As¨ª se ha convertido Corea del Sur en una potencia cultural
Si este pa¨ªs consigui¨® que el mundo abrazase con euforia el ¡®kimchi¡¯, esa col fermentada, era solo cuesti¨®n de tiempo que ganara un Oscar a la mejor pel¨ªcula, tuviera la banda de pop m¨¢s grande del planeta y un arte pujante
Exporta sus microprocesadores y sus pantallas de plasma, pero tambi¨¦n la pujanza, atractivo y diversidad de sus industrias culturales. No hay quien se resista a la Rep¨²blica de Corea, la und¨¦cima econom¨ªa mundial, sexta naci¨®n del planeta en volumen de exportaciones. Para un nacionalista econ¨®mico como Donald Trump, Corea del Sur es el enemigo. Un enemigo con una molesta capacidad de seducci¨®n (lo que se ha dado en llamar poder blando) a la que se ha rendido incluso la ¨¦lite liberal de Hollywood. Eso explica la frase con que Trump salud¨® el pasado 12 de febrero el Oscar a la Mejor Pel¨ªcula obtenido por Par¨¢sitos, la s¨¢tira de Bong-Jon-hoo. ¡°?Qu¨¦ demonios hace una pel¨ªcula surcoreana ganando un premio en EE.UU.? ?Es que acaso ellos le dan premios a nuestro cine?¡±.
Sus vecinos chinos lo llaman ¡®Hallyu¡¯, traducido al ingl¨¦s como ¡®K-Wave¡¯, ola coreana. Un t¨¦rmino que sintetiza la singular capacidad para exportar su cultura de este pa¨ªs de 51 millones de habitantes
Para la corresponsal de la BBC en Los ?ngeles, Laura Bicker, el Oscar de Par¨¢sitos es ¡°un hito excepcional¡±, pero tambi¨¦n el resultado del ¡°extraordinario dinamismo que el cine de Corea del Sur ha demostrado en los ¨²ltimos 20 a?os, reserv¨¢ndose primero una importante cuota de pantalla en el mercado local, exportando a continuaci¨®n su producto por toda Asia y dando por fin el gran salto a los mercados occidentales¡±. Por supuesto, en Occidente el cine surcoreano sigue siendo en gran medida un producto para sibaritas de paladar cosmopolita, pero Bicker opina que ¡°pel¨ªculas recientes como The host o Train to Busan ya hab¨ªan empezado a romper esa ¨²ltima pared, la del ¨¦xito internacional masivo, creando las condiciones para que Par¨¢sitos pudiese dar su particular golpe de Estado en la capital mundial del cine¡±. La catedr¨¢tica de estudios asi¨¢ticos Lee Sung-ae destaca que Corea del Sur ¡°tiene una tradici¨®n cinematogr¨¢fica centenaria¡± y que empez¨® a exportar masivamente sus pel¨ªculas hace ya un par de d¨¦cadas, gracias al ¨¦xito de pioneras como el thriller de espionaje Shiri (1999) o la muy imitada comedia rom¨¢ntica My sassy girl (2001). ¡°Luego vino la generaci¨®n del cine de autor, que lleva nutriendo desde entonces los festivales de cine occidentales, con directores como Kim Ki-duk, Lee Chang-dong y Hong San-soo o el muy exportable Park Chan-wook, autor de ¨¦xitos de culto como Oldboy [2004]¡±.
Sus vecinos chinos lo llaman Hallyu, traducido al ingl¨¦s como K-Wave, ola coreana. Un t¨¦rmino que sintetiza la singular capacidad para exportar su cultura de este pa¨ªs de 51 millones de habitantes. A rebufo de su cine, Corea del Sur ha consolidado tambi¨¦n una pr¨®spera factor¨ªa de series de televisi¨®n, los llamados K-Dramas, cuya oferta toca todos los palos. Intrigas pol¨ªticas y financieras como la reci¨¦n estrenada Money game conviven con el costumbrismo social de Itaewon class o la epopeya policial Tell me what you saw. Seg¨²n Bicker, ¡°las series surcoreanas son exportables por su originalidad y su buena factura, proyectan la imagen de una sociedad moderna, urbana y cosmopolita con su equilibrada dosis de exotismo¡±.
Algo similar podr¨ªa decirse de su arte contempor¨¢neo, cuya progresi¨®n creciente solo se ha visto frenada, de manera moment¨¢nea, por el coronavirus. Para el primer trimestre de 2020 estaba prevista una completa panor¨¢mica de la escena local, Korean Eye 2020, que iba a exhibirse en el Hermitage de San Petersburgo y en la Saatchi Gallery de Londres para volver a Se¨²l en oto?o. Una estupenda oportunidad de familiarizarse con las instalaciones de Kang Ho-yeon o la irreverencia pop de Kim Eun-ha que tendr¨¢ que esperar a mejor ocasi¨®n. Como consuelo, Phaidon acaba de lanzar el libro ilustrado Korean art from 1953: collision, innovation, interaction (Arte coreano desde 1953: colisi¨®n, innovaci¨®n, interacci¨®n), un recorrido que abarca desde el final de la guerra que dividi¨® la pen¨ªnsula de Corea a las modernas escuelas impulsadas en los noventa por la bienal de Gwangju.
Pero ni el cine ni la televisi¨®n ni el arte son la principal exportaci¨®n cultural de Corea del Sur. Ese honor corresponde al K-pop. De vocaci¨®n comercial, vanguardista, estilizado y ex¨®tico para el o¨ªdo occidental, el nuevo pop coreano ha dado pie a una pr¨®spera industria que supone ya el 0,3% del PIB del pa¨ªs. BTS es el gran mascar¨®n de proa del g¨¦nero. El periodista argentino Manuel Contreras los describe como ¡°la banda de pop m¨¢s grande del mundo¡±, aupada por una ¡°fr¨ªa f¨®rmula¡± que consiste en ¡°m¨²sica h¨ªbrida, control sobre el fandom y una imagen contraria a las reglas convencionales¡±. Esta boy band de siete miembros formada en 2013 utiliza, seg¨²n Contreras, una estrategia de marketing ¡°basada en el est¨ªmulo y la novedad continua¡± que se inspira en la beatleman¨ªa. No est¨¢n solos en la c¨²spide. BLACKPINK, un combo femenino con cuatro integrantes de distintas nacionalidades, ha roto tambi¨¦n el molde tradicional convirti¨¦ndose en la primera banda coreana que act¨²a en Coachella y superando a One Direction en n¨²mero de suscripciones en Youtube. Las largas colas de ni?os y adolescentes que acudieron en mayo de 2019 a su concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona fueron acogidas por la prensa local con curiosidad casi desde?osa, demostrando que el fen¨®meno K-pop ha conseguido consolidarse en nuestro pa¨ªs sin apenas pasar por el radar de las tendencias oficiales.
Una novela reci¨¦n editada en Espa?a, Almendra, de la tambi¨¦n directora de cine Sohn Won-pyung, deportistas de ¨¦lite que han echado ra¨ªces en el extranjero como el futbolista del Tottenham Son Heung-min, la poderosa industria de videojuegos y deportes digitales y el ¨¦xito internacional de una gastronom¨ªa peculiar¨ªsima, que ha hecho un arte de la col fermentada, el ajo, la cebolla y el jengibre, completan el panorama del poder blando de Corea del Sur, la naci¨®n que invade el planeta sin sacar a su ej¨¦rcito de los cuarteles.
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