Si el algoritmo de Instagram lo sabe todo sobre m¨ª, ?no tengo derecho a que me lo cuente?
La lupa de Instagram se ha convertido en un viaje al abismo de nuestro subconsciente: nos muestra un mont¨®n de objetos, cuerpos, lugares y alimentos que deseamos aunque nosotros no lo sepamos todav¨ªa. Ella s¨ª lo sabe
Hace tiempo que ando preocupado por culpa de la lupa de Instagram. Cuando le doy a la lupa me sale una colecci¨®n de hombres, todos j¨®venes, guapos, barbudos, con cuerpos normativos. Algunos aparecen solos y otros emparejados. Todos son homosexuales, como yo. No me pregunte c¨®mo lo s¨¦, pero lo s¨¦. Creo que Instagram tambi¨¦n lo sabe, y lo que me preocupa concretamente es que piense que eso, y solo eso, hombres barbudos, es lo que a m¨ª me interesa en la vida. ?Y si tuviera raz¨®n?
Instagram, por si usted no lo sabe, es una red social orientada a peque?as pantallas que da todo el protagonismo a las im¨¢genes, confinando al texto a un lugar marginal. Para entendernos, en Twitter y Facebook la gente dice cosas y establece conversaciones en las que participan otros usuarios, en Instagram la gente ense?a fotos y, en caso de producirse conversaciones, tienen lugar en privado, vis a vis. Cuando uno abre la app ve una cuadr¨ªcula infinita de im¨¢genes. Son las fotos que publican todos los usuarios a los que uno ha decidido seguir. Como todas las redes sociales, tiene una herramienta de b¨²squeda. Es un icono con forma de lupa debajo de la cuadr¨ªcula de im¨¢genes. Nada m¨¢s tocar la lupa, antes de que le digamos a Instagram qu¨¦ andamos buscando, ella ya nos ofrece una serie de im¨¢genes que piensa que nos pudieran interesar. Cuando digo que Instagram piensa no estoy echando mano de una figura literaria. Instagram piensa, y piensa sola.
S¨¦ que El Algoritmo no es un mero observador de la realidad, que tiene due?o y sirve a sus propios intereses, que no deben de ser muy parecidos a los m¨ªos. He llegado a la conclusi¨®n de que conviene desconfiar un poco de la lupa. Al fin y al cabo, tan mala es la falta de autoobservaci¨®n como el exceso
A esto nos referimos cuando hablamos de ¡°El Algoritmo¡±. Y lo mismo que piensa Instagram piensa Twitter, piensa Facebook, piensa Whatsapp, piensa Google, piensan Netflix y Amazon, piensa el sistema operativo de su tel¨¦fono m¨®vil e incluso piensan todos juntos, porque se prestan ¨Co roban¨C informaci¨®n entre ellos. Podemos referirnos a un algoritmo global, un Gran Hermano que resulta de la suma del trabajo y la red que forman todos los algoritmos o podemos referirnos a todos esos peque?os algoritmos a los que les contamos cosas sobre nosotros mismos constantemente, cada vez que hacemos un click o damos un like.
Esto no es conspiranoia, se sabe. Se sabe que los tel¨¦fonos tienen siempre el micr¨®fono abierto. Puede usted negar el permiso a las apps para usarlo, pero nunca puede desactivar el micr¨®fono del todo. Pruebe a mirar a su m¨®vil ahora mismo y diga, alto y claro, ¡°OK Google¡± u ¡°Hola Siri¡±. Ya ver¨¢ como le est¨¢ escuchando. Lo que no sabemos es qu¨¦ hace con lo que escucha, si esa informaci¨®n se queda ah¨ª o se env¨ªa a alguna parte. Sabemos tambi¨¦n que Google Maps sabe d¨®nde y cu¨¢ndo hay un atasco porque recibe la localizaci¨®n geogr¨¢fica de todos los conductores que lo llevan encendido y sabe perfectamente d¨®nde est¨¢n y a qu¨¦ velocidad circulan. Lo mismo pasa con Facebook, que sabe sobre qu¨¦ cosas est¨¢ usted discutiendo, en qu¨¦ sitios hace click o da un like.
