Organizar la resistencia
Hay que hacer de golpe, a la fuerza y pagando un precio insoportable, lo que no se supo o no se quiso hacer cuando est¨¢bamos a tiempo
No es una met¨¢fora. Es una guerra. Con la salvedad de que no tenemos propiamente un adversario. Las epidemias surgen de nuestra forma de vida. Primero, del contacto y domesticaci¨®n de los animales: caballos, patos o cerdos, como vectores de su entrada en nuestro organismo. Luego, de una globalizaci¨®n tumultuaria, desgobernada.
La guerra es contra nosotros mismos. Nosotros somos el enemigo. Si no queremos caer derrotados tendremos que paralizar cuanto hab¨ªamos hecho hasta ahora. Todos en casa. Es la medicina amarga de la distancia social. No cabe el turismo ni siquiera por los espacios comunes del edificio. Aislados, venceremos. Cuanto antes y cuantos m¨¢s aislados, m¨¢s r¨¢pidamente evitaremos im¨¢genes tr¨¢gicas como los desfiles de ata¨²des en B¨¦rgamo.
Si efectivamente es la guerra contra una ocupaci¨®n v¨ªrica, nosotros somos tambi¨¦n la resistencia. Pedro S¨¢nchez cuenta con un buen relato. Encabez¨® su libro (Manual de resistencia), lo repiti¨® en su discurso sobre el estado de alerta y lo ha adornado con la canci¨®n del D¨²o Din¨¢mico. Resistiremos.
Pero vencer requiere algo m¨¢s que un relato. La victoria no llegar¨¢ ni siquiera el d¨ªa, probablemente lejano, en que se d¨¦ el alta al ¨²ltimo contagiado. Hay que hacer ahora, de golpe, a la fuerza y pagando un precio insoportable en vidas humanas, lo que no se supo o no se quiso hacer cuando cont¨¢bamos con todos los elementos para saber que esto no pod¨ªa seguir as¨ª. Todos podr¨ªamos entonar el in¨²til e hip¨®crita ¡°yo ya lo dije¡±.
Gracias a la distancia social impuesta como terapia de guerra vamos a convertirnos en sociedades enteramente digitales. Ahorraremos en transporte y en oficinas. Trabajamos y estudiamos en casa. Se acab¨® la reunionitis. Baja la contaminaci¨®n. Tambi¨¦n la circulaci¨®n de monedas y billetes, sucio repositorio microbiano. La renta b¨¢sica universal est¨¢ m¨¢s cerca. No habr¨¢ salud de nadie sin salud para todos. Regresa el Estado protector.
Apenas acaba de empezar y ya valoramos mejor lo que queda del trabajo manual, imprescindible para los suministros, la seguridad, la salud o la limpieza. Habr¨¢ que pagarles mejor tambi¨¦n. Una nueva cortes¨ªa nos acerca a los otros sin necesidad de tocarnos. La distancia social es f¨ªsica, pero no comunicativa. La hiperconexi¨®n digital nos hace m¨¢s amables y solidarios.
Si este cambio forzado por el coronavirus, despu¨¦s de vencer a la epidemia, nos hace mejores, como personas y como sociedad, entonces podremos cantar victoria. Caeremos derrotados si regresamos a las andadas.
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