Ganar tiempo en un mundo apagado
Nuestros padres se fueron a la guerra y a nosotros nos mandan a casa, no estamos pues tan mal. Este tiempo detenido nos permite reflexionar. Ya que estamos parados, pensemos
Confinados en nuestras casas asistimos incr¨¦dulos a la impotencia de unas sociedades desarrolladas para defender a sus ciudadanos, acostumbrados a que todo tiene cura, basta con darle al interruptor correspondiente. Hasta ayer nos cre¨ªamos invulnerables y ahora tenemos que gestionar la incertidumbre. Tras la negaci¨®n que abre todo duelo: esto no puede estar pas¨¢ndonos a nosotros, braceamos en la fase de la depresi¨®n tras recibir el impacto de lo altamente improbable. Un mundo conectado como nunca, s¨²bitamente apagado, la vida congelada como si estuvi¨¦ramos en Marte.
Nuestros padres se fueron a la guerra y a nosotros nos mandan a casa, no estamos pues tan mal. Este tiempo detenido nos permite reflexionar. Ya que estamos parados, pensemos. Me ha gustado leer al escritor Luis Landero afirmar que ¡°quiz¨¢ pronto sepamos de qu¨¦ pasta moral estamos hechos los europeos. Quiz¨¢ ah¨ª est¨¦ la gran exclusiva de nosotros mismos¡±.
La pandemia que nos desquicia hay que situarla en un contexto hist¨®rico. La canciller alemana Merkel nos recuerda que es lo peor ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Su aseveraci¨®n me ha pillado releyendo la espl¨¦ndida biograf¨ªa de Hitler del historiador brit¨¢nico Ian Kershaw. El relato del Holocausto y del final en Berl¨ªn del Tercer Reich, con ni?os de 14 y 15 a?os llamados a filas por el enloquecido F¨¹hrer en una suicida defensa final, superan la imaginaci¨®n de la mayor cat¨¢strofe y dolor de la historia. Cincuenta millones de muertos. En una d¨¦cada Alemania se hab¨ªa levantado de la ruina absoluta.
Hubo tiempos peores, y no tan lejanos. Y se superaron. En 1918, la mal llamada gripe espa?ola, caus¨® 40 millones de muertos. Hoy, aplastados por una avalancha de bulos, aprendemos que la humanidad no est¨¢ dise?ada para no saber. La naturaleza puede ser cruelmente did¨¢ctica y tiene algo que decir cuando los humanos tenemos la presunci¨®n de afirmar su conquista (George Will, The Washington Post). Cura de humildad necesaria en el confinamiento. Al comienzo del siglo XX, el 40% de todas las muertes en EE?UU se deb¨ªan a enfermedades infecciosas; hoy, solo un 2%. En los a?os cuarenta del siglo XX se descubri¨® la penicilina y con ella los antibi¨®ticos. Hace nada, en 2011, se produjo un hito. Fue el primer a?o en que m¨¢s gente muri¨® de enfermedades no transmisibles: infartos, diabetes, ataques diversos, que de todas las enfermedades contagiosas combinadas.
Miles de millones de vidas alteradas, mucha gente morir¨¢ y las consecuencias econ¨®micas ser¨¢n inmensas. Planificar este a?o carece de sentido. Pero al mismo tiempo desciende el virus del individualismo y se valora la eficiencia de lo colectivo, la ciencia cobra relevancia y con ella el regreso a la verdad, el patriotismo se desmilitariza y los nuevos h¨¦roes son el personal sanitario. Creemos posible el fin del trumpismo y asumimos el auge de China. Pero, mientras dure la fase ¨¢lgida, solo es posible ganar tiempo para evitar el colapso sanitario y mantener la calma. fgbasterra@gmail.com
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