Amazon sabe qu¨¦ anda usted pensando en comprar o qu¨¦ pel¨ªculas decide ver o no ha llegado a ver pero casi, como pasa con Netflix. Facebook adem¨¢s es pariente de Whatsapp, as¨ª que tiene acceso a las agendas telef¨®nicas de todos nosotros. Da igual que usted no le haya dado su tel¨¦fono a Facebook, porque yo lo tengo a usted en mi agenda de contactos y le he dado permiso a Whatsapp para mirar ah¨ª dentro, as¨ª que WhatsApp le pasa esa informaci¨®n a Facebook. Es bastante probable que Facebook le sugiera ciertas amistades: piensa que conocemos a esas personas porque tenemos amigos comunes, o porque guardamos su tel¨¦fono en la agenda.
No ser¨ªa demasiado improbable que usted se encuentre en la secci¨®n ¡°Personas que quiz¨¢ conozcas¡± a su jefe, aunque no le haya dicho usted a Facebook d¨®nde trabaja, o incluso a su masajista, aunque jam¨¢s se le haya ocurrido a usted contarle a nadie que va al masajista cuando necesita liberar un poquito de tensi¨®n. El algoritmo es en parte todo esto. Es la inteligencia artificial que decide qu¨¦ escaparate le muestra a usted del mundo a trav¨¦s de su m¨®vil y sus redes. El algoritmo decide a cu¨¢les de sus amigos va usted a ver cada ma?ana o a cu¨¢les de ellos va a silenciar. El algoritmo decide sugerirle a usted unos productos concretos en esos anuncios personalizados que le aparecen cada vez que navega o abre alguna red social. El algoritmo lee su correo de GMail, clasifica todos y cada unos de sus clics, probablemente localiza palabras significativas que usted ha pronunciado en voz alta, cuenta sus pasos y hasta mide su ritmo cardiaco, echa todo junto a una olla y extrae informaci¨®n.
No s¨®lo datos, sino informaci¨®n con significado. Con esa informaci¨®n configura su ventana al mundo. Usted tendr¨¢ las vistas que El Algoritmo decida convenientes. Y aqu¨ª es donde volvemos a la lupa.
Instagram piensa que a m¨ª me interesa ver hombres homosexuales normativamente guapos, ha llegado a esa conclusi¨®n analizando todas mis acciones, observ¨¢ndome en la m¨¢s absoluta intimidad durante meses. Yo llegu¨¦ a Instagram en un momento de crisis matrimonial, en la antesala del divorcio. Aunque yo todav¨ªa no lo sab¨ªa (o no lo quer¨ªa saber), us¨¦ Instagram para volver a colocarme en el mercado, para dejarme ver. No opt¨¦ por la estrategia de exhibici¨®n directa del cuerpo, porque no me sent¨ªa competitivo en ese aspecto, sino que decid¨ª tejer una tela de ara?a, construir un personaje, y dejar caer alguna foto m¨ªa bien escogida entre un fondo de fotograf¨ªas de gatos, playas, libros, plantas, y curiosidades. Como cuando te daba verg¨¹enza comprar una revista porno y te llevabas tambi¨¦n el peri¨®dico, El Jueves y dos pasatiempos.
Podemos referirnos a un algoritmo global, un Gran Hermano que resulta de la suma del trabajo y la red que forman todos los algoritmos o podemos referirnos a todos esos peque?os algoritmos a los que les contamos cosas sobre nosotros mismos constantemente, cada vez que hacemos un click o damos un like
Conoc¨ª a algunos hombres, cobr¨¦ algunas piezas, hice bastante el rid¨ªculo y un d¨ªa me top¨¦ con la despiadada radiograf¨ªa de la lupa. Porque a la lupa no la enga?as tan f¨¢cilmente, ella sabe que por muchas fotos que subas leyendo un libro o restreg¨¢ndote con el gato t¨² lo que quieres ver son hombres y eso es lo que vas a tener. Hombres. Hombres con barba anunciando al mundo que van a echarse la siesta, solitos, con un pijama de Pok¨¦mon o ¡°La Guerra de las Galaxias¡±, con una camiseta de ¡°Los Pollos Hermanos¡± como si tuvieran 16 a?os, sudando en el gimnasio con brazos como jamones serranos pero con su carita de oops, I did it again.
Hombres con barba haciendo playback de pasarlo muy bien, congelados por un flash en la pista de baile. Todo barbudos que quieren ser vistos por otros barbudos. Cuando me vi reflejado en ese espejo de la sicalipsis homosexual infantilizada del siglo XXI decid¨ª que hab¨ªa llegado el momento del cambio. Dej¨¦ de seguir a todos los hombres que segu¨ªa solamente porque estaban buenos y segu¨ª a la NASA. Segu¨ª a autores, editoriales, atletas del yoga, usuarios de la psicodelia o expertos en plantas suculentas a diestro y siniestro.
