespeare, a los mimos y a las promesas de aventuras cinematogr¨¢ficas, a la evocaci¨®n de paisajes felices y a la maledicencia pol¨ªtica, evocando recuerdos gratos, proyectos improbables, nuestras ilusiones. Por fin la nube en su rostro se marchaba al infierno del que vino y me sonre¨ªa muy poquito, de medio lado, pero bastaba. ?Ya! Volv¨ªa su serenidad algo melanc¨®lica, y yo recuperaba mi alegr¨ªa bastante nerviosa, as usual. Se acab¨® ese vaiv¨¦n, ahora no hay tregua. Cinco a?os hace y s¨®lo me queda, invencible, la tristura.
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