Vigilancia digital

La respuesta que est¨¢n articulando los Estados frente al coronavirus no difiere demasiado de aquellas otras que fueron adoptadas en tiempos pret¨¦ritos contra otras pandemias que tambi¨¦n pusieron en riesgo la salud de la humanidad. En ausencia de vacuna o tratamiento farmacol¨®gico eficaz, las medidas de aislamiento en sus m¨²ltiples variables son probablemente la ¨²nica opci¨®n v¨¢lida encaminada a frenar la escalada de contagios y preservar la capacidad del sistema sanitario para atender adecuadamente a quienes enfermen y requieran hospitalizaci¨®n.

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Libertad y seguridad

El futuro ya est¨¢ aqu¨ª

Aunque desde la perspectiva de la salud p¨²blica sea necesario prolongar las medidas de aislamiento social todav¨ªa un tiempo, nadie ignora el elevado coste social y econ¨®mico que tendr¨¢n. Las cifras conocidas de desempleo y las que confirmen la destrucci¨®n del tejido productivo dan idea del da?o causado por los efectos de una crisis de oferta y demanda de dimensiones extraordinarias. Ninguna de las medidas adoptadas hasta ahora consigue, sin embargo, que el virus desaparezca. Solo la investigaci¨®n cient¨ªfica podr¨¢ lograrlo si da pronto con la vacuna. Entre tanto, es obvio que la poblaci¨®n seguir¨¢ expuesta al contagio y a la enfermedad, particularmente cuando recuperemos parte de la normalidad perdida. ?Qu¨¦ hacer entonces?

La tecnolog¨ªa puede brindar soluciones que permitan a la sociedad recuperar progresivamente los derechos de movilidad ahora limitados, sin comprometer la salud. Nuestro rastro digital ya no solo tiene inter¨¦s a los efectos de explotaci¨®n puramente comercial; tambi¨¦n adquiere un valor indiscutible en clave de utilidad p¨²blica para preservar nuestra salud y la de toda la comunidad. La vigilancia digital es, a diferencia de las medidas de aislamiento social, una soluci¨®n aparentemente m¨¢s acomodada a las potencialidades tecnol¨®gicas que brinda nuestra sociedad. Con todo, a nadie se le escapa que la iniciativa, experimentada con ¨¦xito en Asia, no est¨¢ exenta de riesgos, como se han ocupado de exponer recientemente Yuval Noah Harari en Financial Times o el propio Byung-Chul Han en estas mismas p¨¢ginas.

Desde esta aproximaci¨®n parece oportuno reflexionar sobre la conveniencia de recuperar nuestra libertad de movimientos a cambio de someter nuestras vidas a mecanismos de vigilancia digital. En este sentido, cabe preguntarse qu¨¦ herramientas podr¨ªan articularse, a qu¨¦ tipo de controles democr¨¢ticos deber¨ªan subordinarse y por cu¨¢nto tiempo estar¨ªan operativas. Este debate no puede encararse solo desde el potencial casi ilimitado que ofrece el desarrollo actual de la ingenier¨ªa o la matem¨¢tica. Tampoco exclusivamente desde la filosof¨ªa. Resulta imprescindible incorporar el enfoque jur¨ªdico si no queremos errar con soluciones que agredan de manera irreversible el fundamento de nuestro principal patrimonio civilizatorio: los derechos como garant¨ªa de libertad. No es f¨¢cil mantener el consenso sobre la importancia de tomarse en serio los derechos en medio de la desolaci¨®n que provoca esta pandemia, pero es ahora cuando resulta m¨¢s importante a¨²n preservar un per¨ªmetro de privacidad y autonom¨ªa individual, incluso frente a injerencias bienintencionadas.