El esfuerzo surti¨® efecto y los hombres se esfumaron de la lupa. No del todo, siempre hab¨ªa alguno incluido en el mosaico, pero me encontraba mucho m¨¢s c¨®modo con mi nuevo yo: una persona con intereses mucho m¨¢s variados y maduros. Pas¨® el tiempo y me olvid¨¦ del asunto, pero los hombres han vuelto. Hace semanas que est¨¢n ah¨ª. En un ejercicio de expiaci¨®n imp¨²dica hice una captura de mi lupa plagada de barbas y torsos poderosos y compart¨ª en Facebook ese retrato ¨ªntimo de mi psique realizado por El Algoritmo. Miren ustedes, aqu¨ª me tienen, no se puede estar m¨¢s desnudo que mostrando la lupa de Instagram, lo que veis es lo que soy.
Invit¨¦ a mis amigos a hacer lo mismo, a asomarse a su mente desnuda sin necesidad de gastarse un dineral en psic¨®logos y poner el dedo sobre la lupa. Los resultados nos han proporcionado bastantes momentos de diversi¨®n, hemos llegado incluso a leernos las lupas como tiradas de tarot y a sustituir el ¡°revisa tus privilegios¡± por ¡°revisa tu lupa¡±. Comparamos nuestras lupas y anhelamos aquellas que presentan m¨¢s variedad de mundos y paisajes o menos porcentaje de masculinidad normativa.
Despu¨¦s de desayunar todos los d¨ªas miro qu¨¦ me dice la lupa, se ha convertido en una costumbre en estos d¨ªas de encierro. La chufla est¨¢ muy bien, pero yo quiero saber. Me encantar¨ªa saber cu¨¢les de mis acciones han llevado a la lupa a pensar que la mejor estrategia es ense?arme una legi¨®n de hombres como si fueran las frutas de las tragaperras. No es que crea que la lupa se equivoca, es que si ella lo sabe todo sobre m¨ª, yo quiero saberlo tambi¨¦n. Al fin y al cabo, si El Algoritmo es la suma mente colmena, si es un dios que sabe m¨¢s de todos nosotros que nosotros mismos, ya que va a sacarnos a rastras del armario y a contarle a usted que su marido le pone los cuernos (desde que existen los tel¨¦fonos m¨®viles y, sobre todo, las redes sociales resulta pr¨¢cticamente imposible mantener oculta una infidelidad continuada), ya que va a denunciarlo a usted a la polic¨ªa porque ha salido de su domicilio salt¨¢ndose la cuarentena, aprovech¨¦moslo para saber m¨¢s sobre nosotros mismos. Creo que tengo derecho a que El Algoritmo me cuente todo lo que sabe de m¨ª, y espero que en el futuro pr¨®ximo la Declaraci¨®n Universal de Los Derechos Humanos y la Constituci¨®n se ocupen espec¨ªficamente de este asunto.
Y otra cuesti¨®n que me interesa much¨ªsimo es si la lupa est¨¢ poniendo algo de su parte en todo esto. ?Pudiera ser que Instagram nos empuje sibilinamente a tontear un poco por ah¨ª? ?Es posible que Instagram quiera que la usemos para ligar? Es curioso, porque ya existen apps espec¨ªficas para ligar. Sin embargo, parece que Instagram nos resulta mucho m¨¢s c¨®modo porque nos permite ligar de manera que parezca que estamos haciendo otra cosa.?
No pretendo escurrir el bulto, es bastante probable que tenga la lupa que me merezco, pero hace tiempo que s¨¦ que El Algoritmo no es un mero observador de la realidad, que tiene due?o y sirve a sus propios intereses, que no deben de ser muy parecidos a los m¨ªos. He llegado a la conclusi¨®n de que conviene desconfiar un poco de la lupa. Al fin y al cabo, tan mala es la falta de autoobservaci¨®n como el exceso. Se?ora Lupa: a todos nos gusta que nos hagan casito, sentirnos deseados. Reconozco que me gustan mucho los hombres, pero creo que est¨¢ siendo usted un poco intransigente conmigo. Hace un par de d¨ªas que me afeit¨¦ la barba. Cuando tom¨¦ la decisi¨®n no estaba pensando en nada de esto, pero lo primero que hice fue subir a Instagram una imagen de mi nuevo rostro. Estoy ansioso por ver el reflejo en la lupa.
*Weldon Penderton es autor de Salvemos la Jarapa y parte del podcast literario Ni?os Gratis
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